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viernes, 29 de marzo de 2024
Extinción de incendios
Air Tractor 802 sobrevolando territorio luso
Operativo castellano-manchego - 01 julio 2017 - Toledo

«Cuando vas a este tipo de emergencias, sabes cuándo vas pero no cuándo vienes… porque vas en apoyo de quien lo solicita». Francisco Luzón, técnico de Geacam, es una de las 10 personas que ha estado en el dispositivo castellano-manchego de colaboración en la extinción del incendio forestal más grave que ha sufrido Portugal, en el que han ardido casi 50.000 hectáreas y en el que ha habido más de 60 muertos y se han superado los dos centenares de heridos. Regresaron el domingo 26 de nuevo a la región, después de haber operado tanto en la zona de Pedrogrão Grande -en el centro del país- donde estuvo el principal foco del incendio, así como en otras zonas.

«La Unión Europea nos movilizó mediante el Centro Europeo de Respuesta», señala Luzón, quien relata la actuación suya y de sus compañeros en la zona de Pedrogrão Grande, Gois y Alvares. El dispositivo formó parte del programa europeo Firegrus, para contribuir en desastres internacionales y se movilizó a Portugal una vez que la Unión Europea, a través del operativo europeo de respuesta a emergencias -European Emergency Response Capacity (EERC)-, activó el mecanismo comunitario de protección civil para proporcionar la ayuda necesaria al país vecino.


A ellos les tocó coordinar diferentes actuaciones desde el centro de mando: «nos enviaban misiones de trabajo que nosotros mandábamos a nuestros aviones para que siempre trabajaran con seguridad», según Francisco Luzón; seguridad que es la máxima con la que se trabaja en este tipo de actuaciones en las que el riesgo siempre está presente.

El operativo castellano-manchego trabajó de manera intensa en varias misiones desde su llegada a la zona el día 18 de junio, tan solo unas horas después de declararse el incendio forestal que dejaría desolada a la población del país vecino. A Francisco le acompañaban cuatro pilotos, cuatro técnicos y dos mecánicos de la Junta de Castilla-La Mancha.

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Dos fueron los aviones que la región envió a la zona tras la petición lusa de ayuda para la extinción de los focos y la protección civil. En concreto, dos aviones de carga en tierra Air Tractor AT 802, pertenecientes a las bases de Campillo-Paravientos (Cuenca) y Quintos de Don Pedro (Toledo), la base principal para medios aéreos de extinción de incendios en nuestra región. Llegaron hasta el aeródromo de Proença-a-Nova, lugar muy cercano a la zona incendiada el domingo 18 de junio, donde comenzaron a trabajar con el objetivo puesto en aminorar las pérdidas y, sobre todo, extinguir los focos.

La seguridad, presente en todo momento

«Cuando llegamos allí, había mucho lío», recalca Francisco, quien lleva 19 años como trabajador en este tipo de actuaciones. El caos, los diferentes problemas a los que había que hacer frente, además del fuego, así como otras condiciones, eran factores a tener en cuenta desde el principio hasta el final de la actuación. Dentro de la labor de apoyo del operativo estaba la misión de trabajo conjunta al centro de mando y dirección de la extinción.

[ze_summary text=»“Nosotros hablamos directamente con el centro de mando, ellos nos enviaban misiones de trabajo que nosotros mandábamos a nuestros aviones para que siempre trabajaran con seguridad”»]

“Nosotros hablamos directamente con el centro de mando, ellos nos enviaban misiones de trabajo que nosotros mandábamos a nuestros aviones para que siempre trabajaran con seguridad”[/ze_summary]

 

Junto al dispositivo regional, otros tantos efectivos tanto del país luso como de otros países miembros de la Unión Europea trabajaban sin descanso para poder acotar el incendio y mantener la situación bajo control, algo que no fue posible hasta pasados unos días, debido a la gran magnitud de los focos y de la superficie en llamas.

Tanto la meteorología como las densas nubes de humo fueron los mayores problemas a los que se tuvieron que enfrentar desde el principio. Francisco destaca que no tuvieron inconvenientes a la hora de realizar su trabajo ya que «la colaboración fue total» por parte de los efectivos lusos. Una vez allí, los problemas de logística fueron resueltos gracias a la ayuda del personal portugués. «No nos faltó de nada», puntualiza el técnico de Geacam.

