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28/11/2011junio 14th, 2017

En los últimos años se han popularizado, gracias a humoristas de Castilla-La Mancha que han cosechado grandes éxitos en programas de televisión, palabras propias del ‘idioma manchego’, que parecen sacadas de otras épocas y otros lugares, pero que son de uso común en la región.

El profesor del IES Juan de Ávila, de Ciudad Real, Juan Manuel Sánchez, se encarga de estudiar el origen y la evolución de las palabras propias de la tierra, que en muchas ocasiones se tratan de arcaismos y arabismos que han permanecido en el habla de los castellanomanchegos o influencias de otras regiones limítrofes, como Aragón, Andalucía o Castilla y León.


La mayor parte de estas palabras, tal y como explica este profesor en una entrevista a Efe, hacen alusión a aspectos de la vida cotidiana, como la alimentación, las fiestas, los vestidos y otros elementos de las zonas rurales relacionados sobre todo con la agricultura y la ganadería, aunque en sus estudios también ha detectado términos que se podrían denominar neologismos adaptados.

En la gastronomía, se conservan arabismos como ‘alajú’ o ‘ajú’, un dulce que todavía se sigue haciendo por navidad a base de pan tostado, almendras y miel, u otros más comunes como el alfajor, también típico de las fiestas navideñas.

Pero las raíces árabes no solo se conservan en la repostería, sino también en los platos principales y ese es el caso de la ‘alboronía’, un guiso de berenjenas que incluso puede llegar a considerarse el origen del tradicional pisto manchego.

‘Alifarse’, por arreglarse, o alcaucero, como sinónimo de alfarero, son otros arabismos que se conservan en la forma de hablar de los castellanomanchegos.

Del Siglo de Oro, se siguen escuchando numerosos arcaismos en el habla castellanomanchega, con términos como ‘cristianar’ por bautizar, ‘liévada’ para aludir a la levadura del pan o ‘atacarse’ en el sentido de abrocharse los pantalones y arreglarse la vestimenta.

‘Agujetas’ para denominar los cordones de los zapatos, ‘orilla’ para hacer referencia al tiempo atmosférico, como por ejemplo «se ha quedado la orilla buena» o ‘baruto’ pero también ‘banduendo’ que definen a una persona que está todo el día fuera de casa, son otros de los términos que todavía se escuchan en la región.

Pero no se debe perder de vista que Castilla-La Mancha se compone de cinco provincias y en cada una de ellas o en cada zona geográfica se dan elementos característicos que nada tienen que ver unos con otros.

Así, en el noreste de Castilla-La Mancha se deja sentir más la influencia de los aragonesismos o catalanismos, y se usan palabras como ‘esparteña’, que es la aguja del espartero; ‘bajoca’ para denominar a las judías verdes; ‘empentar’ como sinónimo de sujetar o empujar, y ‘sardiné’ que es el escalón que hay en la puerta y que recuerda al término ‘sardinell’, una obra de ladrillos puestos de canto uno al lado del otro.

Hacia el noroeste, se encuentran palabras con influencias del antiguo leonés y rasgos característicos de este habla, como la introducción de una ‘i’ que da palabras como ‘blasfemiar’ por blasfemar o ‘matanzia’ por matanza, en alusión al sacrificio del cerdo para el consumo de la carne.

Palabras como ‘alporrio’ o ‘apuporrio’ para referirse a una cosa que es inservible o ‘flama’ en el sentido de ‘llama’ todavía continúan en uso, procedentes del habla leonesa.

Por el sur, la influencia del andaluz es normal en muchas de las palabras y también aporta términos específicos, como ‘tarama’, que es la leña pequeña, o ‘alcacel’, que alude a la cebada verde.

Si se reduce un poco más el ámbito geográfico, Sánchez apunta algunos localismos «interesantes», como la pérdida de la ‘ñ’ en Quintanar de la Orden (Toledo) y otras localidades cercanas de la provincia de Ciudad Real, donde se dice ‘panuelo’ por ‘pañuelo’ o ‘menique’ en lugar de ‘meñique’.

La confusión de la ‘l’ y la ‘r’ en la pronunciación es otro de los rasgos más locales, abundante en zonas de Cuenca y Guadalajara, donde se puede escuchar ‘sordado’ en lugar de ‘soldado’ e incluso, tal y como recuerda el profesor, Garcilaso de la Vega dejó escrito en su testamento: «Entiérrenme en San Pedro Mártil».

Pero no todas las palabras propias de Castilla-La Mancha tienen orígenes remotos, sino que Sánchez ha resaltado que, en ocasiones, términos nuevos en el lenguaje se transforman, para parecerse a otros que ya existen en el vocabulario.

Así, en algunas zonas rurales se llama ‘tomatosis’ a la enfermedad de la mixomatosis, que afecta a los conejos, mientras que el examen psicotécnico se denomina ‘chicotécnico’.

Sin embargo, el profesor afirma que las diferencias en el habla no solo se dan por cuestiones geográficas, sino que también tienen que ver otros aspectos como la edad, pues los jóvenes están más expuestos a la influencia de los medios de comunicación, lo que en ocasiones conlleva la pérdida de las variantes de los pueblos y, por lo tanto, la desaparición de la riqueza lingüística que, «hasta hace poco se conservaba de forma natural».

Para conservar las peculiaridades en el habla, el profesor propone la organización de actividades en universidades populares para que «no se olviden las palabras, los bailes tradicionales, las canciones y los refranes».

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