Funciona a base de enchufar la batería, como si fuera la de un teléfono móvil pero diferente, y cuando se carga tienes «gasolina» ficticia para unos 100 kilómetros. Incluso puede alcanzar los 85 kilómetros por hora y admite dos pasajeros, uno delante y otro detrás. En el salpicadero te indican lo que vas gastando de batería e incluso puedes quedarte «fuera de cobertura». Muy cachondo, ¿no?
Bien, pues estamos hablando del primer y único coche eléctrico que circula por la capital regional, al menos que su propietario, y por lo tanto nosotros, tengamos constancia de ello. Es un Renault y hemos hablado con quien lo conduce a diario, Pablo Polo, guía turístico en Toledo que, si quiere, ya tiene algo más que enseñar aparte de piedras, calles y demás patrimonio histórico cultural.
Su problema era el que tenían cientos de toledanos. Que subir en invierno al casco histórico en moto supone pasar frío y si lo haces en coche te encuentras con la dificultad de encontrar aparcamiento. De ahí que cuando vio la oportunidad no se lo pensó.
Llegó una primera remesa de coches eléctricos a la capital y él compró uno; el resto se distribuyeron por otras localidades de Toledo. Mide 2,5 metros de largo por 1,20 metros de ancho y lo puedes aparcar en cualquier lado. No tiene gastos de gasolina y no contamina, no hace ruido y es 100 por 100 ecológico. ¿Qué más se puede pedir?
Y si además el Ayuntamiento de Toledo sigue el ejemplo que han adoptado ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Valladolid, donde aparcar con este tipo de vehículos supone no pagar ORA (por aquello de motivar al ciudadano para que utilice coches que no contaminan absolutamente nada), miel sobre hojuelas. Ciudades que además cuentan con instalaciones eléctricas en algunas calles para poder recargar en el momento.
Una carga total para recorrer 100 kilómetros se hace en tres horas y la batería «nos la alquila el concesionario por 53 euros al mes». Si además el Gobierno ofrece una ayuda de aproximadamente el 30 por 100 del precio del vehículo, éste puede salir por unos 7.000 euros.
Y el coche de Pablo, vean si no las fotografías, es un poco galáctico. ¿No les parece?