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miércoles, 24 de abril de 2024
Kristina Melnyk, una refugiada ucraniana que huyó de la guerra para salvar a sus hijos. Foto: Rebeca Arango.
Kristina Melnyk, una refugiada ucraniana que huyó de la guerra para salvar a sus hijos. Foto: Rebeca Arango.
Se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania - 24 febrero 2023 - Toledo

La historia de Kristina Melnyk es la historia de una mujer que huyó de Ucrania para salvar a sus hijos porque el ejército ruso estaba a solo tres kilómetros de su pueblo. Es la historia de una mujer que con sus dos pequeños, su abuela y con solo una maleta como equipaje se cruzó Europa para comenzar una vida nueva. Es una de las tantas historias de familias rotas que deja la guerra, con una marido que fue llamado para ir al ejército y está en el frente, y una familia que lucha día a día en España por tener un futuro mejor. Es la historia de una mujer y sus hijos que tuvieron que dejar una vida acomodada para esforzarse cada día en aprender un idioma nuevo, estudiar en dos países a la vez y buscar trabajo hasta debajo de las piedras para poder salir adelante.

Hoy se cumple un año desde que comenzó la invasión de Rusia a Ucrania. Kristina y su familia residían en Brovary, una localidad cercana a Kiev, que se hizo famosa porque ahí se estrelló el helicóptero del ministro de Interior ucraniano, y uno de los primeros lugares donde estalló la guerra.


«Yo solo pensaba en salvar a mis hijos»

Después de soportar 10 días de alarmas antiaéreas y bombardeos desde en el sótano de la vivienda donde residían. Kristina decidió pasar a la acción. «Los militares rusos estaban solo a tres kilómetros… Yo solo pensaba en salvar a mis hijos», relata a encastillalamancha.es esta ucraniana de 34 años, quien reside en Toledo junto a su abuela, de 65 años, y sus dos hijos, Iván, de 10 años, y Antonina, de 14, en un piso de alquiler que consiguió con ayuda de Cruz Roja Toledo.

Habla un español bastante bueno para llevar menos de un año en España y no haber dado clases. Se ha examinado ya del A2 y en los próximos meses hará lo propio con el B1. Y es que la principal meta de Kristina desde que llegó ha sido la de labrarse un futuro mejor para ella y su familia y para ello no ha dejado de buscar trabajo y esforzarse para sacar a su familia adelante.

En estos momentos trabaja a media jornada en un albergue en el casco y está encantada tanto con su trabajo como con su jefe, Marco. Pero este no ha sido el único empleo que ha tenido este año. Primero trabajó en una residencia de mayores, después ayudando en floristería y anhela en poder conseguir más ingresos para lograr una vida mejor.

Una odisea y mucha ayuda para poder llegar a España

En su vida en Toledo, Kristina se muestra muy agradecida por todo el apoyo y por toda ayuda que ha recibido. Y es que su travesía hasta poder asentarse en España no ha sido fácil, un cúmulo de casualidades y ayudas la llevaron a la capital regional, comenzando por un viaje interminable en tren desde Kiev a Lviv.

Tras dos días allí buscando voluntarios que los llevara a Polonia, por fin consiguió que un coche los trasladara hasta Varsovia, pero en Polonia tampoco se sentía segura. «Putin también puede bombardear Polonia», expresa Kristina, quien relata que durante cuatro días una familia muy acogedora los alojó en su salón, hasta que una ucraniana que vive en Toledo contactó con ella por redes sociales.

España le sonaba muy lejano, pero decidió aceptar, no sin miedo, el pasaje hasta aquí. Y es que la incertidumbre siempre está ahí. «No sabes si te van a vender», expresa con pesadumbre, pero después recuerda con gratitud al convoy que la trajo a España. «Viajamos varios coches, nosotros fuimos con un hombre que pagó los hoteles y la comida de mi familia durante el viaje», recuerda.

Una vez en Toledo, fueron acogidos con una familia, a quien agradece mucho el trato que le dieron durante aquellos meses, «si no es por esta familia yo no sé, solo tenía una maleta», recuerda. Pero ella quería una vida independiente. Para ello pidió ayuda a Cruz Roja y entró en el programa de ayuda internacional. Desde agosto vive con su familia en un piso en el Polígono de Toledo y la ONG también le presta ayuda para lo que necesita, tanto para cubrir las necesidades básicas y para realizar trámites. «Está muy bien, tiene tres habitaciones, baño y cocina», describe Kristina, quien también durante estos meses ha podido adquirir un coche para moverse, aunque ahora está averiado y ha tenido que volver de nuevo al autobús.

