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viernes, 19 de abril de 2024
José Navas y Carlos Hernández se jugaron la vida para salvar la de un niño de 13 años en Toledo.
Los bomberos José Navas y Carlos Hernández se jugaron la vida para salvar la de un niño de 13 años en Toledo. Fue durante un incendio en la zona de la Fábrica de Armas, cuando el joven se quedó aislado en una de las islas del río Tajo. Nos contaron la angustia del momento.
En el incendio de la zona de la Fábrica de Armas - 09 julio 2019 - Toledo

«Me picaban los ojos, el humo apenas me dejaba ver, las llamas estaban muy cerca… Pero cogí al niño y arrancó a llorar. Rápidamente le dije: no llores, que te voy a sacar de aquí…». Fueron, como bien se pueden imaginar, momentos de una terrible angustia, segundos en los que la vida va y viene y por la cabeza pasan pocas cosas porque solo te da tiempo a pensar en lo imprescindible. Ahí estaban los Bomberos de Toledo…


Las llamas se podían ver desde cualquier punto de Toledo.

Para, en este caso, salvar la vida de un niño de 13 años que durante el incendio que se produjo el sábado por la tarde en la zona de la Fábrica de Armas, junto al río Tajo, se había quedado aislado, nadie sabe todavía cómo (el suceso está siendo investigado por las Brigadas Judicial y Científica de la Policía Nacional y por los Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha), en una de las islas que hay por la zona. En esta historia hay muchos héroes, que son todos los Bomberos del parque de la capital regional, y en este caso de forma especial dos de ellos, José Navas y Carlos Hernández, quienes han contado a encastillalamancha.es cómo fueron esos minutos en los que o actúas por las bravas o la catástrofe te pasa por encima. Leamos sus testimonios…

«¡Aquí, aquí…!», en la isla había mucho fuego, combustión y humo, afirma José

Hemos comenzado por las palabras de José, que fue quien recorrió a nado unos 10 metros de revuelto río y otros 80 metros de terreno incendiado hasta localizar al niño, colgárselo a la espalda para que no se quemara las piernas y llevarlo a la orilla para que lo recogiera Carlos, cuyo testimonio tampoco tiene desperdicio, e hiciera esos 10 metros sobre el agua con el crío a su lado. De hecho, Carlos sufrió quemaduras de segundo grado en un pie, como luego nos contará…

José sigue narrando lo que vivió esa tarde… «Llegamos a la orilla contraria a la isleta para tratar de contener allí las llamas, por lo que me quité las botas y crucé a nado el río con la lanza (un equipo de extinción) y la manguera que sujetaban mis compañeros. En la isla había mucho fuego, el suelo quemado, mucha combustión, un tremendo humo… Limpié una parte del suelo con la lanza y llegó Carlos nadando para darme las botas. El chico, que estaría a unos 80 metros, me escuchó y comenzó a gritar: ¡Aquí, aquí…! Aunque me costaba escuchar esos gritos de auxilio porque había un ruido enorme, no te puedes imaginar cómo es el crepitar de las cañas y los árboles ardiendo».

Los momentos de angustia para los bomberos que se pueden imaginar…

Momentos de angustia que…

Como Carlos no podía seguir porque al llegar sin botas a la isla no podía avanzar (llevaba en una mano las de José y él había dejado las suyas porque nadar con ellas era imposible), José se lanzó a encontrar al niño, al que encontró a duras penas, por la poca visibilidad que había debido a las llamas y el humo, en una zona aislada pero rodeado de llamas que poco después sería pasto del fuego.

A partir de ese momento, vuelvan al primer párrafo de este reportaje, cuando el niño comenzó a llorar. José le cogió a cuestas y volvió a recorrer los 80 metros para dejárselo a Carlos en la orilla, quien le estaba esperando para llevarle por el agua y así salvarle la vida. En el tramo final y para sacarle del agua contaron con la ayuda de la Policía Local.

Carlos se recupera en su casa de las quemaduras en la planta del pie derecho

Realmente impresionante…

Carlos se recupera en su casa de las quemaduras en la planta del pie derecho y en estos momentos está de baja, aunque se incoporará en cuanto pueda. Ahora, días después del incendio, sigue afirmando que lo que hicieron fue nada más y nada menos que «nuestro trabajo, estamos para ello y el chaval, en ese momento, se convirtió en una prioridad para nosotros, por lo que salvarle la vida fue una satisfacción muy grande para todos».

Y no fue hasta que paró, una vez salvado el niño y controladas las llamas, «cuando noté como rara la piel de mi pie…». Efectivamente, estaba herido. Ahora está de baja, pero tanto José como él tienen claro que volverían a repetir sus actos tal y como se produjeron la tarde del sábado 6 de julio, cuando un maldito incendio volvía a estremecer a la ciudad de Toledo…

LAS FOTOS DEL INCENDIO EN LA ZONA DE LA FÁBRICA DE ARMAS, EN TOLEDO

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