En el interior de Castilla-La Mancha, donde el paisaje combina montañas suaves, riberas verdes y pueblos que parecen sacados de una postal, se esconde uno de los destinos más sorprendentes para disfrutar del verano: la «Playeta» Fluvial de Alcalá del Júcar.
Este rincón, abrazado por el cañón del río Júcar y coronado por un castillo medieval, es un lugar en el que el agua fresca, la historia y la aventura se dan la mano.
Alcalá del Júcar está reconocido como uno de los pueblos más bonitos de España, y no es difícil entender por qué. Su playa fluvial, ubicada junto al puente romano y rodeada de casas blancas excavadas en la roca, ofrece a los visitantes la posibilidad de refrescarse en un entorno de ensueño, disfrutar de deportes acuáticos, probar la gastronomía local y perderse por un casco histórico que respira historia.
Un baño con vistas que parecen de otra época
La playa cuenta con una amplia zona de arena y césped donde colocar la toalla, descansar bajo el sol o leer a la sombra de los árboles de ribera. Las aguas del río Júcar, limpias y de temperatura refrescante, invitan a sumergirse incluso en los días más calurosos de agosto.
Mientras te bañas, la vista se pierde entre el puente romano, el perfil del castillo y las fachadas colgadas sobre el acantilado, creando una sensación única: la de estar nadando en un escenario de película.
En temporada alta, la seguridad está garantizada gracias a la presencia de socorristas y zonas de baño delimitadas para niños y adultos.
Además, la playa fluvial de Alcalá del Júcar es mucho más que un lugar para relajarse: es también un centro de deporte y aventura que atrae a viajeros activos de toda Castilla-La Mancha y provincias vecinas. Entre sus actividades estrella se encuentran: piragüismo, kayak y paddle surf.

Alcalá del Júcar. Imagen de la asociación Los Pueblos Más Bonitos de España