jueves, 25 de abril de 2024
Tuvo que salir de República Dominicana por las amenazas de muerte que sufrió durante años 01/10/2013junio 12th, 2017

«Siga jodiendo con la empresa y un día de estos va a aparecer tirado en un carril con la boca llena de moscas».

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Este fue uno de los mensajes que recibió el padre Christopher Hurtley a finales de los años 90 del siglo XX. Bueno, el papelito que contenía esas «agradables» palabras fue introducido por debajo de la puerta de la casa donde vivía en San José de los Llanos, en la República Dominicana, justo donde el misionero toledano había llegado para intentar que los habitantes de esta tierra alejada de todo aquello que nos puede parecer normal tuvieran una vida más sencilla, más cercana a Dios…

Pero se encontró poco menos que con el infierno, allí donde la esclavitud era el pan suyo de cada día. Niños, ancianos, mujeres… Eran los trabajadores haitianos que recolectaban azúcar en los bateyes dominicanos. «Vivían como bestias, animales, conocí el tráfico infantil, el de seres humanos… Era una auténtica violación de los derechos humanos», contaba el propio Hurtley a encastillalamancha.es hace unos meses.

De inmediato se puso a denunciar por activa y por pasiva lo que sucedía. Incluso aprovechó la visita del entonces presidente del país, Lionel Fernández, para clamar públicamente lo que veía y no podía soportar. Sus protestas provocaron un cataclismo en el país, «mis palabras estaban en todos los periódicos nacionales y las familias propietarias de los bateyes contrataron páginas enteras de publicidad en los medios de comunicación contradiciendo lo que yo había dicho».

De ahí a las amenazas…

Al final, debido a las constantes presiones y a las serias amenazas de muerte el padre Christopher tuvo que salir del país (más información aquí).

AÑOS DESPUÉS, ESTADOS UNIDOS RECONOCE LA EXPLOTACIÓN EN LA INDUSTRIA AZUCARERA…

Bien, pues años después todas las denuncias que realizaron tanto el misionero toledano como sus colegas no han caído en saco roto. Porque el pasado 27 de septiembre el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, en conjunto con el Departamento de Estado y el Departamento de Comercio reconocieron esa esclavitud.

En concreto, en el informe, al que ha tenido acceso encastillalamancha.es, habla de «trata de personas y trabajo forzoso; trabajo infantil; condiciones de vida deplorables e insalubres; denegación de servicios médicos, pensiones y otros beneficios adquiridos; negativa a informar y publicar las tarifas vigentes y las modalidades de pago; condiciones de trabajo peligrosas; negativa a entregar contratos de trabajo por escrito; manipulación del pesaje de la caña de azúcar y despido como represalia por afiliarse o intentar organizar grupos de trabajadores o gremios, o por participar en demandas contra sus empleadores».

Recalca todo lo que denunció durante años el padre Hurtley, incluso ante la familia Viccini, una de las propietarias de los bateyes donde se recolecta la caña de azúcar.

Esclavitud. Lean si no una de las conclusiones a las que llegaron los técnicos del Departamento de Estado norteamericano cuando fue a la República Dominicana a realizar el trabajo de campo: «Algunos de los trabajadores entrevistados explicaron que los pagos diarios que recibían a veces eran tan bajos que el dinero no era suficiente para comer». Y todo ello porque la caña de azúcar que se recolectaba, nunca delante de los trabajadores, ofrecía un peso menor a la que realmente se había cortado.

Muchos de los entrevistados confirmaron que no se les proporcionaba agua potable durante el día de trabajo ni, por supuesto, guantes ni zapatos. Y algunos de estos trabajadores eran niños de entre 12 y 15 años.

Terrible.

Ahora Estados Unidos ha instado a la República Dominicana a que ponga fin a este despropósito humano.

Una victoria momentánea del misionero toledano, quien ahora se encuentra en el desierto de Etiopía, en la frontera con Somalia. En su misión. En África…

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