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viernes, 19 de abril de 2024
De arriba a abajo y de izquierda a derecha, Page, Tierraseca, Bellido, Gutiérrez, Tolón, Riolobos, Picazo, Tirado, Crespo, De la Rosa, Campoy, Peinado, Madruga, De Mesa y López.
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40 años del intento de Golpe de Estado - 23 febrero 2021 - Toledo

El 23 de febrero de 1981 un intento de Golpe de Estado en España hizo temblar los cimientos de la jovencísima democracia. También hizo temblar a muchas personas. Por fortuna, Tejero y sus secuaces acabaron juzgados y algunos de ellos condenados.

Hemos preguntado a 15 personajes públicos de Castilla-La Mancha dos cuestiones muy concretas sobre el particular:


¿Qué recuerdas del 23-F?

¿Dónde estabas y qué hacías?

Y he aquí las respuestas de Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha; Milagros Tolón, alcaldesa de Toledo; Juan Ignacio de Mesa, alcalde de Toledo el 23 de febrero de 1981; Francho Tierraseca, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha; Carmen Riolobos y Vicente Tirado, diputados del PP por la provincia de Toledo en el Congreso; Félix Peinado, secretario general de Cecam; Manuel Madruga, secretario general de Fedeto; Álvaro Gutiérrez, presidente de la Diputación de Toledo; Paco de la Rosa, secretario regional de CCOO; Carmen Campoy, secretaria general de la Federación de Servicios Públicos de UGT CLM; Carmen Picazo, coordinadora regional de Ciudadanos; Juan Ramón Crespo, coordinador regional de IU; Juan López, campeón del mundo y de Europa en categoría de veteranos de media y larga distancia de atletismo; y Pablo Bellido, presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha.

Page, fue a su casa a por el bocadillo de mortadela y…

Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, recuerda que esa tarde, con 12 años, «estaba jugando con mi hermano Javier en nuestro barrio, en el casco histórico de Toledo, y escuchamos sirenas de los coches de la Policia que iban a Madrid. Coincidía con la hora de la merienda, fuimos a casa a pedir el bocadillo de mortadela que nos comíamos todas las tardes y estaba mi madre escuchando la radio y cosiendo…».

Efectivamente, tanto Page como su hermano cogieron sus respectivos bocadillos y preguntaron a su madre qué había pasado. Ella, Gregoria, les dijo que «había debido pasar algo en el Congreso, pero que tenía que estar todo solucionado porque ya había entrado la Guardia Civil».

Pero no… Poco más tarde llegaron «mi padre y el resto de mis hermanos y ante los acontecimientos estuvimos enganchados a la tele hasta que salió el rey Juan Carlos».

Tolón… su padre fue al PSOE a quemar documentación

La alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, rememora aquella tarde… «Salía del colegio de la Divina Pastora, en el casco histórico, e iba con mi madre por la calle Comercio y entramos en una tienda, La Favorita, donde escuchamos cómo en la radio decían que la Guardia Civil acababa de entrar en el Congreso… Minutos después pasamos a una mercería y dijeron que había entrado ETA en el Congreso, pero que la Guardia Civil iba a sacar a los diputados».

Nunca más lejos de la realidad…

Cuando poco a poco se iba sabiendo lo que sucedía, «mi madre se empezó a poner nerviosa porque mi hermano Rafa estaba estudiando en Madrid en una residencia universitaria. Cuando llegamos a casa, mi abuela Milagros estaba llorando porque a mi padre, que era militante del PSOE, le habían llamado para que fuera a la sede socialista en Toledo, que estaba en la calle Martínez Simancas, en el barrio de Palomarejos, porque habían quedado allí para quemar documentación… Mi padre llegó a casa hora más tarde, ya casi de madrugada».

Esa noche «hubo mucha tensión en casa, lo recuerdo aunque solo tuviera 12 años. Estaba en sexto de EGB y no me quise acostar, estuve escuchando la radio y al rey. Además, las hermanas de mi padre estaban en Valencia, donde sacaron los tanques a la calle, y no podíamos comunicarnos con ellas. Y mi cuñado estaba haciendo la mili en Ceuta. Por fortuna, todo se solucionó».

