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miércoles, 24 de abril de 2024
Que nadie se calle - 07 enero 2019 - Toledo
Mar G. Illán Mar G. Illán

No hay manera de justificar las exigencias de Vox relativas a limitar algunas partes de la Ley Contra la Violencia de Género. Si lo que quieren es evitar fallos judiciales, no se arreglan recortando leyes, sino pidiendo más y mejores medios para la administración de Justicia. Entonces, ¿por qué sus primeras exigencias en su debut político como fuerza parlamentaria va a tocar un tema tan sensible y que tiene que ver con las mujeres?

Yo creo que por puro machismo. Esa es la razón y no ninguna otra. El machismo lleva fatal que la defensa de la igualdad de la mujer se haya situado por fin por encima de las marcas partidarias o de las ideologías y pretende frenarlo cuanto antes. Así lo ha demostrado en la primera oportunidad que ha tenido de hacer valer sus votos, las negociaciones con el PP para la investidura de Juanma Moreno como presidente de la Junta de Andalucía.


Cuando la única ley era la costumbre machista

El machismo se siente más pequeño y amenazado que nunca, aunque a tenor de sus víctimas -y no solo las mortales- sigue siendo una lacra grande y extendida. Pero la defensa de los derechos de las mujeres y del fin del machismo hace tiempo que desbordó ideologías o marcas de partidos, como quedó demostrado el 8 de marzo de 2018 cuando las calles de toda España se llenaron de mujeres y hombres entre los que era imposible establecer un perfil medio ideológico, sociológica, cultural, económico o de cualquier otro tipo.

Aún no ha pasado un año y ya quieren recortar las leyes contra la violencia de género, cuyo mayor defecto, en mi opinión, es que han llegado tarde para salvar a tantas víctimas o condenar a sus asesinos. Y, evidentemente, ni siquiera las más avanzadas legislaciones impiden los asesinatos, las violaciones, las palizas, las vejaciones, los insultos y las carreras o expectativas profesionales truncadas de tantas y tantas mujeres, obligadas a obedecer y/o renunciar a casi todo cuando la única ley era la de aplicar las costumbres inspiradas por el machismo.

Porque acabar con el machismo no es solo cuestión de leyes, aunque la legislación es una base insustituible. Tanto o más importante es la educación, claro. Como la inversión en medios materiales para que la administración de Justicia o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad puedan hacer su tarea. Pero sin legislación ni educación no hay avance posible de la igualdad.

Ninguna moda electoral puede recortar la igualdad

No voy a entrar en si hay un porcentaje de hombres que puedan se víctima de una denuncia falsa por violencia de genero, porque lamento y condeno cada una de ellas. Como cualquier denuncia falsa contra cualquiera y más si acaba en condena del inocente. También en esto es infinitamente mayor la cifra de criminales que se van de «rositas» de sus asesinatos machistas, violaciones, palizas, vejaciones, insultos…

Pero esto no es cuestión de entrar en una guerra de cifras, porque no lo es. Una denuncia falsa es un delito, contemplado en la legislación. La violencia machista también lo es. Y las primeras no se combaten limitando la ley aprobada para acabar con lo segundo. Más bien suena a excusa.

Los logros en igualdad y contra el machismo son tan recientes que necesariamente son frágiles, porque aún no están enraizados en toda la sociedad con suficiente fuerza. Pero la prueba de la virulenta e inmediata reacción de Vox a este asunto revela que son logros importantísimos y letales para el machismo si continuamos el camino. No podemos consentir que haya un solo retroceso por modas electorales, que estoy segura que acabarán cediendo.

Plantemos cara todos. Que nadie se calle.

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