Siguiendo las clases de España y Ucrania a la vez

De momento el futuro de Kristina y su familia está en Toledo. «Toledo es muy bonita, fantástica» comenta, aunque explica que no ha tenido tiempo para verla con calma y aprovechará en cuanto pueda para hacerlo.

La abuela quiere regresar, aunque ella por el momento prefiere esperar. Cuando habla con sus familiares y amigos en Ucrania, estos le dicen «quédate en España», pero ella no sabe que deparará el futuro.

Kristina es enfermera de profesión, aunque aquí tiene complicada la homologación de las titulaciones. En Ucrania se dedicaba a la coordinación de un equipo de trabajo de seis clínicas veterinarias, una vida acomodada truncada por la guerra, al igual que la de sus hijos.

El pequeño está en el colegio y la mayor en el instituto. Ambos compaginan las clases aquí por la mañana con las online en ucraniano, una vida frenética tanto para ellos como para su madre que apenas les deja tiempo para hacer vida social con el resto de ucranianos en Toledo. «Siempre les digo, luego, luego y quedamos una vez al mes», indica Kristina.

Las preocupaciones la atemorizan, y no es para menos. A miles de kilómetros de tu casa, con una guerra que no cesa, y encima en estas fechas, donde tanto ella sus familiares se temen una escalada de bombardeos, porque aunque si bien ya no hay frente en Kiev, nunca saben cuándo saltarán las alarmas antiaéreas.

1.036 personas atendidas por Cruz Roja 

Lo que ha vivido este año Cruz Roja Castilla-La Mancha es un aluvión sin precedentes. Jamás han tenido que volcarse tanto con una causa y eso que ellos siempre están preparados ante las desgracias. Y no van pocas en los últimos tiempos.

La coordinadora de Cruz Roja en la provincia de Toledo, María José Soto, cuenta que «en solo un año los distintos dispositivos que han realizado han atendido a 1.036 personas, 406 de ellas del sistema de internacional, aunque también han atendido a muchas personas que llegaron a la región con la ayuda de familiares y amigos que ya estaban aquí».

En los meses de febrero y marzo se tuvieron que volcar ante la llegada masiva de personas. Algunos de ellos han regresado a Ucrania, pero durante todo el año han seguido llegando personas.

Kristina, junto a Silvia Bellomo, de Cruz Roja. Foto: Rebeca Arango.

En aquellos momentos sus dispositivos habituales se vieron desbordados y tuvieron que habilitar de emergencia nuevos alojamientos para poder alojar a todas estas personas. Uno de estos ejemplos es cuando habilitaron el Hotel Alfonso VIII de Cuenca para alojar a ucranianos.

«La afluencia de personas refugiadas fue masiva, tuvimos que poner en marcha más dispositivos de los que tenemos habitualmente», relata.

Los esfuerzos al principio fueron sobre todo para cubrir las necesidades básicas de los refugiados: alimentación, alojamiento, medicamentos, material escolar, vestuario… Aunque poco a poco las acciones se han ido dirigiendo a cubrir otras necesidades también importantes, como la de aprender el idioma y programar actividades culturales y de ocio, porque según relata Soto, la intención es intentar normalizar y hacer que su vida aquí sea lo más parecida posible a la que tenían en Ucrania.

El apoyo también se ha extendido a otras cuestiones como el apoyo psicológico o la ayuda para hacer trámites burocráticos.

Por último, la responsable de Cruz Roja incide en el agradecimiento a las más de 400 personas que han ayudado como voluntarias a Cruz Roja en este tiempo, la mayoría mujeres, y de ellos 30 son ucranianos, que han jugado un papel fundamental para poder comunicarse con los refugiados de la guerra.

2901 ucranianos acogidos en Castilla-La Mancha

Hasta el 1 de febrero de 2023, 2901 personas han obtenido la Protección Temporal gestionada por el Ministerio del Interior. De ellas, 553 han sido en Albacete, 654 en Ciudad Real, 503 en Cuenca, 508 en Guadalajara y 683 en Toledo, según los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha.

1.049 de los refugiados son menores de 16 años, de los cuales en torno a unos 800 han sido escolarizados. Además, 2.861 personas han solicitado la tarjetas sanitarias y unos 2.303 ya se han empadronado en Castilla-La Mancha.

El perfil que describe tanto la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha como Cruz Roja es similar: mujer de unos 30 años con hijos y estudios superiores, exactamente el caso de Kristina Mulnyk.

Kristina Melnyk, una refugiada ucraniana que huyó de la guerra para salvar a sus hijos. Foto: Rebeca Arango.

Kristina Melnyk, una refugiada ucraniana que huyó de la guerra para salvar a sus hijos. Foto: Rebeca Arango

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