De Mesa, cuando le dijeron… «si en esto está Tejero será una bufonada»

Juan Ignacio de Mesa era alcalde de Toledo el 23 de febrero de 1981 y, como cuenta, «en principio era un día normal de aquellos años en los que ETA asesinaba todas las semanas, la situación económica era difícil y se intentaba avanzar hacia una democracia homologable con Europa. La tensión hizo que Adolfo Suárez presentara su dimisión y era el día en el que se debatía en el Congreso la investidura de Calvo Sotelo».

Por lo tanto, también «en el Ayuntamiento de Toledo era un día normal y esa tarde estaba en casa trabajando en un informe cuando escuché a una vecina que subía hacia nuestro piso diciendo: Juan, pon la radio, algo pasa en el Congreso y hay ruido de disparos. Pedí a mi esposa que se bajara con mis hijas a su piso, ya que no quería que se quedarán solas en casa por lo que pudiera pasar, y me fui al Ayuntamiento».

Una vez allí y «con la ayuda de un funcionario empezamos a llamar a los miembros de la corporación municipal. Nos reunimos, los que vinieron, en el despacho de Alcaldía y me comuniqué con la sede de UCD en Madrid, que estaba en la calle Cedaceros, al lado del Congreso. Las dos señoras con las que pude hablar estaban desorientadas. Me indicaron que se había convocado reunión de subsecretarios en el edificio de Presidencia y que me llamarían si sabían algo».

Siguió insistiendo para conocer qué sucedía… «Hablé con el gobernador civil, pero no tenía información. No pude contactar con mandos de la Academia de Infantería ni de la Escuela de Gimnasia, solo con el coronel Iranzo, de la Guardia Civil, quien me tranquilizó diciendo que si en esto está Tejero, será una bufonada. Las horas pasaban con tensión…».

En aquel año «la única emisora en la capital regional era Radio Toledo y su director, Ricardo Vaca, tampoco tenía más información que la que lográbamos nosotros hablando con contactos en Madrid. Fueron sucediéndose las llamadas. Todos mirábamos hacia la bajada del Arco de Palacio, ya que éramos conscientes de que cualquier toma de posición implicaría ver bajar vehículos por la misma».

Hasta que… «Cuando ya de madrugada escuchamos el discurso del rey, nos tranquilizamos. Y sí, pasaron muchas cosas que demostraron la entereza de gente normal en situaciones excepcionales».

Tierraseca y… ¿regresó con su familia a Francia?

Francho Tierraseca, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, tenía 15 años en 1981, «vivía en Albacete y ya me interesaba mucho la historia y la política. Tenía un vecino que era capitán del Ejército de Tierra y estaba destinado en la Caja de Reclutas de Albacete. Su esposa nos dijo que un grupo de guardias civiles habían entrado armados en el Congreso. Albacete pertenecía a la III Región Militar bajo el mando del general Milans del Bosch y estaba bajo toque de queda y mis padres nos dejaron claro a mis hermanos y a mí que no se podía salir a la calle. Me pasé toda la noche viendo los programas y las películas que pusieron en la tele».

Estudiaba Formación Profesional en el instituto «y hacía apenas seis años que mi familia había vuelto de Francia tras una estancia de 20 años en el país vecino. El 24-F no fui al instituto y mis compañeros de clase bromeaban diciendo que mi familia y yo nos habíamos vuelto a Francia».

Riolobos y el… «tranquilo, Jordi»

Carmen Riolobos, diputada del PP por Toledo en el Congreso, no se quita de la cabeza las imágenes de «Tejero en la tribuna del Congreso, la de Suárez sentado solo en el hemiciclo, el discurso del rey, la salida de las diputadas y la fase del rey Juan Carlos I a Jordi Pujol, tranquilo Jordi».

Ese día «yo estaba en casa y me enteré por la radio, no daba crédito a lo que estaba pasando. Recuerdo con nitidez la preocupación de algunos compañeros de trabajo que militaban en el Partido Comunista y que se fueron de sus casas para no ser localizados por si el golpe triunfaba. Unas horas muy intensas, éramos conscientes de vivir un momento histórico, nuestrsa ansias de democracia y libertad estaban intactas y la comparecencia del rey Juan Carlos nos hizo respirar hondo y saber que nuestro camino en democracia es imparable».

