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martes, 23 de abril de 2024
María José Sánchez Carretero, jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Complejo Hospitalario de Toledo
María José Sánchez Carretero, jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Complejo Hospitalario de Toledo. Foto - Rebeca Arango
La pandemia, en el interior de una UCI 17/07/2020julio 21st, 2020 - Toledo

Habla con la tranquilidad de quien ha hecho todo lo que ha podido en, seguro, los peores días profesionales de su vida. Cuando recordamos la crisis del coronavirus y las semanas tan duras (quizás la última de marzo y la primera de abril) que vivieron tanto ella como sus compañeros dentro de la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) del hospital Virgen de la Salud, en Toledo, la voz…

«Algunos somos más flojos, pero hasta el más fuerte ha tenido que llorar»

María José Sánchez Carretero, la protagonista de esta historia, afirma que no son de hierro, «para nada, algunos somos más flojos, pero hasta el más fuerte ha tenido que llorar. Tras hablar con una familia por teléfono para comunicarles… Era imposible contener el llanto. Yo no lo he podido evitar, todos los días igual, y sabiendo que al día siguiente te ibas a encontrar lo mismo o peor».


Así se lo ha contado a encastillalamancha.es para esta guía especial ENCLMTienesTodo (pincha aquí para ver el especial completo).

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Por cierto, es la jefa de Servicio de Medicina Intensiva del Complejo Hospitalario de Toledo. O, lo que es lo mismo, jefa de la UCI, donde llegaban los pacientes más graves. Se lo pueden imaginar, ¿verdad?

Esta charla comienza cuando le preguntamos qué tal está. Y ella lo tiene claro: «Por un lado, con la tranquilidad o paz que necesitábamos después de lo vivido, de poder reposar, ya que por fin ayer (esta conversación tuvo lugar el 7 de julio) salió el último paciente con Covid-19 de la UCI, por lo que estamos muy contentos en ese sentido. Ahora todos podemos respirar, pero con ese miedo racional, no exagerado, a que pueda volver a pasar».

«En la UCI pasamos de 30 a 84 camas, no sabíamos ni dónde colocarlas»

La pandemia llegó y nos dejó completamente descolocados. Incluida una profesional con tantas horas de vuelo. «No, ni yo ni ninguno de mis compañeros nos lo imaginábamos. Mira, llevo dos años en la jefatura de la UCI y he estado en contacto permanente con la anterior jefa, quien nos ha ayudado en todo momento y siempre ha estado pendiente, y ni por asomo pensábamos que iba a ocurrir lo que hemos vivido. Incluso los intensivistas jubilados no se podían imaginar algo similar. Y, sinceramente, espero que no lo vivamos más».

Su día a día llegó a ser un auténtico calvario, «en los días del pico más alto mi pensamiento era cómo conseguir más camas, más personal. En la UCI de Toledo pasamos de 30 a 84 camas, no sabíamos ni dónde colocarlas. Hablamos de que la UCI es un servicio especializado en tecnología y no lo puedes dar en cualquier sitio».

«Llegabas al hospital y no dábamos abasto…»

María José recuerda, sobre todo, «dos semanas horrorosas. Llegabas al hospital y no dábamos abasto, estabas deseando que llegara el relevo. La gerencia nos ha apoyado en todo momento y ha tratado de conseguir material de donde lo hubiera. Era un no parar, un continuo ingreso de pacientes y llegamos a encontrarnos con hasta 76 intubados, malísimos…».

A pesar de que cada minuto era una dificultad, «sacas fuerzas, aunque no sepas de dónde, porque todos mis compañeros se han portado de forma fenomenal. Sí, la medicina es vocacional y sabes que tienes que hacerlo. No hay otro planteamiento, aunque estés agotado».

«Te das cuenta de lo que es, y no, importante en la vida»

Sí tiene claro que lo vivido durante la pandemia «nos ha hecho más humanos. Es cierto que al trabajar en una UCI tienes un contacto más cercano con los pacientes que están en situación crítica y con sus familiares. Teníamos mucho cuidado con la información que dábamos, en cómo tratar a los familiares, pero esto hace que seas más consciente de lo que supone estar en una UCI y vivir en una situación en la que los familiares no podían venir, ni vernos las caras… Ha sido muy duro, intentamos preocuparnos muchísimo en la información a los familiares, que fuera diaria, intentábamos ponernos en su piel aunque es muy difícil y en ocasiones no hemos podido llegar a todo lo que nos hubiera gustado. Es en esos momentos cuando te das cuenta de lo que es importante en la vida y de lo que no lo es».

La parte humana de toda esta historia…

«Los aplausos y las canciones me llegaban al corazón»

Por eso María José valora los aplausos que a las ocho de la tarde se sucedían por todas las ventanas y los balcones de España. Aplausos de agradecimiento infinito a los sanitarios, a quienes ya están en el particular altar de cada uno de nosotros.

Y eso les llegó hasta lo más dentro… «Reconozco que me animaban a continuar, era una forma de demostrarnos lo que sentían cuando nadie nos podía decir nada físicamente. A mí los aplausos y las canciones me emocionaron, sí, me llegaban al corazón».

«Me rogaron que me trajera a un paciente, pero no pude, fue…»

¿El momento más duro? «La verdad es que han sido muchos. El que más recuerdo, por algo puramente personal, fue cuando me hicieron la petición de una cama para traerme a un paciente de otro área y tenerlo en la UCI. Me rogaron que me lo trajera porque quien me lo pedía sabía que no lo iban a ingresar en la UCI y confiaban más en nosotros. Pero fue imposible y fue horroroso, no pude…».

¿Se imaginan tener que tomar una decisión de esas características?

La mayoría de los días se encontraban «al límite de nuestras fuerzas, capacidad… Y te cuestionas todo. Lo que sí intentamos fue tomar conjuntamente las decisiones porque tenías que actuar tan rápido que…».

«Me acostaba pidiendo, por favor, que tenía que dormir, pero no podía»

Cada día tenía tenía que acostarse y levantarse,»y no voy a decir que lo hacía llorando, pero casi. Me acostaba pidiendo, por favor, que tenía que dormir, que necesitaba descansar, pero no… No podía. Dormir tres horas seguidas era un triunfo. Yo, que soy muy dormilona. Eso le pasaba a todos los compañeros. Y a la mañana siguiente me levantaba pensando en cómo iba a buscar camas y a animar al personal».

Pasados los días de horror, aunque como ella misma afirma no hay que bajar la guardia porque el virus sigue ahí, tiene claro que el orgullo que siente por sus compañeros, «orgullo por las cartas de reconocimiento y agradecimiento que nos llegaban según íbamos cerrando unidades, siete en tres hospitales diferentes de Toledo. Sí, estoy muy, muy orgullosa de todos…».

Y es que esta pandemia nos ha marcado a todos…

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