Ante la doble crisis de sequía y altos costes que amenaza la viabilidad del campo español, la empresa ciudadrealeña Besemoslatierra, junto a la andaluza Carboliva, presenta una solución tan innovadora como ancestral: el biochar, o carbón vegetal sostenible.
Este producto, obtenido de la valorización de residuos orgánicos, ofrece beneficios económicos y ambientales tangibles para agricultores, ganaderos y empresas del sector primario.
Desde Besemoslatierra señalan que el campo español se enfrenta a una “tormenta perfecta”: La escasez de agua; la degradación de los suelos y el aumento descontrolado de los precios de fertilizantes e insumos están ahogando la rentabilidad de los productores.
Biochar
En este contexto, el biochar resurge como una tecnología estratégica para construir un sector más resiliente y sostenible.
“No estamos hablando de una innovación de laboratorio, sino de aplicar sabiduría ancestral con la tecnología actual”, afirma Javier Arévalo, director de Besemoslatierra.
“El biochar es la prueba de que la sostenibilidad y la rentabilidad pueden y deben ir de la mano. Convertimos un problema, como los restos de poda o las cáscaras de frutos secos, en la solución directa a la sequía y la pérdida de fertilidad del suelo”, destaca
¿Qué es el biochar y cómo funciona?
El biochar es un tipo de carbón vegetal producido mediante pirólisis, un proceso que calienta biomasa (como restos de poda de olivar, viñedo, cáscaras de almendra o estiércol) en ausencia de oxígeno.
El resultado no es un combustible, sino una enmienda permanente para el suelo con una estructura microporosa, similar a una esponja de carbono.
Sus beneficios son dobles, impactando tanto en el medio ambiente como en la cuenta de resultados del productor.
Beneficios ambientales
Entres sus beneficios ambientales los técnicos de la empresa destacan que es un gran secuestrador de carbono, pues lo fija en el suelo durante cientos de años, convirtiéndose en una de las herramientas más eficaces para mitigar el cambio climático.
Además, resaltan el ahorro de agua, debido a que su estructura porosa retiene la humedad y regenera el suelo, al mejora la aireación.
En cuanto a los beneficios económicos, apuntan que reduce costes operativos y aumenta el rendimiento a medio y largo plazo.
“Es hora de dejar de ver nuestros suelos como un simple sustrato y empezar a tratarlos como el ecosistema vivo y valioso que son”, concluye Álvaro Espuny, director de Carboliva.
