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"echo de menos a la mujer que yo creía que era" 17/11/2015junio 7th, 2017

El 16 de mayo de este año se tocó un bulto en el pecho y ya supo que era malo, porque «era distinto». Tenía razón, el 22 de mayo le confirmaban que era cáncer de mama y el 29 la sometieron a la primera operación. «El primer palo es horrible», confiesa Arantxa Romera Gómez, de Albacete, quien ha participado en el calendario benéfico de la Asociación de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama y Ginecológico (Amac) con el que quieren recaudar fondos.

Cuando le confirmaron que tenía cáncer de mama, los pensamientos negativos se agolparon en su cabeza. Arantxa, que tiene 42 años y dos hijos (Marcos de 11 años y Carmen María de seis), solo podía pensar en que se iba a morir e iba a dejar solos a sus hijos, a pesar de que las estadísticas indican que el 90 por 100 de los casos se curan cuando existe un diagnóstico precoz.


Arantxa atiende a Encastillalamancha mientras recibe unas de sus últimas sesiones de quimioterapia (acabará el tratamiento el 2 de diciembre). La Arantxa de ahora nada tiene que ver con la de las primeras sesiones, cuando pensaba que «iba camino del infierno», porque la quimio «es una sensación de vacío…» que la llevó, el primer día, a llorar todo el tiempo. «Lloré pensando en mi familia, lloré mucho y salí llorando». Llegó a perder 10 kilos en las cuatro primera sesiones, que son «devastadoras, se te caen las uñas, las cejas, las pestañas…«. Los dolores, las náuseas, el cansancio marcaban su vida y, «cuando te duele mucho el estómago, tu mente piensa que no vas a volver a comer».

«ME ENFADÉ CON EL MUNDO»

Arantxa optó por enfadarse con el mundo y «le hice daño y yo sabía que hacía daño», pero estaba sufriendo y «quería que los demás sufrieran como yo» porque estaba pasando por el segundo cáncer más frecuente en la actualidad, después del de pulmón.

Pero un día, «no sé cuándo», te despiertas y dices: «Conmigo no vas a poder»; y dejó de llorar porque no estaba dispuesta a morirse. Esa mañana «ya no te duele tanto el estómago y tomas zumo de naranja», empieza a superar los dos meses y medio en los que solo se mantuvo a base de tortilla francesa y patata cocida, comienza a engordar 100 gramos una semana… y llega a pensar que «ahora voy a vivir».

EL APOYO DE SU MADRE Y SU HERMANA

Se agarró a la vida y se apoyó en los que siempre habían estado ahí, entre ellos su madre, su hermana y su marido, que ha sido «un padre ejemplar y un marido paciente, amable y cariñoso que me ha querido con pelo y sin pelo, como él dice. Le quiero y quiero que todos lo sepan», confiesa a Encastillalamancha. Además ha contado siempre con el apoyo de su madre, quien «ha sido la persona a la que te agarras cuando estás al borde del abismo, siempre ha estado conmigo» porque aunque «le quedan cuatro pestañas (ahora ríe al decirlo) y me las pinto, me pinto mis cejas y echo de menos a la mujer que yo creía que era, mi madre siempre me dice que estoy muy guapa (se emociona)».

Físicamente sigue «fatal» porque «me duele todo el cuerpo», pero «estoy muy feliz y contenta. Ya no estoy enfadada con la vida«. Vive momentos intensos, que solo ella y las mujeres que han pasado por lo mismo pueden entender. «La gente no te entiende cuando lloras por tu pelo», por ejemplo, y recuerda aquel día que tocó el de su hermana para ayudarla a hacerse unas ondas en el pelo y, al tocarlo, sintió «un dolor intenso porque yo también lo hacía antes. La dejé guapísima y luego me puse mi gorro (se emociona al recordarlo)».

«TE BESAN, TE ABRAZAN, TE CUIDAN…»

Ahora que ha pasado por estos meses tan intenso, incluso se anima a posar para el calendario que la asociación ha lanzado y que ha realizado en colaboración con el personal sanitario del Hospital General Universitario y del Hospital Universitario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Albacete. Un trabajo con la que valorar la labor de estos profesionales, a los que Arantxa suma a los de la Clínica Santa Cristina: «Alicia, Ana, Inma… No solo te pinchan, también te besan, te cuidan, te abrazan…».

Arantxa quien, asegura que está feliz y agradece el esfuerzo y el apoyo recibido por su madre, por su hermana, por su familia, por sus amigas; está convencida de que «el cáncer somos nosotras, cada mujer lo vive de una manera, pero vamos a descubrir algún día que podemos vivir y todo lo pequeño será maravilloso«.

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