Y resalta que «me impresionó la valentía de Suárez y de Gutiérrez Mellado. Admirables ambos».

Tirado, una jornada de mucha radio

Vicente Tirado, diputado del PP por la provincia de Toledo en el Congreso, rememora que «estaba estudiando COU en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y estaba esa tarde en mi pueblo, en casa de un amigo. Cuando llegué a casa, donde estaban mi madre y unas vecinas, llegó el hermano de una de ellas diciendo: coge un taxi y vamos a Toledo «a por la chica», que estaba estudiando Magisterio. Recuerdo que fue una jornada de mucha radio».

Peinado y profesores con las radios a cuestas

Félix Peinado, secretario general de la Confederación Regional de Empresarios de Castilla-La Mancha (Cecam), estaba en octavo de EGB. «Volví a casa por la tarde del colegio y me encontré a los mayores muy nerviosos, especialmente a mis abuelos. Mi madre trató de tranquilizarnos. Al día siguiente fui al colegio normalidad, pero solo estábamos una decena de alumnos en una clase de 40. Los profesores iban por las clases con su radio a cuestas y nos contaban, a su manera, lo que estaba ocurriendo».

En realidad, Peinado reconoce que «nunca fui suficientemente consciente de la gravedad de los hechos, máxime cuando a las pocas semanas los quioscos se llenaron de cintas de chistes del 23-F. Nunca entendí esos chistes».

Madruga… «y vuestro padre, como siempre, operando…»

Manuel Madruga, secretario general de la Federación Empresarial Toledana (Fedeto), tenía 10 años entonces, «pero recuerdo muy bien aquel día porque en el colegio se nos informó de que nos teníamos que ir a nuestras casas. Eso era algo muy excepcional y una buena noticia que todos los compañeros celebramos porque aquel día se acababa la clase».

Si bien es cierto «que el tono con el que se nos informó, las caras de preocupación de los profesores y el hecho de que se nos ordenara no salir del colegio hasta que nuestros padres entraran en el recinto para recogernos, nos inquietó. Al salir al patio los más pequeños nos empezamos a asustar porque los alumnos más mayores corrían de un lado para otro y que algunos ya comentaban, a su manera, el “fin del mundo” que suponía lo que había pasado».

Madruga no fue consciente de que pasaba algo grave «hasta que mi hermano y otros compañeros subimos al coche de mi madre. No sé cómo, entonces no había móviles, mi madre se las había ingeniado para coordinarse con otros padres y llevar a sus casas a varios de mis compañeros. Si no recuerdo mal, íbamos 10 en ese coche, amontonados unos encima de otros. No recuerdo que mi madre nos dijera nada en ese momento, actuaba con normalidad, pero la notábamos extraña y nerviosa».

Cuando por fin «nos quedamos a solas con ella nos contó lo que había pasado. Con tan pocos años no fui consciente de lo que pasaba en realidad, pero sí sé que sentí miedo, sobre todo cuando mi madre nos dijo “y vuestro padre (cirujano), como siempre, operando”. Tuve la sensación de que alguien le iba a hacer algo malo. Las horas se me hicieron eternas hasta que llegó a casa. Y cuando llegó, tampoco me tranquilicé. Era un hombre muy seguro de sí mismo, pero se le notaba preocupado. Fue la primera vez que percibí que algo le superaba».

El susto no acabó ahí, puesto que fue a más «cuando mi padre insinuaba a mi madre, de una manera que percibíamos, que mejor era no hablar delante de los niños o se encerraron en el salón unos instantes supongo que para hablar del tema, pero eso sí, diciéndonos que iban a hablar de cualquier otra cosa.

