Torre de Juan Abad, en el suroeste de la provincia de Ciudad Real, es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo. Entre sus calles y casas se respira el eco del Siglo de Oro, cuando Francisco de Quevedo convirtió esta villa manchega en su refugio literario. Allí pasó largos periodos entre 1610 y 1645, desterrado unas veces y voluntariamente retirado otras, dando forma a buena parte de su obra más profunda.
Su antigua residencia, hoy convertida en Casa Museo de Quevedo, conserva documentos, libros y objetos personales que trasladan al visitante al universo del escritor. En la planta superior se muestran piezas originales como su sillón o un tintero de cerámica, mientras que en la baja se celebran exposiciones de arte y representaciones teatrales.
Es fácil imaginar a Quevedo escribiendo alguno de sus sonetos más célebres entre esas paredes o reflexionando, como él mismo dijo, “retirado en la paz de estos desiertos”.

Material expuesto en el Museo de Quevedo
El encanto de Torre de Juan Abad no se detiene en la literatura. Su iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Olmos guarda una joya única: uno de los órganos más antiguos de España. Construido por Gaspar de la Redonda en 1763, conserva la práctica totalidad de sus piezas originales y suena hoy con la misma pureza que hace más de dos siglos. Cada verano, los Ciclos Internacionales de Órgano Histórico llenan el templo de música y convierten a este pequeño pueblo en punto de encuentro para intérpretes de todo el mundo.

Órgano histórico de Torre de Juan Abad
El interior de la iglesia alberga también un retablo mayor manierista, obra de Francisco Cano, que tras su restauración en 2022 luce con esplendor renacentista. Tallado y policromado en madera, muestra una sucesión de esculturas y frontones que atrapan la mirada y resumen el talento artístico de aquella época.
Más allá del casco urbano, los caminos conducen hasta la Ermita Templaria de la Vega, un santuario levantado por la Orden del Temple en el siglo XIII, restaurado en 1644 y rodeado por un paisaje que invita al silencio. Su inscripción latina recuerda su origen y destrucción, pero también su resurgir, como símbolo de la historia que late en esta tierra.
Torre de Juan Abad es un pequeño tesoro castellano-manchego que combina historia, arte y naturaleza. Entre olivares y el murmullo de su órgano histórico, el visitante descubre un lugar donde la cultura nunca ha dejado de sonar.

Estatua de Quevedo en el municipio
