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"Era la Inquisición" 25/02/2012junio 14th, 2017

El escritor, dramaturgo y cineasta Fernando Arrabal ha asegurado que el hecho de ser el único español que tras la muerte de Franco tenía todas sus obras y películas prohibidas «es un privilegio superior al de recibir el Premio Nobel».

«Qué mayor honor puede existir para un autor que la inquisición sobre todas sus obras», ha exclamado Arrabal en una entrevista con Efe en Toledo, donde este fin de semana se representa su obra ‘El jardín de las delicias’, que escribió desde la cárcel en 1967, cuatro años antes de su controvertida «Carta al General Franco».


Precisamente desde 1967 y hasta la muerte del dictador, tuvo prohibida toda su obra el escritor melillense, después de haber firmado una dedicatoria a un joven que se lo pidió y que rezaba: «me cago en Dios, en la patria y todo lo demás».

«Yo vi al chico entusiasmado y pensé que mi dedicatoria iba a ser confidencial pero se la mostró a su padre, un capitán de la marina que la consideró blasfema y me denunció ante el general Franco», ha indicado Arrabal recordando ese episodio de su vida que le costó tres meses de cárcel, en lugar de los 12 años que le pedían, gracias a «la presión internacional» ejercida por escritores de la época.

En este punto y como algo anecdótico ha subrayado que todos los que le defendieron se convirtieron después en premios Nobel y ha citado los nombres de Octavio Paz, Samuel Beckett o Elías Canetti, además de los españoles Camilo José Cela y Vicente Aleixandre.

Incluso, las memorias del escritor neoyorquino Arthur Miller «terminan conmigo», ha confesado «orgulloso» Arrabal.

No obstante, para el dos veces Premio Nacional de Teatro y Premio Nadal de Novela, su experiencia carcelaria tuvo «muchas cosas cómicas» -por ejemplo cuando el primer comisario con el que habló tras su detención le preguntó «por qué ha sido usted detenido»- y también «trágicas», que le hacían recordar lo sucedido con su padre, el primer condenado a muerte de la guerra civil española.

«Hubo momentos en los que estaba convencido de que me iban a condenar a muerte como a mi padre y, entonces, pensaba que cuando me pidieran que dijese mis últimas palabras me iba a bajar los pantalones y a ponerme a hacer mis necesidades», ha apuntado Arrabal en ese tono provocador que siempre le acompaña.

Preguntado por la actual situación de crisis mundial, el polifacético creador de Melilla y vecino de París se declara «optimista» pues nunca ha creído en ella.

«La crisis es una trampa para robar, han creado un nuevo templo que es la Bolsa, que hace milagros todos los días haciendo de los pobres más pobres y del dinero más dinero, y luego hablan de crisis», ha ironizado Arrabal, quien confiesa no sentirse muy interesado por la política ni por la economía.

«Yo lo que siento es no poder hablar con Warhol, Beckett, Picasso, Dalí o Ionesco, menos mal que me quedan Milan Kundera y Michel Houellebecq«, comenta Arrabal, que convoca a éstos y otros amigos suyos cada quince días en su casa parisina a una reunión «en la que todos somos de ‘Destierrolandia'», dice en clave sarcástica.

A pesar de los numerosos premios que ha recibido, asegura que éstos «van y vienen» y que, para él, «la mayor distinción» es la que ha recibido de sus colegas «por el hecho de haberles conocido y haber hecho algo con todos ellos».

«No hay Nobel que se pueda comparar a esto, como tampoco tener prohibida toda mi producción a la muerte de Franco, qué mayor honor puede existir para un autor que la inquisición sobre todas sus obras», ha insistido Arrabal.

En cualquier caso, se siente «especialmente orgulloso» de la concesión del título de ‘Transcendente Sátrapa’, que le otorgó el Colegio de Patafísica y es el equivalente al Nobel para este colegio, porque de las 40 personalidades que lo recibieron en la segunda mitad del siglo XX, «sólo quedamos vivos 4», ha enfatizado.

A pocos meses para cumplir 80 años (el próximo 11 de agosto), Arrabal ha afirmado que sigue viendo la vida «llena de vericuetos y cada vez más confusa, aunque con gran optimismo, porque soy un enamorado de la vida y ésta es mi apuesta pascaliana», ha aseverado.

Pese a no residir en España desde 1955, se siente «muy bien tratado» en este país, aunque como «un total desconocido».

Y en este contexto recuerda la anécdota vivida hace varios años en Sevilla con la duquesa Cayetana de Alba, quien le dijo: «le admiro a usted muchísimo, me encantan todas sus canciones», concluye Arrabal con una amplia sonrisa en los labios.

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