El yacimiento de La Bienvenida, en Almodóvar del Campo, ha cobrado un protagonismo renovado tras la aparición de un gran edificio de carácter religioso construido en torno al siglo VII a.C. Este hallazgo muestra que las comunidades tartésicas llegaron mucho más al interior de la península de lo que se pensaba, movidas por el interés en una zona especialmente rica en minerales.
Los tartesios fueron una de las culturas más antiguas del occidente mediterráneo. Su territorio principal se encontraba en el suroeste peninsular, en torno al bajo Guadalquivir, las marismas atlánticas y las costas del Golfo de Cádiz. Con el paso del tiempo, y gracias al contacto con navegantes y comerciantes que llegaban desde Oriente, desarrollaron una importante actividad metalúrgica y comercial que los llevó a explorar nuevas zonas más alejadas de la costa y con abundantes recursos.
La Bienvenida se ha identificado tradicionalmente con la antigua Sisapo, una ciudad romana conocida por la extracción de plomo, plata, cobre, cinabrio y mercurio. Las últimas excavaciones han demostrado que este lugar estuvo ocupado mucho antes de la época romana y que su uso continuó de manera estable desde el Bronce Final hasta la Antigüedad Tardía, lo que lo convierte en un punto para entender la evolución cultural de esta parte del oeste peninsular.

Vista aérea del yacimiento arqueológico de La Bienvenida-Sisapo
El edificio descubierto se encuentra junto al castillejo oriental, un pequeño relieve volcánico que pudo influir en la elección del lugar. Su forma, sus elementos decorativos y su orientación lo relacionan con los espacios sagrados propios del mundo fenicio-tartésico. Uno de los hallazgos más llamativos es un altar con forma de piel de toro, un símbolo habitual en los santuarios tartésicos del sur peninsular.
Las excavaciones han permitido reconocer varias etapas de uso del edificio a lo largo de cerca de un siglo. En cada una de ellas, el espacio fue desmontado y limpiado con cuidado antes de ser reformado, lo que demuestra la importancia que tuvo para la comunidad que lo construyó.
Entre los objetos recuperados destacan cerámicas protocorintias, relacionadas con banquetes rituales, recipientes usados en cultos orientales y betilos de basalto empleados como representaciones de divinidades. Junto a ellos han aparecido numerosos restos de actividad metalúrgica, como cinabrio, galena, crisoles, escorias de cobre o gotas de plomo, que confirman la relación del enclave con la minería y el trabajo de los metales.

Fragmento de cerámica con decoración pintada de tipo orientalizante, con la posible representación de un grifo, hallado en el santuario tartésico de La Bienvenida-Sisapo
También se han encontrado restos de animales y elementos simbólicos como conchas marinas o astrágalos, utilizados habitualmente en prácticas rituales. Todo ello refuerza la interpretación de La Bienvenida como un santuario ligado tanto a la explotación de los recursos minerales de la zona como a las rutas de intercambio que conectaban el interior peninsular con el Mediterráneo.
