Urda (Toledo) es el único pueblo de Castilla-La Mancha donde su Cristo procesiona en una barca, un Cristo que todos los 29 de septiembre cita a miles de fieles venidos de muchas partes de España atraídos por su poderosa llamada. Esta es la historia de una imagen sobre una carroza con forma de barca.
El Cristo de Urda, Cristo de la Mancha, Cristo Milagroso de Urda, Cristo con la Cruz a Cuestas, Cristo de la Vera Cruz o Cristo Nazareno (tiene muchos nombres más) representa a Jesucristo con la Cruz a cuestas. La talla mide lo que una persona, y en ella resaltan su cara, la expresividad de su rostro y la finura y delicadeza de sus manos. Una larga melena compuesta por una peluca natural, donada por una devota, y una corona bañada de oro, cubren su cabeza.
El resto de la imagen va cubierto con un largo manto de terciopelo morado, bordado con hilo y de oro y ceñido por un cordón de color dorado. Y carga con una cruz de madera que lleva en el hombro izquierdo.
La imagen es obra del imaginero Luis de Villoldo
La imagen es obra del imaginero Luis de Villoldo, creada en sus talleres de Toledo y entregada a la Real Archicofradía el 30 de junio de 1596.
Las andas se utilizaron en las procesiones de Semana Santa y en las procesiones de la festividad del Cristo, para facilitar el traslado de la imagen. Posteriormente se construyeron la carroza y un paso procesional. Desde su creación y hasta la actualidad, el Cristo está expuesto en su santuario a la veneración del culto.
La barca sobre la que se encuentra data de 1815, aproximadamente, pero aparece inventariada por primera vez entre las pertenencias del Santísimo Cristo el 27 de octubre de 1829. En el mencionado inventario la barca figura como «carro triunfal o carroza», montada sobre cuatro ruedas, imitando una nave, con su tabernáculo y varios adornos, todo ello de madera y pintado de color dorado.
En su parte central se levantan desde su base cuatro columnas que sostienen una cúpula en forma de media esfera, rematada con una corona. Debajo de la cúpula, sobre una peana, se acomoda la imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Del punto de unión de las columnas con la cúpula cuelgan cuatro pequeñas lámparas con cirios. Antes estas lámparas eran figuras de golondrinas simulando el vuelo. En las cuatro esquinas del techo de la carroza hay cuatro ángeles que portan símbolos de la pasión de Cristo: la lanza, los clavos y martillo, tenazas y escalera.
También aparecen otros símbolos marinos: una concha marina y un ángel que sirve de guía; un timón para dirigir la marcha de la nave y dos largas amarras de cáñamo para que los fieles trasladen la imagen. En la popa y en la parte superior hay una corona y la Cruz de la Orden de San Juan.
El motivo de su forma de barca se desconoce pero la leyenda…
El motivo de su forma de barca se desconoce, aunque se supone que fue inspiración de su diseñador y aunque se conoce quién fue este y la persona de la localidad que adelantó el coste de esta obra, siempre ha circulado una leyenda sobre un gran devoto indiano que se encontraba en trance de morir ahogado al zozobrar la nave que lo traía de regreso a España, que se encomendó fervorosamente y se comprometió a, que si salvaba la vida, le donaría una carroza en forma de barca.
Los vecinos de Urda, durante la procesión, se agarran fuertemente a la barca para pedir al Cristo sus deseos, conformando el mar sobte el que navega aquel.
Fiesta de Interés Turístico Regional
La del Santísimo Cristo de Urda es Fiesta de Interés Turístico Regional y se celebra del 27 de septiembre al 1 de octubre. El día grande es el 29.
En la mañana del 28 de septiembre el santuario que alberga durante todo el año al Nazareno con la Cruz a Cuestas, abre sus puertas y aparece la singular barca dorada bajo cuyo dosel se alza su impresionante figura, esa a la que el imaginero Luis de Villoldo diera forma en sus talleres toledanos allá ya en los albores del Siglo de Oro.
Con ello empieza la procesión de la bajada que lo traslada al templo parroquial de San Juan Bautista; se trata de un breve recorrido que discurre lentamente, en el que la carroza avanza arrastrada por unas gruesas cuerdas de las que tiran numerosos devotos y empujada por los fieles que logran aferrarse a ella. El Cristo permanece en la parroquia hasta el día siguiente y es allí donde puede ser venerado por los numerosos peregrinos que llegan a visitarlo de cerca y de lejos, muchos de ellos a pie.