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lunes, 9 de junio de 2025
Uso de redes sociales a través de un teléfono móvil. Foto: Rebeca Arango.
Uso de redes sociales a través de un teléfono móvil. Foto: Rebeca Arango.
Un trabajo de Dolores Fernández - 09 junio 2025 - Toledo

La investigadora de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Dolores Fernández Pérez ha llevado a cabo un estudio en el que se muestra que compartir repetidamente problemas personales por WhatsApp (corumiación) se asocia con más síntomas depresivos, especialmente entre mujeres jóvenes.

En el presente estudio titulado ‘Asociación entre la rumiación como rasgo y la corumiación en la mensajería instantánea y su posible relación con la sintomatología depresiva’ han colaborado Bianca Barreira (primera autora del trabajo), investigadora predoctoral de la Universidad Complutense de Madrid; y los profesores Jorge Javier Ricarte y Laura Ros del Departamento de Psicología de la UCLM.


Tal y como apunta Fernández, la actualidad social está marcada por la hiperconectividad, en la que «las emociones y pensamientos son escritos y enviados por WhatsApp a través de hilos de mensajes infinitos».

Este estudio, publicado en la revista Personality and Individual Differences, exploró la interacción entre la rumiación rasgo (la tendencia a pensar de forma repetitiva sobre situaciones negativas), la corumiación presencial (conversaciones entre amigos centradas en sentimientos negativos sin resolución) y su versión digital a través de aplicaciones de mensajería instantánea, como WhatsApp.

Un trabajo que se llevó a cabo con una muestra de 329 personas de entre 18 y 35 años, siendo el 70,8% mujeres.

Las mujeres obtuvieron puntuaciones más altas

La rumiación rasgo, como explica la investigadora, se considera una estrategia desadaptativa de regulación emocional, que contempla dos formas principales: la rumiación concreta, más centrada en el presente y orientada a la acción, y la rumiación abstracta, enfocada en el pasado o futuro de manera general y pesimista. Esta última se asocia más fuertemente con síntomas depresivos.

Por otro lado, la corumiación implica compartir reiteradamente emociones negativas con otra persona, «lo que, si bien puede fortalecer vínculos afectivos, también refuerza patrones de pensamiento negativos y aumenta el riesgo de depresión y ansiedad», señala. Este fenómeno, común en la adolescencia y juventud, también se ha trasladado a los entornos digitales, donde las conversaciones se extienden y amplifican.

Los resultados del estudio mostraron que las mujeres obtuvieron puntuaciones más altas, en comparación con los hombres, en el uso de mensajería instantánea (WhatsApp), corumiación (presencial y digital) y síntomas depresivos, aunque no presentaron mayor nivel de rumiación rasgo.

Igualmente, se observó que los participantes más jóvenes tendían a corumiar más a través de mensajería instantánea, mientras que la rumiación rasgo aumentaba con la edad.

Los análisis estadísticos revelaron que la rumiación abstracta influye directamente en la sintomatología depresiva, y también de forma indirecta a través de la corumiación presencial.

«Esta, a su vez, potencia la corumiación digital, especialmente entre quienes dedican más tiempo al uso de aplicaciones como WhatsApp». Además, se identificó un efecto moderador del género: en las mujeres, el tiempo de uso de mensajería instantánea se relacionó más estrechamente con la corumiación digital, según ha informado la UCLM en nota de prensa.

El objetivo del estudio, como añade Dolores Fernández, ha sido comprender cómo estas variables se interrelacionan y cómo las plataformas digitales pueden amplificar procesos emocionales desadaptativos. «Los hallazgos subrayan la importancia de tener en cuenta el género, la edad y el uso de tecnología al diseñar intervenciones para prevenir o tratar la depresión».

En un contexto donde gran parte de las interacciones emocionales ocurren a través de pantallas, este trabajo invita a reflexionar sobre cómo hablamos de nuestros problemas y qué impacto tiene hacerlo, una y otra vez, sin buscar soluciones.

Sara Acero
Sara Acero

Periodista ciudadrealeña graduada en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM)
Ligada desde 2018 a Toledo, ciudad en la que he crecido personal y profesionalmente.
Defensora de un periodismo local que sirva de altavoz y nos conecte con la realidad más invisible.
Escribo en este medio desde 2022 sobre temas de Toledo, educación, sanidad y sucesos.

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