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viernes, 19 de abril de 2024
Guardia Civil, Policía Local de Toledo y Policía Nacional. Tres cuerpos diferentes, una misma misión, velar porque se cumpla el confinamiento perimetral y el toque de queda. encastillalamancha.es estuvo y "trabajó" con ellos.
Guardia Civil, Policía Local de Toledo y Policía Nacional. Tres cuerpos diferentes, una misma misión, velar porque se cumpla el confinamiento perimetral y el toque de queda. encastillalamancha.es estuvo y "trabajó" con ellos. Foto - Rebeca Arango
A las 00.00 horas, todo el mundo en sus casas - 31 octubre 2020 - Toledo

Toledo a las 12 de la noche. Madrugada del viernes 30 al sábado 31 de octubre. Está impuesto el conocido como toque de queda en todo el país (limitación de horario para estar en la calle debido a la pandemia del coronavirus) y a esa hora, al menos en la comunidad de Castilla-La Mancha, todo el mundo debe estar en sus casas, excepto aquellos que deben velar porque se cumpla la nueva norma y quienes trabajan, por uno u otro motivo, cuando ya es noche cerrada…

Es el día previo a la Noche de Halloween y…

Es el día previo a la Noche de Halloween y los agentes de la Policía Local por una parte, y los de la Policía Nacional por otra, se disponen a realizar sus correspondientes patrullas…


Y nos fuimos con ellos. Un redactor y la fotógrafa de encastillalamancha.es se convirtieron, por unas horas, en testigos de lo que empezaba a ser una noche toledana… No una noche más, sino la primera del confinamiento perimetral de la región…

Es un silencio que, aunque pueda parecer paradójico, «suena»

Sí, es Toledo en toque de queda… Es el silencio.

Porque silencio es la ausencia de sonido. Aunque este es un silencio obligado, porque no hay nadie por las calles. Es un silencio que, aunque pueda parecer paradójico, «suena». Y sí, es molesto porque sentimos su presencia.

Son los sonidos del silencio…

En Illescas con la Guardia Civil, punto caliente por ser límite con Madrid

Previamente, a las dos de la tarde, fuimos testigos de uno de los controles que la Guardia Civil realiza para perimetrar la región con el objetivo de que nadie que no tenga un argumento inexcusable pueda entrar o salir de Castilla-La Mancha porque, simple y llanamente, no puede hacerlo hasta al menos el próximo 9 de noviembre.

Nos fuimos a Illescas, en la autovía A-42, en el límite entre nuestra comunidad y Madrid. Punto caliente, como bien pueden deducir.

Y todo transcurrió sin incidentes, con atascos… Pero la mayoría toledanos que trabajan en Madrid y regresaban a su lugar de residencia…

La Policía Local y las fiestas privadas donde el virus se «divierte» de lo lindo

Horas después, a las 00:00 horas, paso del viernes al sábado, estábamos en el cuartel de la Policía Local, en la capital regional, donde el oficial Miguel Ángel Ferrer repartía a los agentes el trabajo que terminaría a las siete de la mañana.

Noche de Halloween, por lo tanto había que controlar el cementerio, por si a algún «despistao» le daba por celebrar lo que no debía; y distribución por áreas determinadas por si el botellón hacía acto de presencia, en especial en zonas como el Valle, la Bastida, la zona de la ermita de San Jerónimo, la Fuente del Moro o el mirador de Santa Bárbara…

Aunque lo que más preocupa en estos días son las fiestas que se montan en casas particulares…

Ese ocio nocturno trasladado al interior de las viviendas y que ha provocado que hasta el momento ya hayan tenido que intervenir, durante las últimas semanas, en decenas de ellas. «Por eso pedimos la colaboración ciudadana», recalca Ferrer. Fiestas muchas de ellas en las que las distancias de seguridad no se respetan, las mascarillas forman parte del pasado y el número de participantes suele superar los seis permitidos, lo que hace que el virus se «divierta» de lo lindo.

Salimos a las calles y vuelve el silencio… Y su sonido ausente, que pesa…

Cuando salimos a las calles, vuelve el silencio… Y su sonido ausente, que pesa…

Apenas se ve un alma. Toledo desierta, como el resto del país. Una noche de viernes en una España donde la fiesta suele estar asegurada pero que ha puesto el cartel de «cerrado por el maldito coronavirus».

