Acaba de completar 1.250 kilómetros entre dunas e hielo, de Namibia a Atacama pasando por la Antártida, Jordania y Mongolia, y lo ha hecho como la primera española que gana la exigente competición ‘Grand Slam Plus 4 Deserts’: Es Maigua Ojeda, la atleta toledana que triunfa en los desiertos más importantes del mundo.
Logró la victoria final
En un año, esta corredora, afincada en la costa malagueña, no solo ha recorrido en autosuficiencia cargada únicamente con una mochila los 250 kilómetros de cada uno de los cinco desiertos, sino que se ha alzado con la victoria final, también en categoría general.
En carreras de seis etapas, con un total de 250 kilómetros cada una, la organización sólo provee a los corredores con agua y una tienda de campaña, para dormir en los campamentos. El resto, lo cargan en una mochila que, en el caso de Maigua Ojeda, pesaba hasta 11 kilos, con geles de alimento, saco, material de frío, de rescate o botiquín.
«Vi que existía este Grand Slam, decidí que era mi momento y que, como deportista, podía estar preparada». De esta forma tan sencilla define Ojeda en una entrevista su salto a la aventura, que le ha llevado a correr por medio mundo en solo un año.
Entre -12 y 54 grados
El reto la ha situado en condiciones extremas, desde el calor de Namibia, que llegó a 54 grados centígrados, al frío de la Antártida, a -12 grados. En Jordania, en el Wadi Rum, disfrutó la experiencia de correr «como en marte, con la arena roja, formaciones rocosas increíbles y cañones muy estrechos».
¿Cómo se prepara una atleta para estas condiciones tan distintas? «Para adaptarme al calor en Málaga no tuve problema, era la loca que salía a las 14:00 horas en pleno mes de julio, con una mochila de autosuficiencia, a hacer dunas por la playa», relata.
«La mejor equipación posible»
Sin embargo, entrenar para el frío de la Antártida sí fue más complicado: «No tuve nada cerca de casa para adaptarme, así que solo llevé la mejor equipación posible», explica Ojeda.
En tantos kilómetros, hay momentos en que las fuerzas flaquean, como le ocurrió en Jordania, donde iba ganando la prueba pero, después de cuatro maratones en sus piernas, durante el doble maratón, pensó en retirarse cuando sólo quedaban 20 kilómetros para meta, ya que el balizaje nocturno no era correcto y se perdió.
En una zona militar sin internet, con el reloj «que se había vuelto loco» y con una persona que empezó a seguirle, corrió sobre sus pasos y volvió al avituallamiento y se quitó el dorsal, pero allí encontró el acompañamiento de una corredora hasta la meta, un gesto de una compañera que terminó siendo clave para conseguir la victoria final.

La atleta toledana, con sus últimas medallas. Foto: Maigua Ojeda.
«La soledad te nutre muchísimo»
En todas estas carreras estaban ella, su mochila y una soledad que le ha «nutrido» muchísimo: «Lo más bonito de estos desiertos es poder hacer un 360 sobre ti misma y ver que estás completamente sola y no hay nada en kilómetros a la redonda», asegura la atleta.
Para Maigua Ojeda, «cuando sabes estar solo tienes mucha más claridad mental«. Además, explica que los deportistas siempre suelen buscar «la aventura y la exploración», pero eso no se queda sólo en el entorno, también en ellos mismos.
Ahora, una vez conseguido el reto, tras días de dormir en el suelo, viajes sola, entrenamientos solitarios y dejar «muchas cosas de lado», se dará unos meses de vacaciones, para «celebrar», porque considera que demasiadas veces las personas «pasan de largo por sus grandes logros» simplemente porque tienen «la agenda llena».
Sin embargo, el calendario de objetivos ya está en su cabeza y apunta al Círculo Polar Ártico, para completar una carrera de 500 kilómetros tirando de un trineo en el menor tiempo posible.