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27/04/2016junio 7th, 2017

La cámara fotográfica es su «salvoconducto» para acercarse y retratar historias de personas anónimas con rostros que hablan por sí solos de vidas truncadas por la guerra, por la miseria… ejemplos de supervivencia que bien merecen llenar todos los días las páginas de los periódicos. Jesús Ángel Gabaldón (www.jgabaldon.net) es un profesor de Secundaria, natural de Socuéllamos (Ciudad Real), que reside en Toledo y que desde hace años dedica el tiempo libre que le deja su profesión a viajar por el mundo en busca de estos relatos. El último de ellos ha sido el de la crisis de los refugiados, para el cual estuvo haciendo la conocida «ruta de los Balcanes» y en Calais, en el norte de Francia, el campo de refugiados más grande de Europa.


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«La fotografía me permite involucrarme en hechos e historias a los que me apetece dar respuesta más allá de la versión oficial que ofrecen los medios de comunicación». Movido por esta inquietud y con la idea siempre de compartir su trabajo y ahondar en la labor tan importante que es la sensibilización, Gabaldón estuvo en las pasadas Navidades en Grecia, concretamente en Idomeni, desde donde partió atravesando Macedonia y Serbia para seguir el tránsito de los refugiados hasta llegar a Sid, la ciudad que representa la entrada serbia a Croacia. Durante este periplo se chocó de frente con una realidad difícil de asumir, la de cientos de personas arrastrando sus únicos únicos enseres por kilómetros y kilómetros de nieve; niños, mayores, familias enteras, jóvenes… con mucha carga no sólo en sus macutos, sino también en sus caras de sufrimiento por el duro viaje y por lo dejado atrás. De esos instantes se le ha quedado grabado en la memoria el silencio con el que caminaban.

«Mis trabajos giran en torno a colectivos vulnerables». En este sentido, Gabaldón fue buscando historias protagonizadas por personas de avanzada edad y es que, según apunta, «son los grandes olvidados». Estas imágenes, junto con sus correspondientes relatos, fueron publicados por el diario La Vanguardia.

Hasta que definitivamente la UE cerró las fronteras, la ruta de los Balcanes era realizada, sobre todo, por afganos, iraquíes y sirios, cuyo objetivo no era otro que alcanzar Gran Bretaña, Alemania o los países nórdicos. «Muchos de ellos habían tratado con mafias y habían vendido todas sus propiedades para emprender la marcha».

En esta cadena humana conoció la historia de un hombre mayor afgano que, junto a su nieto de seis años, quería llegar a Gran Bretaña; también la de un joven iraquí de 17 años amenazado por el Estado Islámico que había dejado en su país a toda su familia; la de un universitario sirio que tenía el anhelo de terminar la carrera de Medicina en Alemania; o la de un chico que deambulaba de un lado para otro diciendo cosas incoherentes, posiblemente, con síntomas de principio de congelación. Igualmente le impactó la imagen de una niña siria de 10 años que, con su mochila escolar a la espalda, viajaba sola por un camino lleno de nieve, a 15 grados bajo cero. Había encontrado la solidaridad de un grupo de adultos que se habían hecho cargo de ella. No obstante, «quizás las fotos más impactantes fueron las que no hice».

Pudo constatar la actitud «cínica e inhumana» con la que Europa recibe a los refugiados en sus fronteras. «El gobierno serbio, por ejemplo, les daba un documento de tránsito para cruzar el país en 72 horas, por lo que muchos perdían en el camino a sus familias porque no podían esperar. En Idomeni, la UE decidió en noviembre de 2015 que solo entrasen por esta frontera sirios, afganos e iraquíes; a finales de enero sólo permitieron el paso a sirios e iraquíes; y en marzo directamente lo cerraron, quedando muchas familias divididas».

Jesús explicaba que en Grecia aún hay 50.000 refugiados -17.000 en Idomeni-. El acuerdo entre la UE y Turquía hace tambalear su sueño de tener un futuro en Europa. 

Y si en los Balcanes los refugiados recibían con los brazos abiertos a periodistas y fotógrafos -a quienes estaban deseando denunciar su situación-, este castellanomanchego encontró más dificultades en Calais. «Muchos no querían salir en la foto porque estaban amenazados por los talibanes o por el Estado Islámico, o bien porque querían cruzar ilegalmente el Canal de la Mancha».

En este campo de refugiados «hay alrededor de 6.000 personas que llevan meses estancadas». Sudaneses, paquistaníes, iraquíes, iraníes, eritreos, afganos… las nacionalidades son muy diversas. «Todos esperan su turno para, arriesgando la vida, meterse en los bajos de un camión e intentar pisar suelo inglés». Mientras se atreven a dar el paso o son ayudados por mafias a cambio del pago de 6.000 u 8.000 euros, «permanecen en un poblado chabolista al que llaman la jungla de Calais», donde «malviven bajo lonas y se alimentan gracias a la ayuda de ONGs». Es un poblado muy asentado en el que incluso hay colegios, bares, mezquitas…

«Este lugar es una especie de semicárcel; pueden entrar y salir pero cuando llegan al pueblo de Calais, es habitual que les ataquen o que sean apresados por la Policía y devueltos al campamento».

Jesús dibuja con su relato y sus fotografías -que serán expuestas a mediados de mayo en el IES «Juan Bosco» de Alcázar de San Juan (Ciudad Real)- un panorama que nada tiene que ver con el que muestran los medios en nuestro país. «Toda esta realidad no llega». Lamenta que solo llegue la alarma que están creando los políticos y «el temor -a modo de excusa- a que nos invadan que están suscitando entre la población». Se pregunta de qué invasión están hablando cuando «España se comprometió el año apasado a acoger a 17.000 personas y solo ha recibido a 18». Añade que «la gente de a pie no está informada de lo que ocurre realmente, de lo que supone el viaje que hacen los refugiados y de los derechos que está vulnerando la UE. No es sólo cuestión de caridad, sino de derechos internacionales».

LOS INDIGENTES DEL VATICANO, LOS ORFANATOS DE RUMANÍA…

Diarios como La Vanguardia o El Mundo han publicado los trabajos de Jesús Ángel Gabaldón, como el que realizó en 2015 sobre indigentes en el Vaticano, con los que «llegué a dormir en la calle». De Etiopía se trajo otro sobre un proyecto de cooperación; de Nueva York trozos de vida de ejecutivos, indigentes, obreros, empleados fumando ansiosos en las traseras de los comercios, toda clase de predicadores…

Actualmente tiene entre manos «hacer un recorrido por el mapa emocional del escritor marroquí Mohamed Chukri«, un autor hecho a sí mismo, que tuvo que irse de su casa por culpa de un padre asesino y sobrevivir prostituyéndose. Hasta los 20 años no aprendió a leer y escribir pero su evolución fue tal que se ha convertido en un escritor de referencia.

De su cabeza solo bullen nuevos proyectos: le gustaría ir a Rumanía y visitar orfanatos y a los niños que se crían con sus abuelos porque los padres han tenido que emigrar. Además, tiene pensado viajar a Sudamérica para mostrar cómo el fútbol ayuda a los más pequeños a tener un futuro alejado de los ambientes pandilleros.

Jesús Ángel Gabaldón.

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