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jueves, 25 de abril de 2024
Cuando la política es un lodazal 24/04/2017junio 6th, 2017 - Toledo
Mar G. Illán Mar G. Illán

En lo que a corrupción se refiere, ¿cuánto más nos queda por saber? Nadie conoce la respuesta exacta a esa pregunta, ni en el caso Lezo ni en cualquiera de los demás que han salido o esperan turno entre las carpetas sin cerrar de la Guardia Civil, la Policía o los jueces.

Corrupción es la palabra. Y el camino más seguro para encontrarla y contarla es el que va de la alta sociedad a la cárcel. Nombres ilustres de la política, la empresa, el periodismo o incluso la justicia -con chivatazos y obstáculos de diversa índole- han trabajado juntos en el saqueo del país, con ahínco en las comunidades más prósperas y con liderazgo claro del PP, el partido que más poder ha acumulado en los años del boom. Sobrecoge seguir el minuto a minuto de la banda de Ignacio González y la lista de ilustres jet set que lo acompañaban en sus rapiñas.


[ze_summary text=»Defiendo convencida la presunción de inocencia, pero en corrupción, casi siempre, lo que parece, es»]Defiendo convencida la presunción de inocencia, pero en corrupción, casi siempre, lo que parece, es[/ze_summary] 

Defiendo convencida el principio de la presunción de inocencia, pero caso tras caso vemos que en corrupción, casi siempre, lo que parece, es.

Quiero creer que son más las manzanas sanas que las podridas y que la buena noticia es que los casos se conocen y se juzgan, lo que reduce la impunidad, aunque sea tarde, de los que se entregan al saqueo como manera de prosperar social y económicamente.

Aunque fueran minoría -que no lo tengo tan claro- los que estando en la cima de su oficio han actuado como bandas criminales en torno a la corrupción, es descorazonador. Deprime y desespera comprobar que las élites, los triunfadores y aquellos que deberían ser modelos a imitar, han puesto su inteligencia, su capacidad, su influencia y su poder a robar a la comunidad que les ha puesto donde están, ya sea en la cúspide de la política o la economía, que tantos intereses han compartido mientras desatendían sus obligaciones con la sociedad y con la ley.

No hubieran podido hacerlo solos sin la complicidad de algunos periodistas, fiscales y jueces que olvidan su deber de servicio público para sumarse a la depredación y al pillaje.

¿La corrupción no se paga en las urnas?

Corrompe que algo queda y alguien se escapa siempre parece el lema más adecuado para la España del boom, la que asombraba al mundo por su prosperidad mientras la UCO y la UDEF acumulaban carpetas con las que devolvernos a la realidad: el crecimiento estaba cebando a los pícaros y alentando el pillaje.

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Dicen los sociólogos que los efectos electorales de la corrupción ya están descontados, especialmente entre los votantes del PP. En mi opinión, solo la falta de una alternativa clara por parte de otros partidos, especialmente del PSOE, ha permitido que el Partido Popular sea el único capaz de sumar votos prácticamente cada mes y de manera relevante pese a tener los jueces más importantes del país entretenidos en sus cloacas.

Al PSOE le costaron muy caros sus escándalos de corrupción de los años 90. Y creo que tarde o temprano si el PP no acaba con sus cloacas éstas acabarán mandándole a la oposición.

Espero que un día la pregunta ya no sea cuánta corrupción queda por salir aún.

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