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06/02/2012junio 14th, 2017
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A estas alturas todo el mundo sabe que en Castilla-La Mancha el Congreso Federal ha tenido un ganador, Emiliano García-Page; y un perdedor, José María Barreda. Page ha estado en Sevilla arropado por todos los suyos, delegados o no, y se viene con un puesto en la Ejecutiva que tendrá que hacer valer para su próximo trance: el congreso del PSOE de Castilla-La Mancha.

En apenas 15 días, el alcalde de Toledo habrá dado otro cambio a su vida política para entrar en una dimensión que le complicará mucho la vida, pero que le toca por liderazgo y sentido de la responsabilidad.


Contará con el apoyo indudable de Alfredo Pérez Rubalcaba y de su aparato para sacar adelante una renovación del partido en la región en la que Barreda querrá pinchar y cortar como si no hubiera enredado bastante todavía. O como si el PSOE le debiera algo. A él, que se encontró las arcas de dinero público llenas, las competencias transferidas bien negociadas y las urnas a rebosar de votos al PSOE y ya hemos visto cómo las ha devuelto.

Todos sabemos que de Barreda, Page solo puede esperar zancadillas. Así que le vendrá bien que Rubalcaba, Elena Valenciano y Óscar López le echen una buena mano al alcalde. No les ha debido gustar a ninguno que tras el pulso de la madrugada en la que se negociaba en Sevilla la nueva Ejecutiva Federal, Barreda ni siquiera se quedara a la clausura del Congreso, al que entró sacando pecho y para algunos con el cuchillo desenfundado.

En Castilla-La Mancha, y especialmente en Toledo, sabemos muy bien que José María Barreda tiene muy mal perder. Y que no le gusta que le lleven la contraria, preso de una soberbia política alimentada por un círculo mediocre y cerrado que durante años le contó las cosas como no eran. Y él, tan contento.

El presupuesto público hizo el resto actuando como silenciador de quienes pensaban distinto, pero era mejor que se lo callaran.

Por su bien, alguien debería decirle a Barreda eso de ¡basta ya!, que ha pasado su tiempo y que desde hace demasiado su comportamiento aferrándose al lado más oscuro del poder, el de mandar sin más y por cualquier medio, le roba una jubilación que hubiera podido ser tranquila.

Pero hace algunos años tiró a la basura la brújula política y la sustituyó por chamanes más dados a rituales que a las buenas artes y oficios de la cosa pública.

Barreda estaba en su derecho de apoyar a Carmen Chacón. Y ha perdido. Otra vez. Y ya van…

Sin embargo, esta nueva derrota no será excusa para que intente imponer su voluntad en el próximo Congreso Regional, donde no tendrá más remedio que verse las caras con José Bono y con Page. Las caras y los gestos de los tres días que van a pasar encerrados en el hotel Beatriz de Toledo van a dar mucho que hablar.

Estoy de acuerdo con Rubalcaba en que lo difícil no es saber llegar, sino saber salir. Y la salida retardada de Barreda está siendo patética y muy perjudicial para su partido.

De hecho, si se empeña, va a perder también el Congreso Regional.

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