jueves, 28 de marzo de 2024
Bromas y chascarrillos por el saludo con inclinación de cabeza de Iván Redondo - 07 febrero 2020 - Madrid
Agustín Yanel Agustín Yanel

El saludo que hizo Iván Redondo a Quim Torra, con una exagerada inclinación de cabeza, en el reciente viaje de Pedro Sánchez a Barcelona ha provocado todo tipo de bromas y chascarrillos en las redes sociales. Es solo una muestra de sentido del humor, que puede gustar más o menos en cada caso. Pero que esa reverencia del jefe del gabinete de Sánchez ante el presidente de la Generalitat haya sido utilizada por algunos dirigentes políticos demuestra el poco fundamento que tienen para criticar la entrevista del  presidente del Gobierno con el de Cataluña.

Cuentan que ya lo dijo el pensador chino Confucio hace más de 2.500 años: «Cuando el sabio señala con su dedo la Luna, el necio mira al dedo». Por lo que se está viendo, en España hay unos cuantos políticos que se comportan como los necios de ese proverbio y no ven la Luna porque solo se fijan en el dedo que apunta hacia ella. Vaya, que se quedan en lo superfluo en vez de analizar con seriedad un problema y proponer soluciones, lo que quita mucho valor a sus críticas.


Una reunión que debiera ser habitual

A nadie le debiera parecer extraño que el presidente del Gobierno se reúna cada cierto tiempo con los presidentes de las comunidades autónomas. Y, naturalmente, también con Quim Torra, aunque ahora esté en discusión si puede continuar ocupando su cargo después de que el Parlamento catalán le ha retirado su acta de diputado autonómico. Y a nadie le debiera sorprender que, en esas visitas, Pedro Sánchez sea recibido con el ceremonial habitual en estos casos, con los agentes policiales vistiendo de gala y el protocolo que corresponde al presidente del Gobierno de España.

Pero ha habido políticos que han centrado sus críticas en el recibimiento que se ofreció a Sánchez -el mismo que en otras visitas anteriores, por cierto- y en la reverencia del todopoderoso secretario de Estado y máximo asesor del presidente Iván Redondo a Quim Torra. Fue un gesto sorprendente, sí, pero una simple anécdota en este viaje.

Tres ejemplos. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha escrito: «Espero que Iván Redondo se recupere pronto del esguince cervical que acaba de dar». Inés Arrimadas, aspirante a liderar Ciudadanos, ha divulgado este mensaje: «Sabemos que el Gobierno Sánchez ha bajado la cabeza ante los separatistas, pero al ver al ‘casi vicepresidente’ Iván Redondo hacer reverencias a Torra como si fuera un Rey es demasiado incluso para ellos». Y Santiago Abascal, líder del ultraderechista Vox: «El cortesano de Moncloa saluda al delincuente Torra con la inclinación de cabeza que Sánchez le niega al único que la merece: el Rey».

El Gobierno, dispuesto a dialogar

Pedro Sánchez entregó a Quim Torra un documento titulado «Agenda para el reencuentro» que incluya 44 puntos para hablar sobre ellos entre el Gobierno central y la Generalitat. Si los políticos aficionados a las redes sociales los hubieran analizado, habrían visto que todos esos apartados se enmarcan dentro de la Constitución y la legalidad. En ninguno de ellos se cita el derecho de autodeterminación o la amnistía para los políticos catalanes que cumplen condena, los dos asuntos fundamentales para los independentistas.

Se trata de reivindicaciones planteadas desde hace años tanto por los gobiernos de Cataluña como por empresarios y otras organizaciones. Pedro Sánchez ha dicho, y así consta en ese documento, que está dispuesto a dialogar sobre todos ello, con la intención de buscar una solución a un conflicto catalán que existe y no va a desaparecer ni se va a resolver por ignorarlo ni por aplicar solo mano dura.

Si algunos dirigentes y cargos políticos hubieran analizado ese documento antes de lanzar sus mensajes sobre Iván Redondo, podrían haber criticado con fundamento los puntos con los que no estén de acuerdo o los que consideren que suponen un trato de favor a Cataluña frente a otras comunidades autónomas. Pero es más fácil apuntarse al chascarrillo rápido, aprovechando la sorprendente inclinación de cabeza del asesor de Sánchez. Una vez más, hay quien se ha quedado mirando el dedo en vez de observar la Luna.

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