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domingo, 28 de abril de 2024
David Fernández, con las cuatro refugiadas ucranianas que se ha traído en el coche.
David Fernández, con las cuatro refugiadas ucranianas que se ha traído en el coche.
De Toledo a la frontera polaca - 21 marzo 2022 - Toledo

Éxito total. David Fernández de Mera pensaba traerse a cuatro personas de la frontera polaca con Ucrania y, salvo un contratiempo de última hora, serán nueve las personas que va a salvar de la catástrofe de la guerra.

Hace unos días @enclm ya habló con él. Estaba de camino a Przemys, una localidad polaca cercana a la frontera con Ucrania, y ya había logrado un billete de avión para que una madre y su hija vinieran a España en avión. A final una serie de combinaciones en el transporte que suplantaron el plan inicial han acabado con las dos ya en Madrid el pasado domingo 20 de marzo, y con un destino de acogida gestionado.


David, coche eléctrico, «manta» y a la frontera con Ucrania, a descargar y traerse a cuatro personas

En el momento de hablar con él, David Fernández estaba en París. Llevaba en su coche eléctrico a cuatro refugiadas ucranianas más: una madre, su hijo de tres años y la abuela y una mujer de 50 años. A falta de su llegada a España (prevista para el martes o el miércoles), estas cuatro personas ya tenían destinos: la familia, a Asturias, donde la madre tiene una amiga, mientras que a la mujer le esperaban tres posibles casas (dos de Madrid o una de Toledo, a falta de la decisión final).

La semana próxima, tres más

Pero la cosa no queda ahí, ya que David Fernández, un empresario que se ha liado la manta a la cabeza para ayudar, informa de que la próxima semana recogerá en Madrid a una madre con sus tres hijos, recepción que ha organizado a través de una asociación

Este toledano de adopción (lleva ya sus buenos años en Toledo) ha recurrido a amigos y asociaciones humanitarias para, además de traerse a las refugiadas, gestionarles una estancia regularizada, cuyo plazo mínimo es un año, prorrogable. Los amigos y conocidos le han ayudado también a afrontar los cuantiosos gastos que el viaje conlleva.

David está «agotado» pero feliz. Destaca el tremendo agradecimiento de los refugiados al ser ayudados, así como la «locura» de los campamentos de refugiados. También la enorme desconfianza, y lógica, de las mujeres ante el peligro latente de la trata de personas. Así, revela que hubo una chica que se pudo venir y prefirió quedarse ya que «no se fiaba de nadie, impactante».

Ha colaborado en tres localidades

David ha ayudado en la logística humanitaria no solo en Przemys, sino en otra localidad donde había un centro de refugiados. También se afanó en Varsovia, capital de Polonia, nudo de todo el trasiego de ayuda a los refugiados en aquella zona, trabajando en la Delegación española de todo aquel despliegue.

«Me llamó mucho la atención la cantidad de gente que volvía a Ucrania. Cuando les preguntabas por qué lo hacían, te respondían que porque se habían dejado a la familia allí», relata.

«Imagínate el pánico…»

También relata David cuando, en un hotel de Bélgica, les hicieron llegar a una familia ucraniana el estado en el que había quedado el establecimiento hotelero donde trabajaba la abuela que se trae hacia España, «bajo cuyos escombros habían quedado sus excompañeros y conocidos. Imagínate el ataque de pánico que le dio en la recepción del hotel…».

Ya de camino a casa, la familia, su familia, le llama. Ha buscado acomodo para todas las refugiadas ya que él, con cuatro retoños en su casa, no puede hacerlo, más allá de una primera estancia provisional.

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