La comarca de la Sierra de San Vicente (Toledo) espera culminar la campaña de recogida de la castaña con una producción de 100.000 kilos, un tercio de todo lo que se produjo el año pasado, descenso que se debe a la falta de lluvias, a la enfermedad de la tinta y a la proliferación de la plaga de la avispilla. Así, el impacto económico será mucho menor que en otras temporadas, pues se prevé no poder recoger 300.000 kilos de fruto, lo que supone una pérdida aproximada de un millón de euros.
La falta de lluvias, la tinta y la avispilla dificultan la producción
En declaraciones a ENCLM, el alcalde de El Real de San Vicente, Jorge Luis Martín, ha explicado que, «como en estos últimos seis, siete meses, no ha llovido, hay muchas menos castañas y son más pequeñas».
Como consecuencia del cambio climático aparece una enfermedad en los castañares, la tinta, un hongo que infecta al árbol y pudre sus raíces, pudiendo llevarlo incluso a la muerte. «Esto tiene muy mala solución», ha admitido, al tiempo que ha lamentado que «el castaño se muere».
Se suma la problemática de la avispilla, una plaga originaria de china que provoca daños al crear agallas en las yemas y hojas, lo que reduce la producción de castañas y puede causar defoliación, la caída prematura de las hojas.
Para atajar esta cuestión, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha está «realizando un esfuerzo muy importante», ha asegurado el alcalde, soltando el depredador natural de la avispilla: el Torymus.
Se han perdido 300 toneladas de castañas
Por todo ello, en esta temporada -que normalmente inicia a mediados de octubre y que puede alargarse hasta finales de noviembre- se prevén pérdidas de un millón de euros, ya que «hay unos 300 mil kilos de castañas que no vamos a poder recoger».
Pese a estos impedimentos que se han encontrado una temporada más los agricultores de la comarca, el precio del producto no ha subido, se mantiene como en años anteriores, ya que «como no ha estado haciendo frío hasta hace muy pocos días, a la gente no le ha apetecido comprar castañas, no hemos estado vendiendo».
En los comercios locales, el kilo se vende entre los 2,50 y los 3 euros, mientras que al agricultor, la castaña pequeña se le paga a 50 céntimos y la grande a 1,50 euros.
En términos generales, la castaña este año es más pequeña y hay menos en cada erizo, pero se compensa gracias a que «están súper sanas, no estamos encontrando gusanos«.
El recordatorio de siempre: las castañas son privadas
Jorge Luis Martín ha recordado que la gran mayoría de los castañares de la zona son privados, pues todos los años se producen robos que atentan contra el trabajo diario de los agricultores y que afecta gravemente a la actividad económica de la zona.
El Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil está vigilando la zona y multando a quienes «asaltan» las propiedades, pues «se pueden llevar de golpe, en una noche, 200 kilos».
El alcalde ha concretado que a los propios agricultores «no les suele importar que una familia, unos niños, se lleven unas poquitas, pero no puede ser lo que está sucediendo», si bien ha insistido en la importancia de comprar en los negocios locales.
También ha destacado que son muchos los turistas que acuden en otoño a la Sierra de San Vicente, llamados por el atractivo turístico y natural de la zona, pero también por la oferta gastronómica y vitivinícola, basada en niscalos, boletus, cordero y terneras y platos hechos con castañas.
El turismo también también supone una inyección económica importante en El Real de San Vicente.
