El Castillo de Belmonte, en la provincia de Cuenca, además de ser en su lejano día propiedad de la esposa de Napoleón III, ha sido escenario de películas.
El Quijote y el Cid
Es un recinto de galones, no solo históricos. Así, personajes como el Quijote y el Cid, imaginarios o reales, conocieron sus piedras, aunque sea en el cine.
Más concretamente, en el Castillo de Belmonte transcurre la historia de amor entre el Cid de Charlton Heston y la doña Jimena de Sofía Loren. Fue en la película de 1961 dirigida por Anthony Mann.
El rodaje en el Castillo de Belmonte se utilizó para algunas escenas clave, como el torneo medieval, aprovechando la arquitectura y el ambiente de la fortaleza. La película muestra el castillo como parte del paisaje de la época en la que se desarrolla la historia del Cid Campeador.
Una de las escenas más destacadas, el torneo a caballo de Rodrigo Díaz de Vivar, se rodó en la explanada del antiguo campo de fútbol, en una de las laderas en las que se encuentra el castillo. Muchos de los habitantes participaron como extras en el proyecto ataviados como caballeros.
Vuelta al pasado con las emocionantes batallas medievales en Belmonte: fecha y entradas
No fue la única vez que el recinto fortificado de Belmonte acogió historias cinematográficas. Así, se rodó en él en parte El Señor de los Anillos (Ralph Bakshi, 1978), en la versión en dibujos animados. El castillo es la fortaleza de Helm, atacada por los orcos de Isengard sobre el final del film.
También Paul Verhoeven, en 1985, dirigió allí Los señores del acero, cuando se quemó parte de la Torre del Homenaje, en pleno rodaje.
Más recientemente el castillo se convirtió en el palacio y cárcel donde enclaustraron a Juana en Juana la Loca (Vicente Aranda, 2001) y un año más tarde acogió algunas de las escenas de El caballero Don Quijote (Manuel Gutiérrez Aragón, 2002).
El castillo
El Castillo de Belmonte, de estilo gótico mudéjar, fue mandado construir en 1456 por Juan Pacheco, primer marqués de Villena y uno de los hombres más poderosos del reino. Su imponente estructura defensiva contrasta con su lujoso interior, con techumbres mudéjares y un bestiario medieval esculpido en piedra; es una fortaleza única en España.
Tras perder su función como residencia señorial en 1480, sufrió un progresivo abandono, agravado por su uso militar en la Guerra de Secesión y la Guerra de la Independencia. En el siglo XIX, Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, lo heredó e inició su restauración en 1857 bajo la dirección del arquitecto Alejandro Sureda. Tras su fallecimiento en 1920, su bisnieto, el XVI Duque de Peñaranda, continuó con las reformas hasta que en 1931 fue declarado Tesoro Artístico Nacional. Durante la Guerra Civil sirvió como cuartel y cárcel, quedando nuevamente en estado de abandono.
Hoy en día, el castillo se encuentra en perfecto estado.