Hispania Nostra acaba de incluir en su Lista Roja del Patrimonio ocho edificios históricos de la región, entre elos la plaza de toros de Quintanar de la Orden (Toledo), una construcción de estilo neomudéjar del siglo XIX que sufre el deterioro del graderío y el muro perimetral, con peligro de derrumbe.
Era la capital taurina del Toledo manchego
Y eso que Quintanar llego a ser como la capital taurina del Toledo manchego, como puede ser Almagro o Alcázar de San Juan en otras partes de La Mancha.
La Plaza de Toros de Quintanar de la Orden comenzó a construirse en 1876 por Pascual Dávila Ponce de León y Figueroa y por Inés Díaz Pimienta “La Marquesita”. La construcción de la plaza se realizó con muros de tapiales, asentando el graderío sobre un talud de tierra. Fue inaugurada el 26 de septiembre de 1879.
En 1949 fue reformada tras la adquisición por parte del Ayuntamiento, constituyendo así el aspecto exterior neomudéjar actual con estructura circular de fábrica de mampostería con ladrillo macizo en hiladas y recercado de huecos. En 1969 se amplió su capacidad de 4.500 a 6.000 localidades, sustituyendo un pasillo corredor que circundaba la plaza en la parte alta del graderío por nuevas filas de asientos.
Bien Inventariado en el Patrimonio Arqueológico en la Planeamiento Urbanístico de Quintanar de la Orden, forma parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha, también del Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico Provincial (Ipahida) y del Inventario de la Carta Arqueológica y edificios protegidos del municipio, inserto en el proyecto del POM.
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El estado actual de la plaza reviste un grave peligro a nivel estructural
Según Hispania Nostra, el estado actual de la plaza reviste un grave peligro a nivel estructural y existe un riesgo importante de derrumbes en el muro de mampostería perimetral, por lo que sigue cerrada al público para preservar la seguridad de los usuarios. Este estado de deterioro de un edificio perteneciente al patrimonio de Quintanar de la Orden es una situación que se irá agravando con el tiempo que permanezca en abandono y sin intervención, lo que provocará su ruina total y la desaparición de un edificio del patrimonio histórico y cultural de la población.
En 2019 se inició un proceso de rehabilitación que se encuentra paralizado en la actualidad. Una vez se iniciaron las obras y se comprobó el grado de alcance de las deficiencias reales de la construcción existente, se concluyó que la solución escogida inicialmente era demasiado conservadora y la intervención que se había previsto no podía asegurar que se alargase la vida útil del edificio lo suficiente.
Trámites que se quedaron en nada
Antes, en 2015, el Ayuntamiento iniciaba los trámites para el arreglo de la plaza, cuyo coste estimaban en 700.000 euros, trámites que cayeron en saco roto.
La reforma de entonces iba a ser la segunda de gran escala efectuada en el coso quintanareño desde su construcción en 1876, tras la acometida, ya mencionada, en los años 50 del siglo XX. Aquel arreglo fue acometido por una iniciativa popular que incluyó desde cuestaciones al trabajo comunal en el transporte y la instalación de materiales. De aquella intervención data su imagen actual, con su muro perimetral de piedra y accesos de imagen mozárabe, pero también sus problemas.
Y es que el empleo de rellenos de adobe bajo los graderíos hizo que la estructura fuera demasiado sensible a las filtraciones de agua, lo que terminó dañándola.