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miércoles, 8 de mayo de 2024
Francisco Salazar Gil, un gimnasta de 100 años. Foto: Rebeca Arango.
Francisco Salazar Gil, un gimnasta de 100 años. Foto: Rebeca Arango.
Va a por los 101... - 31 enero 2024 - Toledo

Nada más llegar a Vitápolis, la casa del centenario Francisco Salazar Gil en el barrio de Santa María de Benquerencia en Toledo, el hombre suelta, categórico, resuelto (haciendo honor a su condición de exguardia civil): «¡Esta casa y parte del edificio son mías!, ¿eh?, confiesa muy orgullosamente.

Marcando el terreno y el paso desde el principio.


Como en casa 

Virginia Marca, de Vitápolis (viviendas colaborativas o «cohousing», en las que se comparten espacios como la cocina o áreas de descanso entre los habitantes de edificios, en los que cada uno posee su vivienda privada y espacios) se dirigió a ENCLM en diciembre para ver si el diario podía hacer mención de este centenario robusto que, desde 2020, ha elegido un hogar toledano donde pasar sus días junto a su hija María del Rosario, de 76 años.

Virginia cree que la historia y la vida actual de Francisco Salazar, que nació un 19 de diciembre de 1923 en Aldea del Cano (Cáceres), merecen la pena. Claro que sí. Como todas las vidas. Y las de los centenarios suscitan un interés especial, cómo no. Ya en seguida surge la pregunta:

«¿Como se hace para llegar a los 100 años, qué hay que hacer?»

«Para llegar a los 100 años lo primero que hay que tener es mucho afecto y cariño con todo el personal que te rodea, en todos los sitios, querer mucho a los superiores, ser ¡correctos, serios, útiles! y, en la vida particular, trabajar, trabajar y trabajar», responde Francisco en un arranque de marcialidad, que durante una buena parte de su vida ha sido profesional.

Pastor, panadero, hacía el picón…

Dejó el colegio a los ocho años, la necesidad apretaba. Antes de ser Guardia Civil tuvo varios oficios: fue pastor a los 10 años y también panadero (daba pan a cambio de trigo), lo que le enseñó «el trato con las mujeres». Más tarde quemó jaras o leña a fin de hacer el picón (carbón vegetal menudo para quemar en los braseros).

Francisco Salazar, junto a su hermana María del Rosario y Virginia Marca. Foto: Rebeca Arango.

Francisco Salazar, junto a su hija María del Rosario y Virginia Marca. Foto: Rebeca Arango.

 

Cuando se le insiste sobre el secreto de la longevidad, se va por sus cerros de Úbeda: «La izquierda y la derecha… deben ser hermanos. Unos deben poner el dinero y los otros el trabajo. ¿Quién tiene el dinero? El que por suerte lo ha tenido o se lo ha ganado. Este tendrá que tener empleados, y si estos cumplen bien…»

Francisco habla maravillas de Toledo, de sus «servicios», de lo ideal que resulta para «pasear». Dice que la vida actual «va muy deprisa» («veo la tele y no la entiendo»).

«Mi padre tenía un pensamiento de izquierdas»

Asegura que tiene una memoria de elefante y que puede recordar toda su vida. Un buen «enganche», su padre: «Tenía un pensamiento de izquierdas; daba clases en casa, tenía una enciclopedia y me daba clases, a mí y a todos».

Reconoce que no sabía si llegaría a los 100 años. Su salud es de hierro, con una «salvedad»: dice que a los 15 años se apercibió de que tenía una enfermedad de la piel, pero su padre le dijo que no era nada. Y hasta hoy, claro: «He tenido una salud muy buena, solo he padecido de una enfermedad de la piel que sigo combatiendo. No sé si la eliminaré pero creo que sí» (un rápido vistazo a Virgina Marca sirve para corroborar que eso es «pecata minuta»).

Como corrobora su hija, Francisco siempre ha sido un hombre serio. En la Guardia Civil fue sobre todo radiotelegrafista (se hizo radiotelegrafista en la mili) coincidiendo con la época de los «maquis», se desempeñó en fronteras y finalmente en Tráfico (en atestados y como motorista). La provecta edad ha aligerado su seriedad. Llama a una compañera de casa «presidenta» y bromea con todos y con todas. Y, al principio de la entrevista, se empeñó en mostrar su morada a quienes le iban a abordar de ENCLM: el salón de la tele, los pasillos, el gimnasio (donde hace varios kilómetros todos los días en una bici y una cinta)…

Francisco Salazar y su hermana, de carnaval. Foto: Vitápolis.

Francisco Salazar y su hija, de carnaval. Foto: Vitápolis.

«Uno hablaba con quien estaba en la quinta puñeta»

Le «encantaba» el trabajo, la radio… «La alegría que le daba a uno, moviendo el dial, hablar con uno que estaba en la quinta puñeta…¡perdón!», comenta al respecto.

¿Hizo mucho deporte? «Andar muchos kilómetros, correr, no estaba quieto… pero no con un profesor, como tengo aquí, donde hago 10 kilómetros cada dos días…

Francisco tiene tres hijos (Santiago, María del Rosario y Francisco Javier), seis nietos y dos bisnietos. Tiene un íntimo deseo a sus 100 años: escribir la historia de su vida. «Pero como no puedo hacerlo, lo que hago es dormir y pensar», comenta.

Un poco de gimnasia como despedida

A final de la charla, Francisco nos enseña el enorme ático, donde se anima a hacer unos ejercicios gimnásticos para solaz de la cámara fotográfica. Y el nuestro. «Este hombre es todo un personaje», admite Virginia. Lástima que la mañana de aquel miércoles, una de las más brumosas que uno recuerda en Toledo, impidiera la fantasía de las vistas. Otra vez sería.

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