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viernes, 29 de marzo de 2024
Adrián Bratfalean y José Manuel Tejado. Foto - Rebeca Arango
Más de 5.000 personas atendidas por Cáritas CLM en 2017 - 05 diciembre 2017 - Toledo

Adrián Bratfalean y José Manuel Tejado son el ejemplo de que se puede luchar por reconstruir una vida, aunque en ocasiones esta no lo ponga nada fácil. Los dos son hombres con habilidades profesionales, experiencia y empleabilidad que han perdido su hogar y, a pesar de no encontrar trabajo, siguen adelante. Ambos son, por el momento, usuarios del albergue que gestiona Cáritas en Toledo.


Aquí se ofrece un techo durante dos o tres noches para gente que lo necesita con urgencia. El centro de día proporciona sábanas, ducha, armario y comida. También existe un servicio para lavar la ropa. «A este servicio suele venir gente que comparte piso o está de alquiler y no puede pagar las facturas; o que hasta que cobre la nómina a fin de mes necesita pasar unos cuantos días», explica Diego Gafo, trabajador social del albergue.

De las casi 40 camas disponibles para estancias medias ahora mismo hay alrededor de 15 ocupadas. Tan solo una mujer. «Para ellas hay otras vías; generalmente encuentran otro servicio que las atienda antes que lanzarse a la calle», apunta Gafo, «es poco frecuente, sobre todo si tienen niños, que acaben sin un hogar».

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La edad media de quienes viven aquí va de los 45 a los 60 años, aunque los hay más jóvenes. No tienen ingresos ni familia que les apoye. Las causas para perder el hogar son muy variadas y nada extraordinarias: desempleo, precariedad laboral, problemas familiares, etc. Sin sustento económico ni emocional, a menudo el desconcimiento y los prejuicios de la sociedad son los mayores responsables de la exclusión con la que conviven.

Personas sin hogar: una realidad deformada

Virginia Rodríguez es la coordinadora del Área de Personas Sin Hogar. Con su carácter afable explica que muchas veces el imaginario común tiende a deformar la realidad: «generalmente las personas a las que atendemos no vienen de otros paises, sino que son personas que viven en la misma ciudad, en la región, o que se mudan de una parte a otra de España buscando un trabajo.»

Tampoco son un espacio de gente alcohólica o con problemas de drogadicción, aunque por supuesto estos casos también se pueden encontrar. «La bebida es un problema muy duro y muy peligroso cuando no ves alternativas», afirma Gafo. Ante estas situaciones, los trabajadores del centro les ponen en contacto con alguien que les pueda ayudar, como por ejemplo la Unidad de Conductas Adictivas de Talavera.

Para los que se ven obligados a hacer un alto en su camino y llamar a su puerta, el albergue organiza talleres ocupacionales que les permitan desarrollar habilidades sociales y profesionales: búsqueda de empleo, informática, inglés, restauración… Cada día un taller.

Virginia, Viviana y Diego se encargan de orientar a estas personas sobre las alternativas que tienen: «buscamos que los usuarios estén preparados para la inclusión laboral, por supuesto respetando sus decisiones y las características de cada caso concreto», explica Gafo.

Restaurando una vida con ayuda de Cáritas

Hasta el taller de restauración que hay en la segunda planta del albergue llegan muebles provenientes de donaciones. A veces son de particulares que los dejan para llevárselos una vez resaturados. Adrián Batfalean da una mano de pintura a una mesilla en una habitación donde descansan listones de madera, restos de algunas sillas viejas, unos cuantos lienzos apoyados en la pared y muchos botes de pintura. Llegó al albergue hace unas semanas. No es la primera vez que pasa por aquí.

Adrián lleva nueve años en España y en este tiempo ha pasado por el campo, la albañilería y otros trabajos, hasta que un accidente le dejó con una lesión en la columna y en el pie derecho. Fue en 2009, mientras estaba trabajando en un tejado, cuando resbaló y cayó al suelo. «Me caí desde 8 metros de altura. Tengo un aplastamiento de columna y el pie derecho partido en dos por la parte del talón» Como Adrián era autónomo tuvo que apañárselas el solo. «Ahora buscar trabajo es más difícil».

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Me caí desde 8 metros de altura. Tengo un aplastamiento de columna y una fractura en el pie derecho[/ze_summary]

El motivo de su vuelta fue una recaida en los problemas con la bebida. Tras una dura etapa sin trabajo y con una discapacidad heredada del accidente, el alcohol fue su remedio para olvidar los males. Poco después recapacitó. Ahora espera en el centro de Cáritas donde tiene la seguridad de contar con un techo hasta que pueda encontrar de nuevo un trabajo que le proporcione suficientes ingresos para vivir. El albergue se ha convertido en su familia. «Son lo único que tengo».

En el taller le compaña José Manuel Tejado, que enseña uno de sus últimos cuadros a Trinidad Jiménez, trabajadora del centro. José Manuel lleva años pintado. Sus lienzos se amontonan en una mesita: y, uno de los favoritos en el centro, una chica tocando el piano. Le gustaría realizar pintura decorativa para una casa, una iglesia, un colegio tal vez.

Pero la situación del empleo es muy complicada cuando el mercado no te otorga oportunidades por conisderarte «demasiado viejo». En su caso fueron las complicaciones de un divorcio las que le llevaron a perder una residencia fija. «La calle es muy dura», reconoce. Después de casi medio año con Cáritas sigue buscando una oportunidad laboral.

El derecho al hogar y a un trabajo digno

Estas son solo dos relatos de las 5.643 historias a las que su camino les llevó hasta alguno de los centros de Cáritas durante este año, solo en Castilla-La Mancha. Historias en las que muchas veces la parte más dura es la escriben las propias personas. «La gente te señala, te mira de forma diefrente cuando te ven salir de aquí», cuenta Adrián.

Esto precisamente contra lo que quiere luchar la última campaña de Cáritas. Bajo el lema «Somos personas, tenemos derechos», denuncian que la exclusión social alcanza a más de 11 millones de personas en España. Y en esta exlusión se vulnera un derecho fundamental. El derecho a un trabajo digno. El derecho a un hogar. El derecho a reconstruir la propia vida.

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