Trabajo en diferentes zonas

El dispositivo de ayuda llegó en primer lugar a la zona más cercana al incendio, pero debido a la falta de visibilidad producida por las columnas de humo, los dos aviones no pudieron operar desde este punto aunque, al día siguiente, ambas aeronaves realizaron diferentes intervenciones en un área a 30 kilómetros de vuelo de la base, contribuyendo con varias descargas de agua en la zona. El martes 20 por la tarde, ante el avance del fuego a las proximidades de Gois, en la zona de Coimbra, los medios castellano-manchegos fueron asignados a este nuevo cometido. Allí se encontraron con una situación bastante insostenible: desalojos de viviendas en varias zonas debido a que el fuego cada vez se extendía más y las probabilidades de que entrara a las poblaciones.

José Almodovar, técnico de la Junta; Juan Bautista García-Egido y Daniel García Marco, técnicos de Geacam; Miguel Aguilar, técnico de la Junta; y Carlos Arroyo y Federico Martínez, los pilotos del operativo, trabajaron junto al propio Francisco Luzón en las tareas de extinción en Portugal en los días que permanecieron en zona lusa.

Operativo castellano-manchego que ha trabajado en las labores de extinción del incendio portugués.

«Hubo brigadas que estuvieron a pie de fuego pero nosotros estábamos más retirados. Estábamos en el centro de mando. Teníamos conocimiento de todos los bomberos, los relevos…». Tanto Francisco como sus compañeros tenían que coordinar las actuaciones de los tanques aéreos con la profesionalidad que merece este tipo de ocasiones. El dispositivo regional, debido a las actuaciones que se han llevado a cabo en Castilla-La Mancha ante los incendios forestales que se han dado durante los últimos tiempos, está bien preparado para su cometido. Los objetivos son claros y las pautas a seguir están bien interiorizadas.

«El desánimo estaba presente, lo veías en las caras… Nosotros seguíamos con ganas de trabajar para poder controlar la situación», apunta Francisco. La impresionante situación con la que se encontraron en Portugal podía definirse con el ambiente que pudieron vivir allí. Ante un incendio tan grande y todo lo que ello conlleva, la presión a la hora de trabajar para cumplir una serie de objetivos estuvo presente en todo momento. Aún así, el operativo estuvo en todo momento coordinando sus labores de extinción y la actuación planificada.

Portugal entero veía cómo ardía el corazón de su país y cómo seguía extendiéndose el incendio durante los primeros días en los que era imposible tener la situación bajo control. «Había una situación de quiero y no puedo…», según el propio Francisco. Querer terminar con ese infierno que suponen los incendios forestales, tristemente tan habituales en época estival, y no poder hacer nada ante los diferentes focos que arrasaron con todo lo que pillaron a su paso es un amargo recuerdo que quedará perenne durante bastante tiempo entre la sociedad portuguesa. «Cuando el incendio es tan grande y hay tantos factores, no puedes estar en todas partes», indica Luzón; porque «estar en todas partes significa jugarte la vida».

Especialistas en extinción de incendios

«En la zona que trabajamos y como lo hicimos… nos dieron autoridad y libertad para coordinar los aviones… en ningún momento vimos problemas para trabajar. Hubo muchas facilidades». Francisco Luzón retrata la actuación de sus compañeros y suya propia detalle a detalle. Que un dispositivo castellano-manchego haya acudido a ayudar en un incendio tan grande no es casualidad, no es fruto de un algoritmo ni de una decisión aleatoria. Tanto los técnicos como los pilotos que acudieron al foco del incendio portugués llevan años trabajando en este tipo de extinciones.

Los incendios forestales suelen ser una de las peores noticias que conocemos cada verano. Tanto nuestra región en particular como todo el país en general sufre cada año decenas de incendios en bosques y campos y muchos de ellos suelen ser provocados. Por eso, además de la profesionalidad de aquellos expertos forestales, es muy necesaria la concienciación y una mayor educación ambiental que ha de ser más intensa durante los meses más secos del año y con las temperaturas más altas.

Tanto Luzón como sus compañeros han trabajado en decenas de estas actuaciones, han tenido que enfrentarse una y otra vez a las llamas que devoran parajes y escenarios naturales y han regresado después de vivir una de las experiencias que les será difícil olvidar ya que se trata del peor incendio que recuerdan los portugueses y uno de los más graves registrados en el sur de Europa. Experiencia que fue un reto al que tuvieron que enfrentarse y, como en cada actuación, poner su vida en juego.

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