Menudos los viajes que se ha pegado el vicepresidente del PP en la Diputación de Toledo, alcalde de Mora y coordinador general del PP en la provincia, Emilio Bravo. Ha estado en muchos lados, aunque empezó tarde, dado el origen humilde de su familia, gente de campo. De sus muchas aventuras viajeras se queda con el clásico itinerario centroeuropeo: Viena, Praga y Budapest. No se le olvidará el viaje de novios, en la República Dominicana, donde el huracán «Hugo» le dio un buen susto. Tanto trajín veraniego incluyó un crucero.
Como contraste, y quizá como descanso del guerrero, en los últimos años opta por la tranquilidad playera de Calpe (Alicante), adonde le cuesta Dios y ayuda convencer a sus hijos, ya talluditos, para que la acompañen en su relajado verano mediterráneo. Los veranos de Bravo han tenido de todo, hasta de la clásica escapada en coche junto a su entonces novia a aquellos «lejanos» -entonces- países, que eran Francia y Suiza.
Emilio Bravo comenzó a veranear con sol y agua tarde, muy tarde. Y lo explica: su familia era gente de campo, muy humilde, de tal forma que tuvo que esperar a tener 20 años para posar lozanamente (¡menuda cantidad de pelo!) rodeado de toallas en una piscina moracha (Mora es su pueblo natal), como se aprecia en una de las fotografías contenidas en este reportaje.
A Bravo le encanta viajar. “Por eso no tendré nunca un duro”, dice, “porque me lo gasto todo”. De los muchos periplos que ha finalizado, destaca, como verano de su vida, el que pasó en Nerja (Málaga) con sus dos hijos, Emilio y Quique, cuando eran pequeños. “Me lo pasé muy bien durante aquel verano porque ya podía disfrutar de ellos, siendo tan pequeños”, relata.
Entonces les “convencía” para que fuesen con él. Ahora es otro cantar. Le cuesta Dios y ayuda convencerles para que formen parte de su verano, porque, ya se sabe, los jóvenes tienen sus propios planes.
EN MUCHOS LUGARES
Bravo ha estado en muchos lugares: Suecia, Chequia, Portugal, Estados Unidos, Islas Caimán, Cuba… Siente predilección por el viaje que hizo a Centroeuropa, en el que cumplió el clásico itinerario: Praga, Viena, Budapest. De este viaje prefiere Budapest, que le encantó, más que Praga y sobre todo Viena, aunque esta experiencia en general no tiene sino muy buenos recuerdos.
Su viaje de novios fue la República Dominicana en 1989, donde se topó con el huracán “Hugo”. Y claro, hay recuerdos que no se olvidan: «Éramos entonces no más de cuatro españoles, ya que fuimos en una época en la que no estaba de moda ir aún a ese tipo tan exótico de destinos. Ya en el hotel, me impresionó mucho la recomendación que nos dieron de que nos metiéramos en el cuarto de baño en previsión de alguna desgracia…” Por suerte, pudo contarlo. En una de las fotografías del reportaje, aparece con un grupo de vecinos de Santo Domingo. “Cuando viajo siempre me gusta mezclarme lo más posible con la gente del lugar. Me encanta conocer personas nuevas en los viajes”, confiesa.
Bravo continúa desgranando recuerdos. Y este es un clásico: recién casado con su esposa, Begoña, cogió su flamante Opel Kadett y con unos 27 años se marcharon a Francia y Suiza, a dormir donde podían, sin un plan preestablecido. Lo propio de la juventud, ese dulce pájaro.
El político «popular» también ha viajado en crucero, como el que le llevó a La Habana, Islas Caimán, Méjico y Jamaica. Aunque no ha repetido, no es porque no le gustara. Guarda un gran recuerdo de aquel viaje.
En contraste con tanto vuelo internacional, el alcalde de Mora revela que desde hace ya unos 10 años veranea en Calpe (Alicante), donde ya ha forjado su ambiente, en el que se siente como pez en el agua. Es ahí donde le cuesta mucho lograr que sus hijos, ya talluditos, le acompañen en su relajado verano mediterráneo.
Por lo demás, más clasicismo veraniego del dirigente del PP: a los mozos 22 años se le ve posando junto con un amigo en Lloret de Mar, sobre una roca, con el uniforme playero y al lado de una caña de pescar.
El viaje a Ibiza lo cumplimentó con 25 años y su esposa, recién casados. El portavoz del PP en la Diputación también estuvo en Sevilla en 1992, o sea, para visitar la Exposición Universal, donde recaló con niños incluidos. Corría el mes de mayo de aquel año mágico para la capital andaluza y España (fue el año, además, de los Juegos Olímpicos). La familia no durmió en la misma Sevilla sino en la localidad onubense de Matalascañas.
En otra de las fotos que ha cedido para elaborar este reportaje aparece con su hijo Emilio en Peñíscola (Castellón), sentado en un arco de piedra.
DINERO BIEN GASTADO
Estos son los veranos del dirigente “popular” Emilio Bravo, viajero impenitente, ahora (más bien desde hace una década) playero tranquilo, que es de los que piensan que cualquier dinero gastado en un viaje está bien empleado, porque la experiencia nunca cae en saco roto. Con todo, su verano preferido fue aquel malagueño de la conocida localidad de Nerja, en el que lo compartió todo con su familia. Tanto viaje le ha dado hasta para sustos, como aquel de Santo Domingo (República Dominicana) en el que se vio en el interior del cuarto de baño de un hotel por un huracán de nada llamado popularmente Hugo…
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