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martes, 16 de abril de 2024
Jana, Pablo, Alberto y Enrique forman parte de uno de los equipos operativos de la UPR de la Policía Nacional de Toledo.
Jana, Pablo, Alberto y Enrique, policías nacionales en Toledo Foto - Rebeca Arango
De la Unidad de Prevención y Reacción 16/02/2019octubre 2nd, 2019 - Toledo

«Aquí lo del miedo no existe y el trabajo en equipo es fundamental». Son las dos premisas fundamentales de un grupo de policías que forman parte de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Jefatura Superior de Policía de Castilla-La Mancha y que en apenas dos meses han conseguido salvar la vida de tres personas en la ciudad de Toledo que, por unas causas u otras, se encontraban al límite. Hemos hablado con los cuatro agentes (Jana -natural de Algeciras-, Pablo -de Toledo-, Enrique -de Gijón- y Alberto -de Chozas de Canales-) y han sido ellos quienes, en primera persona, nos han contado las situaciones que vivieron…

El primero de ellos, el domingo 11 de noviembre del pasado año, cuando fueron alertados por el 091 de que una mujer se encontraba boca arriba y flotando en el río Tajo entre los puentes de Azarquiel y Alcántara. «Metimos el coche por el sendero que va en paralelo a la orilla del río» y Enrique, sujetado con una cuerda por sus compañeros, se tiró con botas y todo al agua. Tras nadar unos 20 metros, llegó a su altura, «estaba inmóvil, pero cuando intenté darle la vuelta ella reaccionó. Ahí intento sacarla rápido porque la fuerza del agua era mucho más desbordante de lo que en principio imaginábamos. Hasta que conseguí llevarla a la orilla».


Tienen muy claro que, a pesar del peligro de las aguas del Tajo, de la fuerza que se desarrolla bajo la superficie y de que hay zonas que con prácticamente inabordables en el «cuerpo a cuerpo», volverían a repetir la acción y Enrique se sumergería de nuevo. Es eso que llamamos vocación por tu trabajo…

Pero no acabó ahí la cosa…

«Se desplomó, tenía la lengua metida hacia atrás y no podía respirar…»

Porque apenas tres días después, en plena plaza de Zocodover, fueron testigos de cómo un hombre, de repente, «se desplomó y su hija comenzó a pedir auxilio», recuerda Pablo. Fue entonces cuando él y Jana fueron a socorrerle. «El hombre tenía la lengua metida hacia atrás y no podía respirar -señala Jana-, se estaba poniendo morado, por lo que metí la mano en la boca y le saqué la lengua. Había sufrido un ataque al corazón, no tenía pulso, y entre mi compañero y yo nos turnábamos cada minuto y medio para hacerles las prácticas de reanimación».

En casos como este, los cuatro primeros minutos son vitales. Consiguieron que recobrara el pulso y, sin duda, le salvaron la vida. De inmediato se hicieron cargo del paciente los servicios sanitarios, a quienes los mismos agentes habían avisado justo antes de comenzar a reanimarle.

Como anécdota, que agradecen porque eso le da un poquito más de sentido a su trabajo, contar que al día siguiente un cirujano cardíaco paró el coche al lado de la Jefatura Superior de Policía toledana, se bajó y le dijo al policía que estaba en la puerta que diera las gracias a sus compañeros porque con sus maniobras habían salvado una vida. «Lo que para nosotros es una satisfacción personal. E insistimos en que fue un trabajo en equipo, que es fundamental».

Avisó a una amiga por guasap de que se quería quitar la vida e ingerió pastillas

El tercero y último de los casos en los que la intervención de los cuatro fue vital tuvo lugar el 10 de enero, cuando una mujer envió un guasap a una amiga en el que le decía que se quería quitar la vida porque estaba muy mal y que se había tomado un número indeterminado de pastillas, por lo que la amiga lo puso de inmediato en conocimiento de la Policía. Lo único que sabían era que se encontraba en el interior de su coche y que este podía estar por la estación de autobuses…

De allí al párking de Safont. Buscaban un modelo de coche concreto y en un momento determinado, Jana vio el coche que buscaban y, dentro, «el cuerpo tumbado boca abajo. Las puertas estaban cerradas y comencé a darle golpes en la ventanilla para ver si ella reaccionaba, pero no se movía. Como se suponía que había ingerido pastillas y ya había transcurrido un tiempo desde el aviso, rompí el cristal de la ventanilla con la defensa para acceder al coche. Estaba inconsciente, pero tenía pulso y respiraba. En ese momento llegó la ambulancia, la metimos en una camilla y localizamos la nota de despedida que había escrito…».

Los policías, el afán de servicio, la vocación y «Toledo es una ciudad tranquila»

El tiempo es vital en su trabajo, fundamental para salvar vidas. «Y nosotros tenemos afán de servicio», como señala Alberto. «Toledo es una ciudad tranquila», insisten los cuatro. Importante es también la labor preventiva que realizan, tal y como recalca José Carlos Robles, jefe de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana, labor que evita muchos delitos.

Y por cierto…

Tengan cuidado ahí fuera… Como decía el teniente Furillo en «Canción triste de Hill Street».

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