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jueves, 28 de marzo de 2024
La parroquia de San Ildefonso de Talavera, lugar donde se habrían producido los abusos sexuales.
Parroquia de San Ildefonso, en Talavera, donde supuestamente habrían ocurrido los abusos sexuales.
La joven tiene hoy 24 años - 11 febrero 2020 - Talavera

La Audiencia Provincial de Toledo tiene previsto revisar mañana el procesamiento por «un supuesto delito de agresión y de abusos sexuales» de un sacerdote acusado de abusar de una adolescente en su despacho parroquial durante varios años, cuando era su director espiritual.

La batalla judicial de la joven, que hoy tiene 24 años y prefiere mantenerse en el anonimato, continúa. El sacerdote, que presuntamente llegó a decirle «que no tuviese miedo, que era lo que Dios quería», recurrió su procesamiento y mañana la Audiencia de Toledo revisará el auto de la jueza de instrucción número 4 de Talavera, según precisan a Efe fuentes jurídicas. La Fiscalía se opone al recurso.


Los hechos se remontan a 2010, cuando la joven conoció al cura

En su auto, la magistrada daba cuenta de «la existencia de indicios razonables bastantes» respecto a los hechos relatados por la joven y su padre y los informes aportados a la causa, que indican que las patologías que ha sufrido desde la adolescencia, como trastornos alimenticios, «pudieron ser producidas por los episodios traumáticos que denuncia que vivió».

Los hechos denunciados se remontan a 2010, cuando la chica, de entonces 15 años, conoció al sacerdote, José Luis G. M., quien más tarde «le propuso realizar sesiones en el despacho parroquial» cada quince días, según el auto dictado en noviembre.

En enero de 2011, el procesado «le pidió un beso» en uno de esos encuentros y, ante su rechazo, le dijo que «no tuviese miedo, que era lo que Dios quería», le tocó el pecho y la agredió físicamente, denuncia la mujer.

Le pidió perdón, pero los tocamientos supuestamente se prolongaron hasta junio de 2013 y fueron «a más». Ella -continúa- sentía «miedo» y no se atrevía a contar lo que le estaba sucediendo; cuando ingresó en una clínica diagnosticada de anorexia, él fue a verla y le dijo que «si lo contaba, la mataba».

Su madre y el sacerdote decidieron someterla a un exorcismo

En 2014, su madre y el sacerdote decidieron someterla a un «exorcismo» al considerar que «tenía un demonio dentro» y al día siguiente el procesado volvió a citarla en el despacho parroquial, donde la violó, según la versión de la víctima relatada en el auto. Ella «no volvió más».

Hechos, según la magistrada, «de los que se presume su realidad con base en la valoración de los serios indicios obtenidos de las diligencias de instrucción».

Al conocerse el procesamiento, fuentes del Arzobispado aseguraron a Efe haber hecho «todo lo dispuesto por la legislación canónica y civil» y reiteraron «la condena de todos los casos de abusos cometidos», en «plena consonancia con lo dispuesto por el papa Francisco».

Pero declinaron hacer declaraciones «hasta que no se pronuncien las autoridades judiciales tanto civiles como eclesiásticas». En enero de 2018, José Luis G. M. fue nombrado capellán del Convento de Santiago Apóstol de Santiago, de monjas de clausura, en Toledo.

En uno de los informes que obra en la causa, se indica que los «padecimientos psiquiátricos» de la joven «son compatibles» con haber «experimentado acontecimientos traumatizantes» como «abusos-agresiones sexuales», «que la víctima vivió en soledad durante años en una situación de vulnerabilidad».

La defensa afirma que los encuentros denunciados nunca existieron

En su recurso contra el procesamiento, la defensa del sacerdote afirma que los encuentros denunciados «nunca existieron», que no eran compatibles con el horario de clase de la adolescente y alude a un informe médico de 2015 que dudó de que hubiera habido una violación.

La defensa, que se apoya en la versión de la madre de la chica, esgrime testimonios de testigos que han hablado de la relación de «cordialidad y confianza» entre el sacerdote y la joven, «incompatible con lo descrito en la querella», y destaca el «brillante» expediente académico que tuvo todos esos años, «algo difícil de explicar», a su juicio, de ser ciertos los abusos.

En definitiva, sostiene que hay un «fin espurio» en su acusación, por «venganza» y «celos», ya que el sacerdote mantuvo una relación afectiva con la madre de la chica, que desembocó en el divorcio de sus padres.

Argumentos contra los que la defensa mostró su oposición «firme y absoluta».

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