
El reciente congreso del Partido Popular en Madrid ha sido, más que un congreso, el pistoletazo de salida de una precampaña electoral con el legítimo objetivo de desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa y conseguir que llegue Alberto Núñez Feijóo. Los dirigentes populares, entusiasmados con los problemas por corrupción e infame machismo que tres personas -hasta el momento- han ocasionado al PSOE, están convencidos de que ha llegado su hora y ven a su líder presidente del Gobierno más pronto que tarde porque sueñan con un adelanto de las elecciones.
Por eso no ha habido debates ideológicos de fondo en el 21 congreso nacional del PP. No los necesitaban. Ha sido un congreso-balneario, como lo ha definido el periodista Juanma Lamet. Han presentado una ponencia política que no contiene ningún tema que pudiera provocar polémica como el aborto o la eutanasia, y han dedicado tres días a lo que estaba previsto: a ofrecer una imagen de unidad que nunca antes se había visto en este partido y a ensalzar a su líder, que fue reelegido presidente con el 99,24% de los votos.
Una dimisión en el PSOE muy beneficiosa para el PP
El principal protagonista de este congreso ha sido quien no participaba en él: el Partido Socialista y sus problemas. El sábado 5 de julio, poco antes de que comenzara en el PSOE la reunión de su comité federal más complicada desde hace muchos años, dimitió Francisco Salazar. Era el coordinador institucional en la Presidencia del Gobierno y Pedro Sánchez le había elegido para ser uno de los dos adjuntos a la nueva secretaria de Organización en sustitución de Santos Cerdán, pero tuvo que dimitir tras publicarse que varias mujeres que han trabajado a sus órdenes le acusan de «comportamientos inadecuados», actitudes «babosas» con ellas e incluso «acoso sexual y abuso de poder».
La dimisión de Francisco Salazar, unida al encarcelamiento del que era secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, llevaron a los populares a un estado de entusiasmo. Muchos asistentes al congreso debieron pensar que todo esto es la puntilla para Pedro Sánchez. Fue una dimisión muy beneficiosa para el PP.
Una propuesta contra derechos de los trabajadores
Una de las propuestas incluidas en la ponencia política del PP, que ha tenido escasa repercusión en los medios de comunicación, es un atentado directo contra derechos de los trabajadores que están vigentes desde hace décadas: si Feijóo llega al Gobierno, determinadas circunstancias que afectan a las empresas de más de 50 personas en su plantilla solo se aplicarán en las que tengan más de 250.
Esto se traduciría en que los comités de empresa se podrán constituir en las que tengan más de 250 trabajadores, mientras que ahora los pueden tener a partir de 50. Según esa propuesta, «hay que eliminar trabas y los umbrales regulatorios asociados al tamaño empresarial: 250 trabajadores deben ser los nuevos 50».
La Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), como otros sindicatos, ha expresado su rechazo a esa propuesta y ha recordado que, en contra de lo que afirma el PP, los comités son los que representan legalmente a las personas trabajadoras y tienen la misión, entre otras, de «colaborar con la empresa para conseguir el establecimiento de cuantas medidas procuren el mantenimiento y el incremento de la productividad».