lunes, 20 de mayo de 2024
08/08/2012junio 13th, 2017

La prestigiosa publicación National Geographic (www.nationalgeographic.com.es) ha dedicado un reportaje a Toledo, a la que se refiere como la Ciudad de las Tres Culturas. En su sección «Rutas y Escapadas» hace mención, entre otros aspectos, a la Judería y al esplendor isabelino, incluyendo además fotografías de una vista nocturna del Casco, la mezquita del Cristo de la Luz, dibujos de la Catedral y de San Juan de los Reyes y una imagen del cuadro del Entierro del Conde de Orgaz.

«El centro histórico de Toledo se asienta en una colina que, con la imponente mole del Alcázar, desciende hasta la ribera del río Tajo. Allí convivieron durante siglos musulmanes, judíos y cristianos, cuyo legado múltiple es aún perceptible donde quiera que se mire, desde sus monumentos a sus delicias gastronómicas. Llamada desde entonces la Ciudad de las Tres Culturas, estas capas de historia superpuestas han convertido a la actual capital manchega en un enclave de patrimonio impresionante». Así comienza el retrato que Nacional Geographic hace de Toledo, un retrato en el que habla de la puerta de Bisagra y de las mezquitas, sinagogas e iglesias que son legado de ese confluir de culturas. 


Hace una parada en las sinagogas del Tránsito y de Santa María la Blanca, en la mezquita del Cristo de la Luz y en el monasterio de San Juan de los Reyes. No pasa por alto tampoco la iglesia de Santo Tomé, la Catedral, el palacio Arzobispal, la plaza de Zocodover, el Museo de Santa Cruz y, como no, el Alcázar y el Museo del Ejército que acoge. Como atractivos de esa visita a la ciudad destaca igualmente la oportunidad que brinda Toledo de disfrutar del mejor mazapán y de platos típicos como los guisos de perdiz o el venado o de pasearse entre las tiendas de artesanía y damasquinado. 

«Para despedirse de la ciudad se aconseja contemplarla desde alguno de sus puentes. La imagen tal vez sea muy similar a la que veían los viajeros del siglo XVI. Entonces Toledo ya contaba con todos sus iconos y, tras ceder la capitalidad imperial a Madrid (1563), había empezado a recuperar la atmósfera tranquila de una típica ciudad castellana», concluye el reportaje.

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