fbpx
jueves, 28 de marzo de 2024
Dice que Pedro Sánchez es "partícipe y responsable de un golpe de Estado" - 25 octubre 2018 - Castilla-La Mancha
Agustín Yanel Agustín Yanel

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, parece que ha decidido hacer una oposición crispada y bronca a Pedro Sánchez, con palabras gruesas más allá de la crítica legítima y, ya puestos, diciendo alguna que otra falsedad cuando convenga a sus intereses. Tiene todo el derecho a decidir su estrategia política, pero todo tiene un límite. Y cuando ha dicho que el presidente del Gobierno es «partícipe y responsable» de un golpe de Estado en Cataluña, el líder del PP ha traspasado ese límite. No todo vale en política.

Ocurrió el 24 de octubre, miércoles, en el pleno del Congreso de los Diputados. Sánchez comparecía para informar sobre la reunión del Consejo Europeo celebrada una semana antes en Bruselas, y sobre la venta de armamento a Arabia Saudí. Pero Casado debió pensar que esos dos asuntos no le van a dar votos y se olvidó de ellos: habló de lo que califica como golpe de Estado en Cataluña, volvió a pedir otra aplicación del artículo 155 de la Constitución en esa comunidad, repitió que Sánchez está en La Moncloa gracias al apoyo de los independentistas, se refirió a Venezuela, a lo bien que estaba la economía con Mariano Rajoy, a la tesis doctoral del presidente del Gobierno…


En un momento de su intervención Casado soltó esta frase: «¿Usted no se da cuenta que es partícipe y responsable de un golpe de Estado que se está perpetrando ahora mismo en Cataluña?» El presidente del Gobierno le respondió: «Acusarme a mí de partícipe y responsable del golpe de Estado que se está perpetrando en nuestro país no es aceptable. Le insisto, ¿mantiene usted esas palabras, sí o no? ¿Las mantiene, sí o no? Si las mantiene, usted y yo no tenemos nada más de que hablar».

Pablo Casado no rectifica y Pedro Sánchez rompe relaciones con él

El líder del PP no rectificó sus palabras, para que no figuren en el diario de sesiones del Congreso -como se hace cuando, por ejemplo, a algún diputado se le escapa un insulto dirigido a otro-. Después, en los pasillos, matizó ante los periodistas: «Yo no he llamado golpista al presidente del Gobierno. [He dicho] que es responsable de no hacer nada con lo que está pasando en Cataluña, que es un golpe de Estado».

Cuando un político tiene que explicar, aclarar o matizar lo que ha declarado antes es porque ha dicho algo que no debería haber dicho. Rectifica y queda bien. Pero Pablo Casado no solo no ha rectificado -ni en este ni en otros casos- sino que, envalentonado por los repetidos aplausos y algunos ¡bravo! que le dedicaron sus diputados, salió del hemiciclo visiblemente satisfecho. «Cuando uno no ha salido bien de un debate e intenta victimizarse, creo que al final acaba perdiendo el debate dos  veces», afirmó, en referencia a Pedro Sánchez y su decisión de romper relaciones con Casado, no con el PP.

Este episodio podría ser solo un rifirrafe parlamentario más, de los muchos que se ven en el Congreso habitualmente, pero no lo es. Hay que inscribirlo en la deriva que ha iniciado Pablo Casado para derechizar aún más a su partido, que hasta ahora se calificaba de centro derecha. Además, tiene la competencia de Ciudadanos y, por si fuera poco, ha empezado a asomar la cabeza la ultraderecha de Vox que también puede quitarle algunos votos.

¿Un PP más a la derecha?

Con ese panorama, y metido ya en una prolongada precampaña electoral que comenzará con las elecciones autonómicas del 2 de diciembre en Andalucía y continuará en mayo próximo, da la impresión de que Pablo Casado ha decidido echarse al monte y está dejando ver a un político que se parece poco al Pablo Casado de la época en que Mariano Rajoy lideraba el partido. Algunos periodistas que cubren habitualmente la información de ese partido están sorprendidos por este cambio. Y en el PP oficialmente niegan que el partido esté girando más a la derecha y se muestran satisfechos, porque dicen que sus encuestas les dan buenos resultados. A su presidente no le critican, porque ya se sabe que las críticas en ese partido son poco habituales, pero en privado ya hay quienes advierten del peligro que corren si su líder continúa por la senda que ha emprendido.

Pero parece que a Pablo Casado le da igual ocho que ochenta. Dijo, y lo repitió, que Pedro Sánchez fue a recibir el barco Acuarius en Valencia para hacerse la foto con los refugiados, pero es falso porque el presidente no realizó ese viaje; poco después, él sí viajó a Algeciras y se hizo la foto saludando a un grupo de inmigrantes recién llegados en una patera. Afirmó que había millones de inmigrantes en el norte de África esperando venir a España y le desmintieron por todas partes. Ha criticado reiteradamente que el Gobierno esté dispuesto a dar «papeles para todos» los inmigrantes que llegan de manera ilegal, pero nadie del Gobierno ha prometido eso. Y así un largo etcétera de declaraciones que no se corresponden con la realidad y van más allá de la crítica política propia de la oposición.

Lo dicho, que Pablo Casado tiene todo el derecho a diseñar su estrategia como líder de la oposición. El tiempo dirá si le da la razón y su partido remonta en futuras elecciones -para las primeras, las andaluzas de diciembre, los sondeos no son nada favorables al PP- o si sigue condenado a continuar en la oposición. Pero el presidente del PP no debería olvidar que no vale todo para ganar votos. Si quiere llevar a su partido más a la derecha, que lo haga porque es su decisión; pero para eso no necesita decir falsedades ni crispar más la vida política, que bastante crispada está ya.

(Visited 20 times, 1 visits today)