Desde el 15 de abril el Museo de Obra Gráfica de San Clemente (Cuenca) acoge la exposición «Ante todo mucha calma», dedicada al artista ciudadrealeño Miguel Ángel Barba.
En 1994, cuando Miguel Ángel Barba llegó a la antigua Facultad de Bellas Artes en Cuenca, todo eran paredes blancas a excepción de un único y gran «graffiti» en el que podía leerse: «Ante todo mucha calma».
Son 22 años los que distan desde ese momento crucial en la vida del pintor ciudadrealeño hasta esta exposición que ha titulado de igual manera.
Durante este tiempo Barba ha desarrollado un interesante proyecto pictórico con obras que giran entre la figuración de sus primeros años y la abstracción posterior, quizás marcado por su decisión de no salir de Cuenca ni en vacaciones.
Para entender esta muestra hay que remontarse al trabajo realizado en 2012 para la exposición «Puntos suspensivos», la cual supuso un punto de inflexión hacia la síntesis, pero sin dejar todavía de lado el color y la luz propios de su pintura.
No será hasta 2013, con «Ojos que no ven…» cuando está la clave de su evolución, la voluptuosidad colorista dará paso a una obra ascética y física, dónde grandes fondos blancos son apretados con finísimas líneas precisas. La concentración mental y esfuerzo físico necesarios para llevarlo a cabo denotan la vitalidad enérgica y la gran fe del pintor.
En «Pin ball» vuelve a divertirse jugando con materiales de oficina sobre lienzos enyesados de pequeño formato. Crea diccionarios icónicos que configuran «micro mundos» donde unos personajes (los «smile») interaccionan en contextos bélicos, festivos y climatológicos… más de 300 obras realizadas en 2014 que serán la antesala a esta exposición.
En «Ante todo mucha calma» lo ascético y lo icónico se funden en gran formato, retomando el esfuerzo físico y mental, sobre fondos blancos a modo de folios gigantes… como hojas que se arrancan de un block de esbozo a gran escala, una por una.
Códigos, jeroglíficos, mensajes ocultos que sorprenden e inquietan al espectador, seriación de formas descontextualizadas que resultan familiares, cotidianas al inconsciente. Se reproducen masivamente y acaban en la basura, de donde Barba las rescata.