Todos los demás recuerdos y sentimientos «que tengo de ese día son sobrevenidos. Han sido tantas las ocasiones en las que los medios han tratado este asunto que, en fin, poco puedo hablar de aquella fecha, que no sea con la visión actual. Y la visión que tengo hoy es que somos un gran país y una gran democracia, pese a que haya quienes de una forma imprudente y muy irresponsable, amparándose en la libertad de expresión que dicen defender, so pretexto de enaltecer lo que es indefendible, pretenden orquestar, otra vez, una nueva inestabilidad interna, sin armas, es cierto, pero en base a los mismos extremos dogmas, aunque se trate de dogmas ideológicamente opuestos: el sistema no funciona, es perverso y hay que cambiarlo».

Por lo que «aquel 23-F me recuerda que la democracia puede atacarse de muchas formas, con violencia o con el empleo de dogmas impostados que solo pretenden, como entonces pretendieron los que se alzaron, arrogarse la potestad moral de que reconocer que el sistema democrático hay que cambiarlo porque está podrido y hace aguas».

Aquel 23-F «refrenda en mí la idea de que los extremos no son buenos. De hecho, con la edad, los extremos y las intransigencias cada vez me gustan menos. Por eso, cuando escucho calificar de «régimen del 78” al proceso español de transición a la democracia me parece un insulto a la inteligencia de todos los españoles y, sobre todo, me parece un impostado propósito para conseguir no se sabe qué impredecibles consecuencias».

Tiene claro que «si algo aprendimos de aquel 23 de febrero es que los españoles tuvimos una clase política que supo estar a la altura de las circunstancias. Me siento muy orgulloso de aquellos políticos que supieron tener sentido de Estado, que pactaron durante la Transición, incluso, cediendo en cosas que consideraban irrenunciables y que, contra viento y marea, pese al Golpe de Estado y pese a los crímenes diarios de ETA, se empeñaron en hacer de España un país libre y democrático en el que cupiéramos todos, sin excepción».

E insiste en que «también aprendimos que nuestro modelo de Jefatura del Estado pudo controlar la situación y poner las cosas en su sitio, gracias a su carácter neutro, en términos políticos, y a su férrea voluntad de seguir avanzando hacia una España cada vez más democrática y libre. Fue el símbolo de unidad que nos permitió superar el Golpe de Estado y la garantía ante el resto del mundo de que España iba a seguir por la senda democrática que se había trazado en 1978. Creo su labor debe ser reconocida, hoy, como un servicio a España impagable».

Por último, «aquel 23 de febrero me hace reflexionar acerca de que aquello tuvo su origen en el manido concepto de las dos España, que mi generación hoy ya ha superado, pero que algunos, anclados en uno u otro extremo ideológico, parece que no quieren que olvidemos, como pretexto de su modus vivendi«.

Gutiérrez y la gente que fue al cuartel con armas a ponerse a disposición…

Álvaro Gutiérrez, presidente de la Diputación de Toledo, tenía 11 años y «ese día y a esa hora estaba en la calle jugando, en Escalona (Toledo), como cada tarde. Mis padres estaban en la tienda y yo en la puerta de la tienda jugando…».

Y en la memoria se le quedó que esa noche «hubo trasiego por el cuartel de la Guardia Civil, hubo vecinos que fueron a presentar sus respetos y llegaban con armas para ponerse a disposición». Uffff…

También tiene presente a su abuelo Mariano, «que era el presidente del PSOE de Escalona. Esa tarde algún compañero del partido fue a buscarle para que marcharse a Portugal. Mi abuelo, por supuesto, dijo que no».

Y la parte más «graciosa», siempre entre comillas, fue cuando «algunas personas cercanas a la familia me enseñaron a cantar… Me enseñaron a cantar Échale guindas al pavo, a la que le pusieron letra sobre Tejero, ja, ja, ja… Es la capacidad que tiene España para tomarse todo con humor».

De la Rosa recuerda «haber pasado miedo» 

Paco de la Rosa, secretario general de CCOO, recuerda, sobre todo, «haber pasado miedo. Yo, con 16 años, ese día estaba trabajando en una obra en construcción de la calle Rosario, en Albacete, donde era aprendiz de fontanero. Terminé el trabajo esa jornada, me fui con unos amigos, no sabíamos todavía lo que pasaba y vino un histórico de Artes Gráficas de Comisiones Obreras, padre de uno de los amigos con los que estaba, a decirnos que nos fuéramos a casa».

