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16/04/2012junio 13th, 2017
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El 4 de junio de 2010 publiqué este artículo en la revista ECOS, bajo el título «El embrollo regional» y referido a la situación del aeropuerto de Ciudad Real y el aval de 140 millones que el Gobierno de José María Barreda se empeñaba en conceder a la empresa.

En el número siguiente ya habíamos perdido la cuenta de publicidad de la Junta. Hoy, casi dos años después y con todo lo que ha llovido, es evidente que nos quedamos cortos. Aunque lo difícil era decirlo entonces.


Era imposible tal y como se diseñó y por los que lo llevaron a cabo. Una quimera que le hubiera causado la risa hasta a Peter Pan en su país de Nunca Jamás. Ojalá sus restos, aunque sea a precio de saldo, sirvan en un futuro, ya con la lección aprendida.

Me permito compartir hoy con nuestos lectores de toda la región unas opiniones que, desgraciamente, vuelven a cobrar actualidad. Éste es aquel artículo de 4 de junio de 2010:

«Lo que era un proyecto de interés regional y futuro motor de desarrollo para todos los castellano-manchegos, algo sobre lo que realizar la más mínima crítica suponía ser mirado como un insolidario o un provinciano cualquiera sin perspectiva suficiente para entender las grandes estrategias e intereses de la comunidad autónoma, se ha convertido ya en el gran problema regional y en un embrollo de muy difícil salida.

Naturalmente me refiero al aeropuerto de Ciudad Real. Y la cosa va a peor. El Juzgado de lo Mercantil de Ciudad Real ha declarado concurso necesario de acreedores a la sociedad responsable del aeropuerto, ha suspendido a sus administradores y ha nombrado varios administradores concursales: un abogado, un auditor y un acreedor, Cajasur, una de las dos empresas que han instado el concurso y que reclama 19 millones de euros. (Por cierto, para los coleccionistas de datos «anecdóticos»: dos cajas de ahorro comprometidas con el aeropuerto, dos cajas intervenidas).

Además, el primer encuentro entre el PSOE y el PP para tratar de dar con una solución consensuada al embrollo se ha saldado sin acuerdo. El lunes 7 de junio volverán a reunirse, pero no parece que haya que ser optimistas. Dos horas de conversación, muy tensa por momentos, no consiguieron que las partes se movieran de su postura inicial. El PSOE pretende avalar con 140 millones de euros y crear una sociedad pública para gestionar las infraestructuras aeroportuarias (una buena noticia para los promotores del aeropuerto de Toledo). El PP pide expropiar la empresa o quedarse con las acciones para tener poder de decisión sobre la gestión del aeropuerto y del uso del dinero público que se inyecte. Es lógico. Para valorar las acciones proponen que se consulte su valor con el informe de tres consultoras de reconocido prestigio.

A estas alturas me pregunto a quién va a ir a parar el aval si ahora la sociedad está en manos de los administradores decretados por un juzgado y éstos aún no saben por dónde empezar, como es lógico. Y, desde luego, aún no han pedido ningún aval ni siquiera se sabe si lo que se necesita es uno de 140 millones. O quizás sí se sabe, porque una de las pocas cosas que quedaron claras en la reunión de socialistas y «populares» fue que lo de 140 millones es para empezar. Pero que podrían ser más. Pero que no se sabe cuántos más. Y que ni hay ni el PSOE va a pedir una auditoría que certifique la situación real de la empresa más allá de los datos que han querido pasar los antiguos administradores.

(De nuevo para coleccionistas de anécdotas: las prisas provocan documentos como el remitido en nombre del consejero de Presidencia y Administraciones Públicas, Santiago Moreno, al secretario general del PP, Vicente Tirado, convocando la citada reunión. En el burofax se cita al consejero de Ordenación del Territorio (también lo es de Vivienda) y al portavoz del Grupo Parlamentario Socialista se le nombra como Pepe. Molina, claro. Y la hora y lugar de la convocatoria aparecen escritos a mano. Es una anécdota, claro, pero no son formas y revela improvisación).

No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos. Y el Gobierno tendrá que decidir si salva al aeropuerto o a sus accionistas de referencia de la quema, porque a estas alturas conseguir el pleno es imposible. Y, políticamente, le va a costar una sangría al PSOE.»

Ése era el artículo. Hoy sabemos que cayeron el aeropuerto, los accionistas y el Gobierno que se empeñó en actuar con ceguera y prepotencia caciquil. Es decir, se rompieron todos los huevos pero ya no había posibilidad de cuajar una tortilla.

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