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24/02/2012junio 14th, 2017

La Fundación Juan March de Palma ha inaugurado «Vladimir Lébedev (1891-1967)», la primera exposición monográfica dedicada al artista ruso de la vanguardia revolucionaria fuera de Rusia, que reúne 114 carteles, dibujos e ilustraciones de libros infantiles, y que llegará a Cuenca en junio. La importancia de la exposición radica tanto en la propia entidad del artista como en el hecho de que Lébedev solo es conocido fragmentariamente fuera de su país, porque su obra se ha incluido en muestras colectivas sobre la vanguardia rusa pero no se ha abordado de forma individual.

El director del museo de Palma y responsable de Exposiciones de la Fundación March, Manuel Fontán, ha explicado en la rueda de prensa de presentación que no es «una retrospectiva de enorme envergadura» sobre Lébedev, pero sí reúne «un número llamativo de obras», varias de las cuales se exponen al público por primera vez.


Lébedev es una figura importante para entender la obra gráfica soviética de los años 20 y 30 y además está considerado el patriarca de la literatura infantil rusa, marcadamente ideológica por su papel en «la preparación del ciudadano soviético de la utopía», ha destacado Fontán.

«Lo deslumbrante de su papel en el ámbito de la literatura rusa ha oscurecido su papel como figura básica en el arte de la época, cuando la política y el arte sintonizaban», ha declarado el responsable del museo, que ha explicado que las obras expuestas proceden de la colección privada del norteamericano Merril C. Berman y de la Bibliothèque l’Heure Joyeuse, de París.

Organizada por orden cronológico, la exposición comienza con los carteles, prosigue con caricaturas y dibujos, y dedica una sala al desnudo femenino en acuarelas y otra a las ilustraciones infantiles.

El talento de Lébedev comenzó a mostrase en caricaturas publicadas en revistas satíricas y en sus célebres «ventanas de la Rosta», carteles producidos por esa agencia telegráfica soviética que se mostraban en los escaparates de las tiendas.

«Las ‘rostas’ son una mezcla del procedimiento del cubismo y la xilografía popular rusa, con fines satíricos y propagandísticos», según las describe Fontán. Muestran la destreza pictórica de Lébedev como dibujante figurativo y también su capacidad de sátira social.

Entre las que se pueden ver en la fundación figura un cartel que se llegó a convertir en «símbolo de la revolución», un dibujo de un soldado y un marino.

Una sala entera está dedicada a estudios de desnudo femenino de gran finura, que fueron el origen del proyecto expositivo, ha explicado Fontán. La última sala está dedicada a los libros infantiles, en los que se le considera un maestro.

«La pretensión de la exposición es abrir una ventana a la figura de Lébedev de forma más bien discreta pero que permite hacerse una idea certera de quién fue», opina el director del museo.

El catálogo, la primera publicación sobre Lébedev que se publica fuera de Rusia, incluye artículos dedicados a su cartelística política, críticas de la época e incluso un texto autobiográfico del artista y una versión facsímil de su libro ilustrado «Las aventuras de Chuch-Lo, el espantapájaros».

La exposición viajará después al Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, donde podrá verse a partir del 15 de junio

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