Como vecino del casco histórico estoy indignado con los movimientos de algunos vecinos que se están intentando ganar el puesto en unas listas electorales de cara al año 2027, haciendo creer que representan a todo el barrio, cuando no es así.
Las manifestaciones contra la iluminación navideña estaban mal dirigidas contra el Turismo y su supuesta masificación. Pero los que estuvimos en la inauguración en Zocodover y las calles toledanas éramos vecinos del casco histórico, de Buenavista, de Azucaica, Santa María Benquerencia y de municipios de alrededor. Pude saludar a vecinos de Argés, Cobisa, Mocejón, Bargas u Olías del Rey. Los menos ese día eran los turistas de Madrid, Valencia o Barcelona, o de Francia, Alemania o Estados Unidos. Las calles lo que sí estaban eran llenas de gente ansiosa por pasear por la milenaria ciudad iluminada, con antelación, para poder dar cabida a todos los que quieran conocerla en Navidad o en cualquier fecha.
Los problemas que se achacan a la gestión municipal actual fueron creados por las corporaciones socialistas que se han ido sucediendo durante cuatro legislaturas y, esos mismos vecinos, los jaleaban como grandes artífices de la movilidad urbana, mientras tenían que sortear gatos y ratas por dejar las bolsas de basura tiradas en la puerta de su casa.
Luces de Navidad
Son los mismos que se callaban cuando Perezagua (con Page) y Sabrido (con Tolón) redujeron las plazas de aparcamiento para residentes en las diferentes calles y plazas de la ciudad. No confundir con las destinadas para carga y descarga, o para personas con movilidad reducida, me refiero a la eliminación de plazas de aparcamiento en lugares que todo vecino del casco histórico hemos utilizado en alguna que otra ocasión.
Del mismo modo se quejan de las luces de Navidad en calles de poca anchura, pero son las mismas calles sobre las que se iluminaba antes, incluso con la calle levantada por obras y a mitad de recorrido se montaba tapón porque no había salida. En aquel entonces sí había riesgo para la seguridad, pero no decían nada. ¿Casualidad? Yo creo que no, creo que hay causalidades.
Tras dos años de nuevo equipo y nuevo color en el gobierno, por fin, tras mucho solicitarlo por escrito y en periódicos de interés local, he repetido hasta la saciedad que la ciudad tiene problemas intrínsecos por su orografía, por su complejidad urbanística medieval, pero lo que no era necesario es que los gobiernos municipales crearan mayores obstáculos y muros a la libertad de movimientos de los residentes. Y así lo hicieron. Provocaron que aún más vecinos se marcharan, han creado una imagen de barrio poco vivible e incómodo, de complejo e inaccesible, de pozo de problemas no sólo de aparcamiento y de tráfico, sino de convivencia y de subsistencia. Y es realmente falso.
«He criado a mis hijos menores en la plaza de Zocodover»
He criado a mis hijos menores en la plaza de Zocodover, a pesar de que dicen que está tomado por los turistas, que es mentira, está tomado por un modelo informal de turismo que tendrá solución a partir de enero, con la nueva normativa. He tenido que subsistir sin poder pasar por todas las calles de mi barrio, el casco histórico, porque sólo tenía acceso por un pivote y una calle, la de mi casa, pero como quitaron los pocos aparcamientos que había, sólo me quedaba colgar el coche de la copa de un árbol, que esa es otra, con la que se montó en Santo Tomé por un árbol enfermo y aquí se han talado árboles emblemáticos y centenarios y no ha pasado nada.
El pivote único empezó a funcionar desde el primer momento del cambio de gobierno, lo que demuestra que era un capricho personalista de un gobierno alejado de las necesidades de los residentes.
El bolseo se ha ido implementando y las calles, por fin, se han librado de la mala imagen de bolsas llenas de gatos buscando alimentación gratuita. Se han recuperado plazas verdes, pocas, pero sobre todo se ha ido ganando tiempo para residentes, lo que permite que si vuelves a casa de trabajar tarde, no vas a tener problema de aparcar en tu barrio, en lugar de dejarlo cerca del río o del Circo Romano.
Es probable que estas problemáticas les parezcan nimiedades, pero para el residente, nos ha procurado múltiples problemas y casuísticas, como no poder contar con accesibilidad para que te arreglen el fregadero o que te traigan una lavadora a casa.
«No existen varitas mágicas»
Está habiendo cambios, pero las varitas mágicas que piden algunos no existen, sólo existe el trabajo denodado de un equipo de jóvenes que saben que los vecinos merecíamos otra forma de gobernar y de llevar a cabo políticas públicas para incentivar la vida en el casco histórico.
Nada es inmediato, pero las cosas urgentes llevan su tiempo, y los milagros merecen un espacio aparte, lo que sí está claro es que la valentía demostrada para tomar decisiones se tiene que mantener en el tiempo, y que no quede sólo en medidas de maquillaje, sino un empeño claro para mejorar la convivencia de los residentes con el urbanismo que nos caracteriza como barrio y con los turistas que anhelan conocer nuestra increíble ciudad.
No cometan el error de confundir prioridades con planificación y gestión que ha de tener en cuenta las características de nuestra ciudad y nuestros residentes, con caprichos y modas que tratan de denostar una industria modélica como es la turística, en una ciudad eminentemente patrimonial que necesita de turistas y de residentes para seguir siendo pujante, competitiva y una joya que ser mostrada a todo aquel que quiera conocer el tesoro de la imperial ciudad de Toledo.
Nacho Ruiz, vecino del casco histórico de Toledo.