jueves, 1 de mayo de 2025
02/06/2016junio 7th, 2017
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Apenas hemos empezado a reducir el inmenso paro que dejaron los perores años de la crisis cuando nuevos estudios nos previenen de las serias amenazas que se ciernen sobre el mercado laboral global en general y sobre el español, en particular: los robots.

Sí, han leído bien. Los expertos económicos, esos señores que siempre nos escupen datos fatídicos y a los que nunca les vemos la cara, auguran que al menos el 12 por 100 del empleo a medio plazo se lo llevarán los robots. La automatización se quedará con miles de puestos de trabajo en el país del sol, la paella y las copas de Champions.


Es la conclusión de un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicado por “El País”. Es la “cuarta revolución industrial” y a ésta, -¡vaya por Dios!-, sí que vamos a llegar a tiempo. Austria, Alemania y España, los países donde más seres humanos serán sustituidos por máquinas, auguran los sabios económicos de la OCDE. Mejor dicho, los robots se encargarán no de sustituir a las personas, sino de reemplazarlas en las tareas más mecánicas que aún desarrollan los humanos, ésas que son repetitivas.

Afortunadamente, para reemplazar las ideas aún no hay invento que valga. Los juglares de la inteligencia artificial dicen que también el cerebro humano y el pensamiento tendrán sustituto o por lo menos sucedáneo, pero yo prefiero pensar que no o que queda aún muy lejos.

El caso es que ante los robots, de momento, solo están a salvo total los que tenga título de doctor o máster. Están a salvo siempre que ejerzan tareas relacionadas con su titulación, se entiende, porque un doctor en Historia en una cadena de montaje, lo tiene crudo. Entre doctores y másters se estima en 0 la repercusión de los robots y prácticamente inexistente entre los titulados universitarios.

Se me ocurren un montón de cualidades propias de las obras humanas que nunca podrán ser sustituidas por una máquina, por muy bien que ésta haga el cálculo de probabilidades. A saber: el talento, el instinto, la honestidad, la decencia, la imaginación, la satisfacción del trabajo bien hecho y del deber cumplido, saber correr riesgos sin caer en la temeridad, la empatía, el liderazgo, la inspiración, la emoción… Ninguna de estas cualidades son hoy robotizables, así que aprovechemos las máquinas para lo que sirven: facilitarnos el trabajo en vez de quitárnoslo.

Esto último exige superación, pero eso también es una virtud enteramente humana, como bien demuestra la evolución. Vamos que para “vencer” a los robots tenemos que ser cada vez más humanos; es decir, más listos y preparados.

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