jueves, 2 de mayo de 2024
16/07/2012junio 13th, 2017
César del Río César del Río

Al final la tabla rasa intenta terminar con un problema pero genera otro, no sé si mayor o no, pero tremendamente injusto. Que sobran trabajadores en las administraciones estatal, regional, provincial y local allá por donde se mire es algo evidente, más si cabe después de las políticas de recolocación llevadas a cabo durante años y años por los partidos políticos para contentar a unos y otros. En cualquier comunidad autónoma, sin distinción de marca.

Y cuando casi nadie decía nada ni se quejaba, he ahí otro quid importante de la cuestión.


Pero la tabla rasa…

Todos sabemos que en cualquier empresa, o en la gran mayoría de ellas para ser más exactos, sea pública o privada (insisto, sea pública o privada), los hay que trabajan a destajo y se dejan prácticamente la vida en ello. Sobre todo si ven cómo día a día quienes les pagan llegan los primeros y se van los últimos (también hay empresarios del otro pelaje; mitad tinto, mitad blanco). Como de la misma forma existe un espectro de auténticos vagos a los que no hay forma de meter en vereda laboral por mucho que uno se empeñe.

Ahí está el error, en comparar a unos con otros. O en decir que la mayoría de los funcionarios son unos vagos, mito extendido en esta España nuestra. Como decir que todos los empresarios son unos explotadores.

Porque no todos deberían sufrir la «ira» de recortes que se va a llevar a cabo. Pagarán justos por pecadores y ahí sí entiendo el monumental cabreo que existe entre muchos de estos funcionarios que consiguieron su oposición a base de esfuerzo personal, que trabajan de sol a sol y dejándose la piel porque su cultura y condición humana así se lo «exigen» y que no están dispuestos a ser tratados de la misma forma que compañeros que tienen al lado y que cuantos más puentes se cojan, mejor.

Pero no confundamos los términos.

No tengo ninguna duda de que los jefes de servicio saben perfectamente quiénes son los funcionarios que no sólo no se merecen que les quiten ninguna paga, sino que además habría que hacerles un monumento a la eficacia, al trabajo y a la educación; y quiénes son los que no pegan ni chapa, los que llegan a su puesto y están deseando que pasen las horas, lleguen las tres y hasta mañana, que ya estoy cansado de ver pasar las manecillas del reloj.

Pues eso. Es obvio, ¿no?

Van a pagar justos por pecadores. Que el Estado ingresa menos de lo que gasta es obvio. Y que algo hay que hacer, también. Pero poner en práctica eso de que si no levanta la mano quienes la han liado vamos a castigar a toda la clase…

Que hay que hacer algo con el desfase laboral que han provocado los mismos políticos durante años en las administraciones es obvio. Pero con cabeza.

Como habría que meter mano, y ya, en la administración política. Lo he escrito más de una vez y seguiré haciéndolo. Lo decía un alcalde del PP de un pueblo toledano esta misma semana. Hay que matizar la idea de la reducción del 30 por 100 de los concejales, porque en muchos municipios los ediles no cobran y están a la que salta las 24 horas del día.

Por eso mismo yo empezaría por la administración estatal y seguiría por la regional.

Porque en muchos casos sobran políticos y faltan políticos. Menos pero mejor pagados.

¡Ay, esta España nuestra!

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