Llega un aviso y nos vamos al barrio del Polígono, donde un bar, supuestamente, tiene la música a tope y hay clientes dentro. Al llegar, lo primero no lo escuchamos y los dueños aseguran que no era cierto, pero en el interior hay tres personas que son invitadas a marcharse de inmediato. Los agentes de la Policía Local (paciencia, educación, profesionalidad y saber estar tienen de sobra, es más que justo reconocérselo) ejercen de maestros, psicólogos y de no sé cuántas cosas más…

Al irnos se para un coche y desde el interior les cuentan que han visto un coche con la llave puesta en la puerta del conductor. En efecto, es así. Localizan al propietario, le suben la llave a casa y este más que agradecido.

Se salta dos STOP tan alegremente…

Acto seguido, en la avenida de Castilla-La Mancha han parado a un conductor que muestra síntomas de haber bebido más de lo que debiera. En la prueba de alcoholemia da 0,29, apenas cuatro décimas más del 0,25 permitido, pero por su forma de hablar parece que le ha afectado más de la cuenta.

El oficial Ferrer le dice que deje el coche estacionado allí mismo y se vaya andando a su casa, que supuestamente está a pocos minutos. ¿Por qué le habían parado? Pues por saltarse dos señales de STOP, tan alegremente, por lo que la sanción va a ser doble. Mejor triple, porque hay que añadir que no era hora de estar en la calle… Calentito se fue un rato el hombre… Eso sí, sin apenas rechistar y asumiendo que no era su día… O su noche.

De nuevo en la calle, recorremos una parte de la ciudad por si el botellón hubiera resucitado. Pero no… Es la una de la madrugada y todo sigue en calma. Son horas en las que el silencio gana por goleada al virus…

Fin de turno, que nos espera la Policía Nacional…

La Policía Nacional y el conductor que iba al médico de madrugada porque le dolía la cabeza…

Nos vamos hasta la rotonda de entrada y salida de Toledo a Madrid, y viceversa, previa a la autovía A-42, donde el inspector De Santiago y varios agentes de la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) y de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional han montado un control para ver quién entra en la capital regional a esas horas.

Ocho agentes en total. Uno detiene a los vehículos que entran y pregunta al conductor de dónde viene a esas horas, otro está al tanto (solo con ver el arma que lleva ya asusta) por si acaso, y unos metros más adelante varios agentes inspeccionan el vehículo y atienden a las explicaciones del conductor al que no se le ha dado el visto bueno para que siga adelante…

¿Explicaciones? Algunas de ellas, realmente peregrinas. Y que te sacan una sonrisa.

Porque en una hora, ya hace frío en la ciudad, han pasado por allí unos ocho vehículos. La mitad ha justificado de sobra su presencia por motivos laborales. El resto…

Uno de ellos, acompañado de una chica, puso como excusa que iba al médico porque le dolía la cabeza. Tras registrar de arriba abajo el turismo, le indican que le van a proponer para sanción por estar donde no debía a la hora equivocada… Normal.

Pero nos falta la guinda…

Y la excusa fue que… «¡me han querido matar!»

Cuando llega otro turismo y su conductor, al ser parado, dice que viene de no sé qué pueblo de la provincia donde ¡le han querido matar! El silencio, ese que duele, se rompe porque en apenas 10 minutos ha soltado miles de palabras por su boca. Muchas de ellas inconexas, sin sentido, contando batallitas de las que tienen que aguantar los agentes en numerosas ocasiones (e insisto de nuevo: paciencia, educación, profesionalidad y saber estar tienen de sobra, es más que justo reconocérselo) porque así es la vida.

El hombre es un conocido de alguno de ellos y saben cómo es. Él no para de hablar, saltando de una historia a otra, a cada cual más inverosímil… Registro en el coche y hallan una pequeña cantidad de marihuana. La suficiente como para proponerle para sanción. Más la que se va a llevar porque eran las dos de la madrugada y a pesar de todo lo que ha soltado por su boca no ha explicado aún, ni lo hará, qué hace ahí a esas horas…

Le dejan marchar y regresa el silencio…

El silencio que, aunque pueda parecer paradójico, «suena». Y sí, es molesto porque sentimos su presencia.

Son los sonidos del silencio…

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