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jueves, 4 de septiembre de 2025
Imagen aérea del Real Sitio de La Isabela.
Imagen aérea del Real Sitio de La Isabela.
El lugar histórico que enterró el embalse de Buendía - 04 septiembre 2025 - Toledo

Sus aguas tenían acreditados usos medicinales avalados por la medicina higienista. Desde la antigua Roma su fama curativa fue pasando de civilización a civilización hasta convertirse en un Real Sitio gracias a la persona que daría nombre al lugar: María Isabel de Braganza.

Hablamos del Real Sitio de La Isabela, un balneario de aguas medicinales que tuvo gran popularidad y fue muy visitado por la nobleza y la aristocracia en los siglos XVII y XIX, pero que quedó engullido por uno de los embalses de mayor capacidad de España, el de Buendía, que lo forman las aguas del Guadiela y algunos afluentes.


La historia de La Isabela

Está situado en el término municipal de Sacedón (Guadalajara), a unos ocho kilómetros del pueblo, en el margen derecho del Guadiela. Fueron los romanos los primeros levantar unos baños en estas aguas, y es que La Isabela está situada junto a la ciudad romana de Ercávica, en Cañaveruelas (Cuenca).

En época musulmana continuó la fama del lugar y se edificó una casa donde se alojaban enfermos que acudían a beneficiarse de las propiedades de sus aguas. Bajo el dominio cristiano el lugar siguió creciendo, llegando a albergar un monasterio y un hospital.

La reina Mariana de Austria visitó en 1663 el lugar por recomendación de su médico y mandó construir una casa próxima a los baños para que la monarquía se alojase en sus visitas, aunque esta quedó en estado de abandono.

Llegamos al siglo XVIII y a la época de mayor apogeo del lugar. Entre la aristocracia se había popularizado el turismo de balnearios y precisamente un infante, don Antonio, hijo de Carlos III, sería quien le daría un gran impulso. Visitaba el lugar con regularidad, mandó reconstruir la antigua casa, mejoró los accesos, incluso encargó un estudio sobre las cualidades de las aguas, de las cuales también se benefició el rey, Fernando VII, que acudió recomendado por su tío.

Y aquí es cuando llegamos al momento en el que su esposa, María Isabel de Braganza hizo del balneario real sitio:

Impulsó la construcción de un palacio rodeado por jardines y fuentes, que se iniciaron en 1817, aunque la reina no pudo disfrutarlo, porque falleció un año después, pero sí que dejaría para siempre su legado en el lugar, puesto que pasó a llamarse el Real Sitio de la Isabela, el último de estos espacios edificados en la monarquía borbónica absolutista.

Además del palacio también se levantó lo que sería el pueblo de La Isabela, con un plano reticular que contaba con 18 casas, cuatro cuarteles, una plaza mayor, una plaza de mercado, además del palacio y los jardines, todo ello pensado para que pudiese servir de lugar de esparcimiento de la monarquía.

Bajo el reinado de Isabel II, que no apreció tanto el lugar como sus antecesores, se trató de construir un balneario para revitalizar el lugar, pero el proyecto nunca se llevó a cabo y La Isabela fue perdiendo poco a poco visitantes y popularidad.

Así llegamos al siglo XX, cuando se proyectó el embalse de Buendía, el cual dejaba sumergido este Real Sitio.

Pero antes, La Isabela tuvo otro momento álgido durante la Guerra Civil, dado que sus instalaciones sirvieron como cuartel, hospital psiquiátrico y alojamiento para evacuados.

En 1955 los últimos habitantes del pueblo de La Isabela abandonaron el lugar en dirección a Valladolid, concretamente San Bernardo.

Posteriormente se procedió al llenado del embalse, que quedaría inaugurado tres años después, dejando siglos de historia cubiertos por el agua.

En la actualidad, de La Isabela solo quedan restos, aunque debido a las constantes bajadas del embalse de Buendía cada cierto tiempo vuelve a salir a la luz los pilares y el perfecto plano reticular del pueblo, a pesar de que necesita un nivel muy bajo del pantano para verse.

Pequeños vestigios del pasado en una preciosa comarca, la de La Alcarria, que rememoran un pasado esplendoroso en una tierra que sufre la despoblación y que clama por no caer en el olvido.

David Romero
David Romero

Periodista conquense. Redactor jefe de encastillalamancha.es. En este medio desde 2016. Escribo sobre política, medio ambiente, sucesos, economía…

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