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21/02/2013junio 13th, 2017
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Ada Colau se hizo conocida en toda España por llamar criminal al portavoz de la banca que la había precedido en el uso de la palabra en su comparecencia en el Congreso. Llenó los telediarios y se hizo un hueco en los hogares, porque, si no textualmente, sí genéricamente, la frase es lo que muchos españoles hubieran querido decir si hubieran tenido la ocasión de hablar cara a cara con los que han hundido cajas y bancos, vendido preferentes a octogenarios y discapacitados y llenado de clásulas abusivas miles y miles de hipotecas.

Unos días más tarde la joven Beatriz Talegón les dijo a los más ilustres socialistas de toda Europa que se les había olvidado la revolución y que difícilmente se podrían encontrar las soluciones, y ni siquiera entender los problemas de la gente que sufre con la crisis, debatiendo sobre ellos en un hotel de cinco estrellas como el que ellos ocupaban en Cascais, donde se celebró hace unos días la reunión de la Internacional Socialista.


Más allá de la trayectoria personal de cada una de ellas y de los matices que se puedan poner a sus afirmaciones, que en líneas generales comparto, me llaman la atención varios denominadores comunes en ambas. El primero y más evidente es que las dos son mujeres. Y el segundo rasgo compartido es el valor que han demostrado diciendo lo que muchos piensan, pero pocos se atreven a soltar y menos delante de las narices de los aludidos.

Creo que hoy las mujeres tienen un papel fundamental en la renovación de las élites, para mí las grandes culpables de la situación actual de esta España en la que parece que todo va mal porque todos somos iguales.

Pero no, no todos somos iguales, ni mucho menos.

Aunque, en mi humilde opinión, casi todos los que ocupan las élites de la sociedad, la economía o la política, dan la sensación de parecerse mucho y de haberse estado tapando las vergüenzas unos a otros mientras España se inflaba como una burbuja y explotaba en la cara de la clase media y de los más pobres.

Las mujeres, apartadas hasta hace muy poco de los núcleos del poder, ya político, ya económico, ya sindical, ya… Tienen un importante papel que hacer.

Las mujeres, desde hace muy poco, minoritarias o microminoritarias en esos núcleos duros de la política, la economía, las finanzas o la sociedad son depositarias hoy de talentos y cualidades muy necesarios para hacer frente a la crisis de valores y liderazgos.

Porque no han sido núcleos duros, las mujeres no están contaminadas por los hábitos inmovilistas y acartonados de quienes han tenido la sartén por el mango en los últimos años.

Porque ocupar situaciones secundarias agudiza el ingenio, la observación y la humildad, las mujeres atesoran en su experiencia vital cualidades fundamentales para acometer la renovación de fondo y forma que necesitan España y sus élites.

Porque ser mujer y llegar, aunque sea al segundo escalón, conlleva implícitas dosis de gran esfuerzo, capacidad de sacrificio y valor. Todavía lo tenemos más difícil, por lo menos las generaciones que hoy tienen 40 y las que las precedieron.

De momento, las nuevas heroínas son mujeres.

Tomen nota, señores.

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