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martes, 17 de junio de 2025
La Custodia de Arfe, por las calles de Toledo. Foto: Rebeca Arango.
La Custodia de Arfe, por las calles de Toledo. Foto: Rebeca Arango.
Entregado a Isabel La Católica - 17 junio 2025 - Toledo

En el corazón de Toledo, donde la historia susurra en cada piedra, la Custodia de Arfe se abrirá paso este 19 de junio por las calles en el día más solemne y radiante del calendario.

El Corpus de Toledo no es simplemente una celebración: es un legado que respira, una tradición viva que, desde 1418, transforma el entramado medieval de la ciudad en un espectáculo de fe, arte y color. Su distinción como Fiesta de Interés Turístico Internacional no hace más que confirmar lo que los toledanos llevan siglos sabiendo: aquí late el alma de España.


Pero Toledo no espera al día grande para vestirse de gala. Semanas antes, comienza la metamorfosis. Los antiguos toldos de los gremios de tejedores extienden su sombra sobre las calles; los balcones se engalanan con reposteros y banderas que ondean al viento. La imponente Catedral se cubre con tapices flamencos del siglo XVII y los patios ocultos tras viejas portadas se abren por un día.

El motivo de la instalación de los toldos en el Corpus de Toledo: no es por el sofocante calor

La víspera del Corpus, el aire se impregna de aromas: cantueso, romero y tomillo cubren el empedrado, como una alfombra natural y sagrada. La Tarasca y los Gigantones recorren la ciudad un día antes entre música, risas y bullicio, anunciando lo que está por venir.

Unos preparativos que culminan el jueves con la salida procesional por la puerta Llana de la Catedral con la Custodia de Arfe como protagonista de la celebración. Una auténtica joya que esconde una historia que quizá muchos desconocen…  Y es que… hay que echar la vista atrás más de 500 años para conocer el origen de esta Custodia.

La custodia de Toledo hecha con el primer oro de América, regalo de Cristóbal Colón

Concretamente, hay que remontarse al año 1492, cuando tras su primer viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón regresó a España llevando consigo el primer oro hallado en tierras americanas.

Este valioso metal, símbolo tangible del descubrimiento de un nuevo continente, fue entregado a Isabel I de Castilla, la reina Isabel la Católica, como prueba del éxito de la expedición y del inicio de una era que cambiaría el rumbo de la historia.

A finales del siglo XV, este oro fue utilizado para confeccionar una custodia de mano. La obra fue encargada al renombrado maestro joyero catalán Almerique, quien la enriqueció con piedras preciosas y delicadas figuras esmaltadas.

Tras la muerte de la reina Isabel la Católica, el canónigo toledano Alvez Pérez de Montemayor, siguiendo las instrucciones del Cardenal Cisneros, adquirió la custodia real por la considerable suma de ciento treinta y cuatro mil ochocientos dieciséis maravedises, regalándosela a la Catedral en 1505.

Sin embargo, el deseo de engrandecer aún más la solemnidad del Corpus Christi llevó al cabildo toledano a encargar una nueva obra: una custodia monumental que pudiera recorrer las calles en majestuosa procesión.

El encargo recayó en manos del maestro orfebre Enrique de Arfe, quien entre 1515 y 1523 dio forma a la gran custodia de plata de estilo gótico-flamígero, a cambio de 2767 reales, de la que hoy disfrutamos al transitar por las calles.

La Custodia de Arfe durante la procesión del Corpus Christi.

La Custodia de Arfe durante la procesión del Corpus Christi.

A finales del siglo XVI, se decidió dorar la gran Custodia de Arfe para armonizar su apariencia con la custodia menor, ubicada en su interior.

El resultado final de esta extraordinaria custodia fue una compleja y deslumbrante estructura de pilastras caladas, unidas entre sí por delicados arquillos adornados con filigranas y rematadas por finas agujas, dando forma a un templete de aire gótico que muchos han comparado con la propia torre de la Catedral de Toledo.

Con una imponente altura de dos metros y medio y un peso superior a los 200 kilos —concretamente, 183 kilos de plata y 18 de oro—, la custodia alberga en su interior 260 estatuillas, cuidadosamente dispuestas bajo doseletes y pequeñas bóvedas repujadas, en una sinfonía de arte, devoción y maestría orfebre.

La Custodia de Arfe, con su exquisita complejidad técnica, su imponente belleza y su profundo simbolismo religioso, se ha consagrado como una de las cumbres de la orfebrería española y una de las joyas más admiradas del patrimonio artístico nacional.

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Sara Acero
Sara Acero

Periodista ciudadrealeña graduada en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM)
Ligada desde 2018 a Toledo, ciudad en la que he crecido personal y profesionalmente.
Defensora de un periodismo local que sirva de altavoz y nos conecte con la realidad más invisible.
Escribo en este medio desde 2022 sobre temas de Toledo, educación, sanidad y sucesos.

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