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miércoles, 20 de agosto de 2025
Imagen del Parador de Almagro
Imagen del Parador de Almagro
Construido en el siglo XVI - 20 agosto 2025 - Ciudad Real

Entre las calles empedradas de Almagro, se alza un edificio que parece detener el tiempo. Tras sus muros de ladrillo y tapial se esconde el Convento de Santa Catalina de Siena, fundado en el siglo XVI, que tras siglos de vida monástica y abandono se ha transformado en el actual Parador de Turismo de Almagro, uno de los alojamientos más singulares de España

Fundado en 1596 por Don Jerónimo de Ávila y de la Cueva en memoria de su esposa, Doña Catalina de Sanabria, el convento se inauguró en 1612 tras más de una década de obras. Durante más de tres siglos, los franciscanos lo habitaron como centro religioso y cultural, hasta que la desamortización del Trienio Liberal obligó a su cierre temporal. Aunque en 1877 la orden regresó, la falta de vocaciones hizo que finalmente lo abandonaran en 1942.


En ese momento, el edificio pasó a tener diferentes usos hasta que en 1969 fue cedido al Estado para su conversión en Parador Nacional. El proyecto, diseñado por los arquitectos Juan Palazuelo de la Peña y Ramón Melgarejo Rueda, culminó con su inauguración oficial el 26 de septiembre de 1979, en un acto presidido por la Reina Sofía.

Entorno excepcional

Ubicado en un entorno histórico-artístico excepcional, el Parador de Almagro ocupa el antiguo Convento de Santa Catalina, que data del siglo XVI y fue el primer convento franciscano de la ciudad. Rematado con alicatados de traza mudéjar, este monasterio permite a los viajeros disfrutar cuatro siglos después de un alojamiento único. En él sorprenden sus 14 patios interiores, sus galerías y pasillos de características vigas azules, además de los tradicionales azulejos geométricos que recuerdan su origen conventual.

El Convento de Santa Catalina, construido en el siglo XVI y ampliado en los dos siguientes, conjuga los estilos renacentista y barroco en un conjunto que conserva todavía el refectorio y la bodega originales, hoy rodeados de patios y espacios surgidos de su restauración como Parador.

Restaurante del Parador de Almagro

Restaurante del Parador de Almagro

Almagro, núcleo de la Orden de Calatrava y capital del teatro del Siglo de Oro

Almagro, ligado históricamente a la Orden de Calatrava desde 1212, vivió siglos de esplendor gracias a su papel estratégico en la historia militar y cultural de España. La localidad alcanzó aún mayor prestigio cuando Carlos I fue nombrado Maestre de la Orden, consolidando a la ciudad como referente de poder y cultura.

Con el paso del tiempo, Almagro se convirtió también en la capital del teatro español del Siglo de Oro, legado que aún hoy se respira en su Corral de Comedias del siglo XVII y en su Plaza Mayor.

Un Parador que ofrece mucho más que descanso

Las habitaciones del Parador de Almagro ofrecen al viajero un espacio donde tradición y modernidad conviven en perfecta armonía. La elegancia de sus vigas azules y azulejos geométricos se une al confort del diseño actual, invitando a soñar despierto en un entorno único. La experiencia se completa en su restaurante, donde la cocina regional manchega se reinterpreta en un ambiente monacal que conserva el alma del antiguo convento, convirtiendo cada plato en un homenaje a la tierra.

Piscina del Parador de Almagro

Piscina del Parador de Almagro

Y al cruzar sus puertas, la villa de Almagro, declarada Conjunto Histórico-Artístico, despliega todo su encanto. Pasear por su Plaza Mayor acristalada en verde, descubrir el Corral de Comedias o vivir en julio el Festival Internacional de Teatro Clásico son experiencias que transportan al Siglo de Oro.

A pocos kilómetros, la naturaleza pone el broche con las Tablas de Daimiel, las Lagunas de Ruidera, el Parque Nacional de Cabañeros o el volcán Cerro Gordo, sin olvidar una parada en Valdepeñas para sumergirse en la cultura del vino.

Carlos Monteagudo
Carlos Monteagudo

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, con diez años de experiencia en el oficio. Defensor del periodismo de provincias, de las tradiciones y de la vida en los pueblos, con un firme compromiso en la lucha contra la despoblación. Manchego de corazón, apasionado de su gastronomía, su cultura y su idiosincrasia.

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