El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, se ha preguntado hoy en qué momento se criminalizaron valores democráticos con el diálogo y los pactos con los que piensan diferentes o cuándo se perdió el concepto de lo que es el interés general de España. En defenitiva, Page añora el espiritu de la Constitución y la Transición, que ve inalcanzables con la clase política de hoy, en la que abundan los «gestores del frentismo» y del «populismo», tanto independentista como social.
El líder castellanomanchego ha compartido estas reflexiones durante la celebración del Día de la Constitución en las Cortes de Castilla-La Mancha, un acto al que han asistido representantes de todas los segmentos sociales, institucionales y militares de la región y que ha finalizado con un izado de banderas a cargo de personas con discapacidad, ya que hoy 3 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la Discapacidad.
Page ha defendido la pluralidad que definen España, tanto «la diversidad social, política, territorial», pero afirmar que garantizarlas es «apostar por la igualdad de derechos; la mejor garantía es que ninguna de esas diversidades se imponga sobre las otras o tenga privilegios es que la igualdad esté por encima».
El presidente de la Junta también se ha referido a que este año coincida la celebración del Día de la Constitución con la tramitación en el Congreso de los Diputados de la reforma del Estatuto de Autonomía, aprobado por consenso de PSOE y PP: «No lo hubiéramos hecho de ninguna otra manera; era condición sine qua non, como tendrían que ser todas las cosas que se hacen con altura de miras», ha precisado.
«El frentismo como mercancía política y modo de resistir»
¿Cuánto de parecido tiene el momento político actual con el que alumbró la Constitución del 78?, se ha preguntado. Para autorresponderse que «estamos en el momento más distante y opuesto al de la Transición; con la realidad política española, que es culpa de todos, de la propia clase política, sería impensable no ya una reforma, menos aún alumbrar una Constitución», ha afirmado. Y ha lamentado que la conmemoración constitucional no se celebre con el mismo entusiasmo en todo el país ni por todos los partidos. «Hay que ser demócrata por delante de ser de derechas o de izquierdas… La Constitución no la celebran por igual los que se han convertido en gestores del frentismo y el odio, los que han hecho del enfrentamiento artificial su propia mercancía política, su modo de resistir».
Para Page, fue una suerte la coincidencia en la España de 1978 de políticos como el Rey Juan Carlos, Torcuato, Gutiérrez Mellado, Suárez, González, Guerra, Santiago Carrillo, Fraga… Pero ha precisado que no solo la clase política estuvo a la altura de las circunstancias, sino que también lo estuvieron la Iglesia, las Fuerzas Armadas, la dirección empresarial, la sindical: «multitud de gente y el auténtico protagonismo lo tuvo el pueblo español».
«¿En qué momentos admitimos que dialogar con el diferente es traicionar?»
«¿En qué momento se ha perdido en España la consideración de que es mejor dialogar que lo contrario? ¿Por qué tenemos que admitir que dialogar con el que piensa de forma distinta es sinónimo de traicionar…? ¿No se dan cuenta de que la inmensa mayoría de la sociedad estamos prisioneros de los gestores del frentismo y del populismo, del independentismo, que es un amplísimo porcentaje de populismo barato y el populismo social que habla de problemas que no son erales y que dicen que solo ellos pueden abordar…? España requiere volver a considerar normal volver a hablar y pactar, es una tarea colectiva, no lo es de una sola persona o un solo partido», ha insistido Page en su discurso en las Cortes.
Finalmente, ha reclamado una mayor armonización entre las comunidades autónomas, algo para lo que él cree que será necesario al menos una década de proceso decidido, continuado y liderado por el Estado. «El reto que tiene este país es que el proceso de descentralización, que ha tenido muchas cosas buenas, ha tenido una cosa que tendría que haber evitado y que es un reto: me gustaría que en España hubiera una década de proceso armonizador… Tendríamos que sentarnos en una mesa que el Estado coordine, desde poder tener la misma tarjeta sanitaria a la misma cartelería turística», ha concluido.
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