
A nadie se le ocurriría descalificar, criticar o insultar a una persona u organización a la que después vas a pedir que colabore contigo. O, tratándose de políticos, que te apoye con su voto. A Alberto Núñez Feijóo sí se le ha ocurrido: ha pedido a su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, que tantee si los grupos parlamentarios que apoyan al Gobierno van a seguir sosteniéndolo tras el ingreso en prisión de Santos Cerdán o, como sueñan desde hace tiempo en el PP, si estarían dispuestos a apoyar una moción de censura contra Pedro Sánchez.
El 1 de julio, martes, Miguel Tellado anunció en una rueda de prensa que iba a contactar con esos grupos, pero no para preguntarles si apoyarían una moción de censura sino para «saber dónde están». Y, en su línea habitual de arremeter contra todo lo relacionado con Gobierno de coalición progresista y con quienes lo apoyan, en vez de suavizar sus críticas a los que iba a sondear después se dedicó a descalificarlos.
Miguel Tellado: «¿Son socios [del Gobierno] o cómplices de la corrupción?»
«Queremos saber si son socios [del Gobierno] o si se quieren convertir en cómplices de la corrupción»; «son esos grupos los que deben dar una explicación a los españoles», dijo. Y así, una descalificación tras otra hacia los grupos parlamentarios a los que después iba a sondear. Como era de esperar, cuando preguntó a esos grupos parlamentarios todos le dijeron, con más o menos dureza según cada caso, que el Partido Popular no cuente con ellos.
Desde el PP, y de manera especial Miguel Tellado, han criticado en innumerables ocasiones al PNV y al Gobierno vasco. Les llamó «amarrateguis» cuando consiguieron que el Gobierno central les devolviera un palacete en París donde se encuentra la sede del Instituto Cervantes. Fue comprado con fondos del PNV en 1936, después fue incautado, Mariano Rajo se comprometió a devolvérselo y el Gobierno actual lo hizo en diciembre pasado, porque la Ley de Memoria Histórica establece que hay que devolver a los partidos los bienes incautados en el extranjero.
Con esos antecedentes, el PNV no está dispuesto a apoyar al PP y se limitó a tomar nota de la llamada de Tellado, porque considera que esta ronda de contactos es solo una operación de márketing del partido de Feijóo.
El PP lanza sospechas sobre el PNV
Pocas horas después de ese contacto, el presidente del PP en el País Vasco, Javier de Andrés, lanzó la sospecha de una posible relación del PNV con la trama del caso Cerdán, sin algún fundamento con un mínimo de rigor: un empresario afín al PNV tiene el 4% de una empresa de Antxon Alonso Egurrola, a la que adjudicó obras públicas el Gobierno de Navarra, empresario relacionado con Santos Cerdán. Eso le bastó al líder del PP vasco para decir que ahora el PNV debe «dar explicaciones».
La respuesta del PNV fue contundente: esas insinuaciones son «burdas y sin fundamento» y, con ellas, el PP «ha volado todos los puentes» que el partido de Feijóo pretendía reconstruir, con la mirada puesta en una moción de censura.
Alberto Núñez Feijóo tampoco puede esperar ninguna colaboración de Junts -aunque con Carles Puigdemont como líder cualquier cosa es posible-, porque el PP se ha esforzado en Bruselas para que el catalán no sea reconocido como lengua oficial por la Unión Europea, se ha opuesto a la amnistía para los independentistas condenados y no ha hecho ningún gesto de acercamiento a ese partido.
Puigdemont acepta hablar con el PP, pero en Waterloo
Puigdemont respondió que está dispuesto a hablar con el PP, pero que tiene que ser en su residencia en Waterloo (Bélgica), la que ha bautizado como Casa de la República y a la que acuden cada cierto tiempo en peregrinación alcaldes y otros cargos de Junts. Ese encuentro nunca se va a producir, y así lo han dicho tanto Feijóo como Tellado, porque no están dispuestos a viajar hasta esa ciudad.
Es sorprendente la extraña manera de hacer amigos que ha utilizado el PP, arremetiendo contra los grupos a los que después iba a pedir colaboración. Feijóo y su fiel escudero Tellado, al que ahora ha elevado a número dos del partido como secretario general, sabían que ese contacto con los socios del Gobierno estaba muerto antes de nacer. Ha sido solo una maniobra política para aparentar que hacen algo más que criticar y para intentar que el líder de Vox, Santiago Abascal, no diga que Feijóo espera a que caiga el presidente del Gobierno pero sin tener un proyecto para España