Beteta, pueblo conquense, añade a sus innumerables encantos naturales el acogimiento de uno de los castillos más altos de España y un balneario del siglo XVIII, mandado construir por el diligente -así lo parece por las obras que mandó construir- rey Carlos III, el de Solán de Cabras.
El Castillo de Rochafrida
De los susodichos encantos naturales solo hay que decir que este municipio conquense está ubicado entre el Parque Natural de la Serranía de Cuenca y el Parque Natural del Alto Tajo, casi nada. Solo hay que hacerse una idea, con una basta, pero es que además alberga el Castillo de Rochafrida, que podría datar más allá del siglo XII, que permite una vista imponente desde su atalaya de 1.363 metros: es uno de los más altos de España.
De origen musulmán y naturaleza militar, fue destruido tras las guerras carlistas; hoy en día se conservan simples basamentos, parte de la torre del homenaje, los fosos y parte de la muralla medieval, que también es visible desde ciertas partes del pueblo. Desde aquí se podía vigilar el paso por la Hoz de Beteta y controlar las rutas determinantes que comunicaban Cuenca con Molina de Aragón.

Castillo de Rochafrida. Foto: Ayuntamiento de Beteta.
También conocido como Rochafría
El castillo de Rochafrida, también conocido como Rochafría, es una fortaleza situada sobre el pueblo de Beteta; ofrece unas vistas espectaculares de la vega del río Guadiela.
Se construyó sobre asentamientos iberos anteriores. Durante la dominación musulmana, la fortaleza de Beteta se convirtió en un punto estratégico clave, controlando el paso hacia Molina de Aragón, frontera del domino musulmán durante mucho tiempo. A lo largo de su historia, el castillo ha sido propiedad de varias familias como los Carrillo y Albornoz, ha tenido diversos usos y ha sido objeto de varias reformas.
Las guerras carlistas del siglo XIX marcaron el inicio de su decadencia, pues el castillo sufrió graves daños debido a su importante función militar. Durante la primera guerra carlista, el general Cabrera consideró la posición de Beteta como base para afianzar las tierras de Cuenca y Guadalajara y acercarse a Madrid.
Qué destacan en el castillo
Entre sus restos destacan la torre del homenaje, en la mitad del patio de armas, una estructura pentagonal de dos pisos y un adarve superior. En el interior del castillo se disponían varios espacios según su función: alojamientos para los oficiales, bodega, almacenes y habitaciones para la tropa. Junto a la entrada principal, todavía se conserva un arco escarzano, que da acceso a una pequeña estancia de vigilancia con una chimenea, que servía de resguardo a la guardia.
El castillo fue parcialmente restaurado en 2018, lo que mejoró significativamente su aspecto exterior. No obstante, aún queda mucho trabajo pendiente tanto de restauración como de investigación para resolver las dudas sobre su origen y sus antiguos habitantes.
Balneario de Solán de Cabras
Más allá de la Hoz de Beteta, el pueblo cuenta con numerosos escenarios naturales idílicos. Uno de ellos es el Real Sitio de Solán de Cabras, donde Carlos III construyó un balneario al conocer la popularidad de sus aguas, un lugar que hoy en día sigue en pie y rodeado de cascadas, riachuelos y bosque.
El Real Balneario de Solán de Cabras se sitúa en un paraje de singular belleza en el corazón de la Serranía de Cuenca, a orillas del río Cuervo. Ubicado a solo unos kilómetros de Beteta, este balneario es famoso por la pureza de sus aguas mineromedicinales, reconocidas oficialmente por sus propiedades curativas desde el siglo XVIII.

Aspecto parcial del balneario de Solán de Cabras. Foto: Ayuntamiento de Beteta.
Su historia
La historia de este emblemático lugar se remonta, al menos, a 1775, cuando el rey Carlos III ordenó la construcción del balneario, sentando las bases de un lugar que, durante siglos, ha sido sinónimo de salud y bienestar. Poco después, las aguas de Solán de Cabras fueron declaradas de utilidad pública y de interés mineromedicinal, convirtiéndose en un punto de referencia para aquellos que buscaban sus beneficios terapéuticos. A principios del siglo XIX, el balneario fue declarado Real Sitio y recibió la visita de Fernando VII y su esposa María Josefa Amalia de Sajonia, en busca de heredero.
El fundador de la planta embotelladora
En el siglo XX, Baldomero Sanz, vecino de Beteta y dueño de los baños, fundó la planta embotelladora de agua mineral que aún hoy opera en el lugar, permitiendo que el agua de Solán de Cabras, conocida por sus propiedades mineromedicinales, se distribuya a nivel nacional e internacional.
Rodeado de un entorno natural de impresionante belleza, el Real Balneario de Solán de Cabras invita a los visitantes a disfrutar de sus paisajes, ideales para relajarse y desconectar. Desde las imponentes formaciones geológicas hasta la riqueza de flora y fauna, la zona alrededor del balneario es perfecta para realizar rutas de senderismo o simplemente sumergirse en la tranquilidad que ofrece este rincón único de la naturaleza.