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viernes, 19 de abril de 2024
Felisa Tante, vecina de Polán (Toledo). Foto: Francisco de Paz Tante.
Leer y escribir había sido siempre una ilusión para la que nunca llegaba el momento. Ahora Felisa Tante, con más de 80 años y natural de Polán (Toledo), lee el periódico todos los días, "devora" las novelas de su hijo y escribe los recuerdos de su propia vida. Foto - Francisco de Paz Tante
Toda una vida esperando - 18 enero 2018 - Toledo

«Yo lloraba porque mis vecinitas iban a la escuela y yo no podía», recuerda Felisa Tante, vecina de Polán (Toledo), a sus 87 años. En su familia eran cuatro hermanos y su madre le encargaba quedarse al cuidado de los más pequeños. Los días se iban entre la casa y el campo. Entonces por la escuela de Polán, como por tantas otras, no pasaban muchos niños. «Recuerdo poco de cómo era porque como no iba…».

Con el tiempo la ilusión de Felisa Tante quedó apartada en algún rincón. Sus hijos nacieron en un tiempo más favorable, en el que la educación pasó a ser una prioridad y no un privilegio. Con esa ilusión todavía viva, vio cómo estos pasaban por la escuela a la que ella no pudo ir. Una circunstancia que no le pesó, ya que ahora cuenta con la satisfacción inconfundible de una madre, y es que «están todos colocados».


80 años de espera que no agotaron sus ganas de aprender

Fue cerca ya de los 80 años cuando Felisa Tante por fin pudo tomarse el tiempo que necesitaba para aprender a leer y escribir. Con un cuaderno y la ayuda de las trabajadoras del Hogar del Pensionista, las tardes comenzaron a dar sus frutos. A veces practicaba con sus nietos: «Me iba a hacer cuentas, a escribir… Tanto me gustaba que repasaba mucho mi cuaderno. Hasta que al final ya no tenía faltas».

[ze_summary text=»Tanto me gustaba, que repasaba mucho mi cuaderno. Hasta que al final ya no tenía faltas»]Tanto me gustaba, que repasaba mucho mi cuaderno. Hasta que al final ya no tenía faltas[/ze_summary] 

Lejos de aquel escenario de posguerra en el que las jornadas transcurrían entre la aceituna, ir a espigar, atender los animales y cuidar de la familia, Felisa Tante puede hoy presumir de ser una lectora habitual del periódico. Y más importante, de los libros escritos por su hijo Francisco de Paz. Además, ahora que está viuda, el lápiz y el papel le sirven para recuperar memorias sobre su vida y sus hijos.

Una espera que ha durado casi toda una vida pero que a Felisa Tante al fin le valido la satisfacción de poder coger un libro y disfrutar como no pudo hacerlo en su infancia.

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