De la Rosa rememora que esas primeras horas «fueron de confusión, recuerdo estar toda la noche pendiente de la televisión. Por primera vez fui consciente del valor que tiene la democracia y del riesgo real que tuvimos los españoles de vivir una involución».

Desde entonces, añade, «también puse en valor lo que es la organización de los trabajadores para el fortalecimiento de la democracia… Y llegué a Comisiones Obreras».

Campoy, «mis padres me decían que me fuese a Venezuela»

Carmen Campoy, secretaria general de la Federación de Servicios Públicos de UGT CLM, vivía entonces «en Almansa (Albacete) y lo vi en la tele y al momento. Cuando dijeron que los tanques habían salido a la calle cogí el teléfono para llamar a mis familiares, para ver si estaban todos bien».

Se le viene a la cabez que votó «por primera vez en 1978 y muchos teníamos la sensación de que todo lo conseguido con la Constitución, que estaba recién estrenada, podría venirse abajo. Sí, recuerdo el hecho de estar muy pendientes de qué ocurriría en las ciudades y qué iba a hacer el Ejército».

Y, cómo no, «también recuerdo el miedo que tenían las personas mayores, aquellas que habían vivido la Guerra Civil. Recuerdo el miedo que tenían a que hubiese fusilamientos o comenzase otra Guerra Civil».

Como dato curioso, «en aquella época mis padres trabajaban en Caracas (Venezuela) y me decían que me fuese de España para irme con ellos».

Picazo y la preocupación de su madre por su padre

Carmen Picazo, coordinadora regional y diputada de Ciudadanos en CLM, tiene en su mente «la preocupación de mi madre esperando a que mi padre llegara de su trabajo en la bodega que entonces teníamos. Yo tenía 6 años y me acuerdo de ver a toda mi familia pegada a la televisión y a la radio, siguiendo los acontecimientos con gran inquietud. Y recuerdo la sensación de alivio tremendo cuando el golpe fracasó».

Tiene muy claro que «la democracia es un bien muy preciado y debemos protegerlo a diario, especialmente cuando están tan presentes dos grandes amenazas como el nacionalismo y el populismo. Hoy, desde el servicio público, en Ciudadanos, trabajo para defender la libertad y la igualdad como principios esenciales de la democracia».

Crespo y la cara desencajada de su abuela, viuda en la guerra

Juan Ramón Crespo, coordinador regional de IU, tenía 13 años «y recuerdo perfectamente que estábamos jugando en el patio del colegio público Jesús Baeza, en Valdepeñas (Ciudad Real), donde estudiaba, después de que hubieran finalizado las clases. En ese momento llegó el padre de uno de los chicos, que era profesor de ese colegio, y nos dijo que nos fuéramos a casa, que unos guardias habían entrado en el Congreso y que eso era peligroso. Está claro que por nuestra edad no nos explicó nada más. Al llegar a casa se lo conté a mi madre y a partir de ese momento seguimos la noticia por la radio».

Rememora que en su familia «se ha hablado poco de política, pero recuerdo la cara desencajada de mi abuela, viuda en la Guerra Civil, cuando se enteró, y era la que más angustiada y preocupada estaba de todos. Sin duda, por sus vivencias. A pesar de mi juventud, lo recuerdo con honda preocupación, porque comprendía que lo que estaba sucediendo era un intento de volver a una dictadura, y eso para mi cabeza era malo, y desde luego también me afectó directamente la preocupación de mi abuela».

Con el paso de los años «fue cuando comprendí todo lo ocurrido, aunque 40 años después aún no se han desclasificado todos los documentos y aún hay claves que no conocemos».

Juan López, en pleno trabajo tratando de sacar adelante a la familia

Juan López, el toledano campeón del mundo y de Europa en categoría de veteranos de media y larga distancia de atletismo, rememora aquel día: «Estaba en pleno trabajo tratando de sacar a mi familia y pagar los préstamos de mi negocio, que eran gorditos, y temí por el desarrollo de la democracia».

Bellido tenía 4 años y no recuerda prácticamente nada

Pablo Bellido, presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, solo tenía cuatro años y medio cuando ocurrió la intentona golpista, «no recuerdo prácticamente nada».

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