viernes, 3 de mayo de 2024
22/09/2016junio 7th, 2017
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Me he preguntado estos días qué hace que políticos tan diferentes como Alberto Núñez Feijoo e Íñigo Urkullu, líderes de partidos tan separados por algunos valores como PP y PNV y gobernantes en sociedades que difieren notablemente en bienestar y nivel de vida como la gallega y la vasca, reciban un apoyo tan contundente de sus ciudadanos.

Seguramente Feijoo no triunfaría en Euskadi ni Urkullu en Galicia, pero ambos reúnen cualidades que obtienen el favor de los suyos allí donde se pongan en práctica: moderación, inteligencia política para empatizar y, por supuesto, gestión. Creo que la mezcla de esos factores es hoy imprescindible para acudir a las urnas y salir victoriosos y con posibilidades de gobernar con estabilidad.


Las encuestas que los medios de comunicación publican tratando de anticipar el resultado que se producirá el 25 de septiembre en ambas comunidades autónomas, sometidas a las urnas y quizás dueñas del destino inmediato de España, revelan que ambos líderes son considerados buenos gestores y moderados con respecto a los de su mismo espectro.

Dicho de otro modo, para los que no son del PP, Núñez Feijoo es de lo más llevadero de los «populares», y para los que no son nacionalistas ni conservadores, con Urkullu le ocurre otro tanto y es visto por su no electorado como alguien perfectamente aceptable aunque no se piense como él. Ambos son considerados moderados fuera de sus partidos y de sus regiones.

A la pregunta de la satisfacción con su gestión, obtienen un aprobado como nota media, pero lo más valioso es que también les aprueban los votantes de otras formaciones políticas. Lo que revela que además de moderados, son gestores y están preocupados por tomar decisiones que hagan que los suyos vivan mejor. 

No conozco los detalles de la gestión de ninguno de ellos pero basta comparar la situación política, económica y social de País Vasco y Cataluña para entender porqué Urkullu ha ido a más y su homólogo Artur Mas fue a menos, hasta tener que dimitir. Algo parecido pasa con Feijoo, que gana en comparación con otros dirigentes del PP menos críticos con la corrupción y menos dados a defender su tierra por encima de su partido.

Es evidente que a ambos se les perdonan sus sombras por sus luces. Y no porque sus sombras no sean conocidas, sino más bien al contrario.

Hay una escuela política que lo basa todo en la gestión. Y otra que apuesta todo a la carta de la propaganda. La primera toma a los ciudadanos por suficientemente listos para darse cuenta de los resultados sin más necesidad de explicación. La segunda toma a los ciudadanos por tontos y les dice lo que quieren oír, convencida de que no se pararán a comprobar ni se harán preguntas. Ambas prácticas son hoy insuficientes para ganar elecciones, aunque la primera es más útil a la sociedad.

Conseguir la confianza de los ciudadanos en la actualidad exige tomar a los ciudadanos por listos; es decir, gestionar adecuadamente; pero también empatizar con ellos y eso exige un talante moderado para escuchar y decidir sin avasallar. (No confundir moderado con timorato ni demagogo).

Es curioso, pero analizando las encuestas para Galicia y Euskadi se ve que lo que pasa en la política nacional es justo al revés. El partido más votado, el PP, tiene uno de los líderes menos valorados, Mariano Rajoy; y el que menos respaldo recibe de los cuatro grandes, Ciudadanos, lo encabeza uno de los políticos mejor valorados del país, Albert Rivera.

Sean listos y saquen sus propias conclusiones. 

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